Ante una situación nueva que requiere de nuestra actividad pensante, con gasto neuronal y consumo de fósforo para tomar una decisión entre «a» y «b», el ser humano puede actuar de dos formas: o bien optar por una de las dos opciones posibles y arriesgarse a fallar, o bien asegurar tratando de acertar alguna por lo menos. En nuestro ejemplo gráfico, «tú tranquilo Pepiño, que por lo menos dos enes van bien escritas».