Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Hombre + tele + fútbol = mujer aburrida. En Madeira, también.

Hace años, cuando ibas a Playa América hacia la zona de Panjón era un clásico comer en el «J.R.», el chiringuito rey del pulpo, calamares, empanada, xoubas, pimientos de padrón y demás tapas típicas de los chiringuitos playeros, no veáis las colas que se montaban esperando para comer. De un tiempo acá ha caído en desgracia, parece que todo se ha aliado en contra de su negocio. Bueno, todo no, ellos se lucieron también subiendo precios y reduciendo raciones, lo que con la llegada de la crisis y la aparición de competencia les ha disminuido la clientela. En invierno el ayuntamiento les ordena desmantelar el cerramiento (allí es imposible comer a la intemperie) y un coche se les estampa en la terraza. Por si fuera poco, justo al lado les ha llegado la competencia, un restaurante que para mi gusto le da cien vueltas hacia mejor, el «Punto e coma». Tanto para raciones como las indicadas anterioremente, de mayor tamaño y mejor precio, como para unos arroces que están de vicio o unos pescados impresionantes con un servicio y atención perfecta, todo ello a cinco metros de la playa y con vistas al mar. Si no tienes plan para un sábado, te vienes aquí, encargas mesa y un arroz con bogavante acopañado de una botella de albariño y a tomar por saco la crisis, la suegra, el trabajo, las preocupaciones y todo lo demás. En primavera se puede complementar incluso con una toalla y una siesta en la arena.

Más bien con dos pares, uno del niño por quedarse a cargo de un perro que mide casi tanto como él y otra de los padres porque como aparezca un gato ahora, ni me quiero imaginar dónde van a tener que ir a recoger al churumbel…

Por si alguien se lo pregunta, no pasó nada. Con lo pachorrentos y buenazos que son los perros de esta raza, raro sería lo contrario.

Si todo ha ido bien, aparecerá un antiguo faro al frente, actualmente creo que está en desuso.

A la derecha tenemos esta fortaleza. Allá donde había un puerto, un muelle, una ciudad costera, no es nada raro encontrar una fortaleza como ésta (la variedad constructiva es asombrosamente reducida, o lo que es lo mismo, son todas iguales). Actualmente unas son visitables, otras no.

Ese día aparecí por allí a la hora de dormir la siesta, y en Portugal, cuando hay que dormir la siesta, duermen hasta los perros. En el césped y al solete, se lo debían estar pasando de miedo.

Si hay un árbol que consigue ser odiado por la mayor parte de los gallegos, ése es el eucalipto (también conocido como orcalíto, con acento en la «i»). No forma parte de la flora autóctona y llegó para quedarse debido a su excepcional aprovechamiento forestal, mientras que un carballo (roble) tenía un ciclo productivo (desde que lo plantan hasta que está listo para cortar) de cuarenta años, en el eucalipto son sólo quince con lo cual se produce mucha más madera. Hace unos años empezaron a replantar montes con ellos y ahora es una verdadera invasión. Además de lo feo que es como árbol, tan alargado y con escasas hojas que ni sombra producen, siempre ha tenido muy mala prensa. Hay quien dice que absorbe muchísima agua, otros que sus hojas contienen no se qué sustancia y al caer liquidan toda la flora alrededor, hasta había rumores sobre empresas madereras que quemaban el monte autóctono para poder replantarlo con eucaliptos y aumentar su rendimiento. No sé si será cierto, lo que sí es verdad es que un bosque de árboles frondosos es un espectáculo y un bosque de los adefesios éstos, una patada para la vista.

En Australia también tienen un montón de eucaliptos, pero claro, como vienen con su koala incorporado y los bichos peludos con cara simpática le gustan a todo el mundo, se aguantan.

Ya conté que en mi primer viaje al Mediterráneo español iba con la idea que aquello iba a ser sol, arena, playa y José Luis López Vázquez persiguiendo suecas por Benidorm adelante, he de reconocer que me equivoqué, los paisajes se extienden además a monte y acantilados con faro en todo lo alto. Este es el famoso Cabo de La Nao, el punto mas al este del contorno. En otra visita posterior no había esta neblina, y el blanco del faro contra el azul del mar y del cielo lucía mucho más.

Como es habitual en esta zona, han construido hasta en la sopa. Desde el mar quizá no se vean, pero desde lo alto fijaros qué se esconde justo detrás de los acantilados. Casi ná.

Hace unos días, caminando tranquilamente por la calle, encontré un cartel que nada mas verlo el ojo me avisó de algo raro. Concurso de piano, fase elimininatoria. ¿Será un error o será algo nuevo? A lo mejor es que actúan en pareja el pianista y su gato. Si el minino es incapaz de maullar al compás de la música resulta elimininada la pareja. Podría ser, ¿verdad? Si hay concurso de tenis apestosos, no veo porqué no va a haber concurso de piano y gato…

Cerca de O Rosal, y cerca de los topos de la prensa, hay una zona de molinos llamada «Os muiños do Folón e Picón» bastante interesante para quien le gusten las rutas senderistas. Se trata de un cauce de río en subida a los lados del cuál se encuentran ni mas ni menos que treinta y seis molinos. Como por esa época todavía estaba convalenciente de cierto esguince y no me parecía prudente ejercer de cabra mas de lo necesario, os tendréis que conformar con un par de fotos del primer molino y váis que chutáis.

Por ese canal entra el agua en el molino y sale por el agujero que véis en la parte inferior derecha de la siguiente foto.

Lo sé, esta vez me lo he currado poco, para compensar os redirijo a un vídeo donde podéis ver la zona y un mapa con la ruta senderista por si sois de esos a los que les gusta cansarse gratis.

Paseando por La Rioja me llevé un par de sorpresas inesperadas en forma de torito de Osborne, que por supuesto fueron retratadas y pasan a formar parte de la colección. Si al final me voy a tomar en serio lo de recorrer España hasta fotografiarlos todos. Para cosas serias no, pero «pa tontás», ganas sobran. El primero fue saliendo de Briones camino de Logroño, cerca de San Asensio por la N232 se me apareció sorpresivamente a mano izquierda así que paradita, media vuelta, retrato y retomando el camino se ha dicho.

El otro está en la incorporación a la circunvalación de Logroño. Con la cámara en el maletero y sin posibilidad de pararse en el arcén, hubo que recurrir al socorrido móvil que siempre vale para hacer el apaño y dejar constancia del acontecimiento.

En la parte trasera del barrio judío de Ribadavia, muy cerquita del puente del tren, también podemos ver la casa de una persona que transforma su amor por las estatuas en algo barroco en lo que a recargado se refiere porque veas donde veas siempre habrá sobreabundancia decorativa.

Si la casa está bien lucida, no os creáis que el portal se queda muy atrás. Ni un metro sin decoración, ni un metro sin dorados, ni un metro sin azulejos con refrán…