Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

La última visita a La Coruña coincidió con la fiestas de María Pita. En los jardines al lado del puerto estaban colocadas las casetas regionales. Aunque todas estaban de bote en bote, la que mas éxito tenía era la de Asturias. Vivan los bollos preñaos, las tostas con queso de cabrales o afogalpitu (queso picante), y sobre todo la sidra. Fresca, barata, natural, rica, cómo nos pusimos, madre mía.

No es mala idea la que tuvieron en Salamanca para certificar la propiedad de una casa. Ni notarios, ni escrituras, ni leches, escrito en una piedra de la fachada de la casa y a ver quien es el guapo que dice que no es mía y de mi mujer.

Como lo vea alguien del gobierno igual tiene la feliz idea de intentar reimplantarlo para reducir el coste de la vivienda eliminando el paso por la notaría. Por supuesto el gremio de los notarios se cabrearía, amenazaría con montar un follón y el gobierno daría marcha atrás dejando que, como es habitual, paguen los de siempre. Incluso nos lo venderían como un favor a nuestra salud, porque si nos permiten ahorrar dinero podríamos gastarlo en vino que es malo para el hígado o tabaco que es malo para los pulmones.

Algo bueno que tiene el verano es la abundancia de flores, si las unes a una luz fuerte a poco que te pongas sacas fotos bastante resultonas aunque el sujeto retratado no sea de especial interés. La abundancia de colorido y fuerza de la luz hacen que entren por el ojo derecho, o por lo menos a mi es lo que me pasa.

Este mes de agosto hace un año que tengo la Nikon D40 y sigo bien contento. No es la tope de gama, no es la última, no es lo más de lo más pero me permite sacar fotos, pesa poco y voy sobrado con ella. Cuando me llegó eché la típica ojeada al manual a ver si tenía algo especial y como todas las cámaras mas o menos hacen lo mismo, me dediqué a sacar fotos que es lo propio. Hay una función llamada «compensación de exposición» que uso habitualmente, sirve para modificar el valor de la medición de luz que hace la cámara automáticamente y así obtener fotos mas luminosas o mas oscuras. Prácticamente la única jodienda que le veía a la cámara es que para activar esa función tenía que entrar en el menú, darle a un buen número de teclas y repetir faena para desactivarla. El otro día en Madeira no sé cómo veo el botón al lado del disparador… leches… si tiene el dibujito de la compensación de exposición… ¡si me sirve para cambiarla directamente! Palabrita del niño jesús que no sé cómo he podido ignorar ese botón durante un año. En ocasiones tengo unos lapsus mentales francamente preocupantes.

Uno de los entretenimientos dominicales típicos cuando uno anda cerca de El Grove es darse un paseito en catamarán con fondo de cristal. Sales del puerto, la mayor parte de la travesía se desarrolla en cubierta, te van dando un paseo por la ría, ves faros, cormoranes, bateas, te dan una perola de mejillones para comer acompañados de vino blanco (ribeiro peleón para mas señas), la vista del fondo marino suele ser lo menos espectacular por lo revuelto de las aguas pero en total te pasas algo mas de una horita entretenido y navegando. Ideal para ese domingo chorras que no sabes qué hacer.

Se llama Cervecería Hoyo 19 y está en El Burgo, saliendo de Coruña hacia Culleredo. Sitio grande y agradable para comer de tapas. Comida muy rica, raciones abundantes y buenos precios, comer cuatro personas con tres raciones, postre y dos bebidas por barba salió por cuarenta y tres euros. Justo enfrente hay una bajada que va hacia la Ría del Burgo y un paseo grandote, ideal para bajar la comida y espabilar un poco las cervezas.

Mientras que en España andan dándole vueltas al tema de eliminar los chiringuitos de las playas, en Portugal parecen tenerlo mas claro. Son útiles, permiten a la gente disfrutar más de la playa, dan empleo y pagan impuestos, así que hay chiringuitos como estos de Oporto, bien montados y acristalados en los que podemos disfrutar un rato aquellos a los que el concepto clásico de playa (arena-sol-mar) no nos acaba de convencer y preferimos el esquema alternativo de silla-bartola-cerveza.

Eso si, insistir en la diferencia fundamental entre los chiringos ibéricos y los portugueses: en éstos todo el mundo está a su aire tranquilamente, sin berrear. Unos hablan, otros leen, otros miran al mar, raramente encontrarás a la mama llamándo a grito pelado al Kevin o a la Yénife de turno ni esas pandas habituales de maduritos en estado de alegría etílica jugando al «tengo razón porque grito mas».

«Lagoa» en gallego es «Laguna» y desde la torre de Sandiás se ve la llanura donde debería estar la laguna de Antela pero no está. En tiempos del tío Paco decidieron desecarla y adiós para siempre. Si os interesa conocer la historia completa de la laguna, aquí podéis ver cómo era y cómo se desecó incluso con fotos del proceso.

Como uno es de natural reflexivo y gusta de pensar las cosas una vez acabadas, tras las vacaciones en Madeira llega el momento de hacer balance. Francamente me costó porque fue un viaje extraño. Pensado en principio como una semana de relax al sol, sufrió un repentino cambio y se transformó en una colección de excursiones, pateo y uso de medios de locomoción variados. Cosas que nunca fallan, fallaron y hubo que ir improvisando alternativas, de ir con la idea de un viaje con poca chicha acabó en un montón de hechos sorprendentes e historias que contar. Me gustó, esto de ir a Portugal es divertido, pero ya son muchas veces y el cuerpo cada vez me pide otras cosas en forma de grandiosidad y grandes ciudades europeas así que ya tengo destinos para los próximos años. Si alguien sabe algún truco para viajar por Europa con cuatro duros, que lo diga ahora o calle para siempre.

Recientemente aproveché un domingo libre para pegar un saltito a la mariña lucense. Iba con la idea de llegar a Viveiro y tirar hacia la derecha hasta Ribadeo, el tramo que suponía mas interesante. Entre salir tarde, que era el festival de Ortigueira lo que nos costó una hora de caravana y lo interesante que me pareció la zona desde la ría del Barqueiro a Viveiro, al final no hice ni un kilómetro de la ruta pensada. La primera sorpresa fue ver las playas que hay, escondidas, recogidas y verdaderas preciosidades como esta de Sacido. Se halla situada a la entrada de Viveiro, al pie de unos apartamentos en los que había dormido hace años y de los cuales el único recuerdo es la cantidad de humedad que se puede acumular en una pared y lo bien alimentados que deben estar los ciempiés lucenses a juzgar por su tamaño.