Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Algo que sí me gustó de Ferrol fue que en cualquier esquina podías encontrar alguna curiosidad como estas dos que os muestro. Lo mismo aparecían una serie de bolas de colores, que no sabes si son para evitar que los coches aparquen encima de la acera o forman parte de algun conjunto artístico…

…como te encuentras casi delante de la entrada de Navantia una estatua subida encima de una plataforma con escalera llamada «A Dúbida» (la duda) del autor Luis Rapela.

Yo sigo estando totalmente a favor de estas cosas en medio de las ciudades, todo lo que pueda contribuir a iluminar cerebros embrutecidos y hacerles ver que existe cultura mas allá del diario Marca debe ser promovido y agradecido.

No es en Finisterre, como su nombre pueda hacer creer, sino en Madeira. Allí hay muchas puntas como la de éste acantilado, donde llega una carretera llenita de curvas que acaba en una rotonda y al otro lado sólo un montón de kilómetros de mar. Eso, y unas vistas siempre llamativas de todos los acantilados de los alrededores, porque otra cosa no habrá, pero acantilados un rato largo de todos tipos.

De veras, algunas pintadas me dejan totalmente descolocado, ya no porque desconozca el significado, sino porque incluso poniendo a funcionar la imaginación soy incapaz de pensar por donde va el tema. La de las panderetas ya tenía lo suyo, pero ésta encontrada al ladito del Outletui también se las trae. «O fio nejro manda» (el hilo negro manda). ¿Alguna idea?

Cuando uno va por el monte recorriendo una ruta señalizada, lo mas normal es que vaya encontrando indicadores como éste por donde discurre la ruta. Si llegas a un cruce y no sabes por donde seguir, echas una ojeada alrededor y verás cómo en algún árbol, piedra o poste encuentras un indicador pintado.

Para más, también hay indicadores de «por aquí no», como éste. Así es facilísimo ir recorriendo el camino sin la menor equivocación.

Pues bien, cuando hice la ruta de los Molinos del Folón y del Picón conseguí lo difícilmente conseguible: aún así me perdí. No sé cómo ni cuándo giré donde no debía, pero de pronto me vi en una especie de caminito cada vez mas estrecho, lleno de maleza a los lados y sin la menor indicación ni orientación. Cuando muera estoy por donar mi cerebro a la ciencia para que estudien el sistema de orientación mas nulo de los últimos siglos, un verdadero antiGPS con patas.

Para los interesados en temas gastronómicos, la pastelería portuguesa y la española difieren notablemente. Mientras que aquí se hacen pasteles pequeñitos, bastante ligeros y hasta estéticamente bonitos, al sur del Miño suelen ser mas contundentes que aquí con profusión de masas, yemas, natas, queso, cabello de angel, almendra picada y elementos similares para darle potencia. Los mas conocidos y famosos son los Pasteles de Belem, que por tener, hasta tienen web propia.

Del verbo organizazarse, supongo. Y mira que lo digo veces, con un spray en la mano más vale tener claro qué se va a hacer porque no hay marcha atrás, pero nada, los hay que siguen pintando la pared mientras piensan en la vecina y así luego pasa lo que pasa.

Puesta de sol, se entiende, con una potencia luminosa como hacía tiempo no veía. Fue en Cáceres, dejó de llover justo cuando el sol se estaba escondiendo, un rayito se coló brevemente entre las nubes y el horizonte para iluminar prado, nubes y acueducto. Tras todo el día nublado y lluvioso, aquello fue una explosión de colorido que aunque lo intenté, me quedé con las ganas de poder reproducir. Cuando mas intensa era la luz, mi posición no era la mejor posible con ese riachuelo encauzado y esos arbolitos estorbando por medio.

Cuando me moví para buscar un mejor encuadre, el sol me miró fijamente y me dijo, más o menos, «te j*des como herodes que yo ya he acabado mi jornada laboral» y se marchó. Por desgracia, nada que ver entre una foto y otra, aún habiendo sido hechas con sólo tres o cuatro minutos de diferencia.

En la penúltima visita a Moaña descubrimos el calamar de asiento, en aquel entonces a medio acabar. Hace un par de fines de semana volví a pasar por el mismo sitio y puedo confirmar y confirmo que el calamar está completo, pintado y a plena disposición del niñerío allí presente que lo usaba para subirse encima y que me hizo esperar un rato largo para poder sacar la foto sin tiernos infantes ejerciendo como escaladores encima.

Carril es el pueblito que queda justo a continuación de Villagarcía según se sale en dirección a Catoira. Es pequeñito y el día que lo visité me puse morado a sacar fotos gracias a la luminosidad de un sol que iba descendiendo lentamente. A mi espalda un tropel de gente cantaba y cantaba. Ese día había sido la famosa Fiesta de la almeja de Carril y la sobremesa se prolongaba (mucho) mas de lo habitual.

Para ser sinceros no sé si sería por las almejas o por el abundante vino con el que se acompañan, pero madre mía, qué mal cantaban, menuda colección de gallos y gorgoritos a destiempo…

Algún fin de semana que hace mal tiempo aprovecho y nos llevamos los perros a alguna playa, generalmente de Portugal, donde aprovechan para correr, saltar, chapuzar un rato y disfrutar lo suyo. Cuando vuelven a casa están tan cansados que se tumban y no dicen ni mú en el resto del día. El sábado pasado amenazaba lluvia así que allá nos fuimos. En una de las playas de Caminha hay una zona bastante llana que cuando la marea está baja se puede caminar un rato largo entre islita e islita o dentro del agua sin que te cubra mas que una cuarta. Al fondo se ve la Insua, esa fortaleza en la desembocadura del Miño a la que algún día tendré que ir aprovechando el servicio de barca-taxi existente en Caminha.