Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

En contraste con la herba de namorar mostrada ayer, si hay una planta capaz de lograr el efecto contrario, esa sería el tojo, símbolo de nuestros montes para desgracia de montañeros y otros amantes del campo a través. Los tojos lo cubren todo, nacen, crecen, se reproducen, se reproducen, se reproducen, se reproducen, se reproducen y parece que los muy jodíos nunca mueren. Intentar cruzar un campo como este es dejarse las pantorrillas en el empeño.

Sus espinas largas y afiladas no entienden de pantalones, botas o protecciones, parece que siempre encuentran un resquicio donde colarse para dejarnos una buena huella.

Si a la persona que quieres le metes una ramita de tojo en un bolsillo, por muy enamorado que estés dudo que consigas algo mas que una patada en tus partes blandas y no seré yo quien diga que inmerecida.

En el puerto deportivo de Bayona, bien cerquita del paseo marítimo, está anclada la réplica de la Carabela «La Pinta». Es una de las tres con las que Colón llegó a América, y viéndola por dentro me parece un verdadero milagro que consiguieran ya no llegar, sino además volver en semejante cascarón, porque en el fondo no es mas que el equivalente a una cáscara de nuez gigante dada la vuelta con un mástil y una vela. Cero comodidades, sin piscina, sin bar-todo-incluido, sin tumbonas ni pista de curling. Impresionante.