Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Cuando acaban los días de playa, empiezan los días de paseo. Este fin de semana decidí irme hacia Orense, que quizá sea la provincia de la que menos fotos tengo para publicar así que allá cogí carretera, por el medio se me ocurrió otra idea así que acabé cerca de Lalín y luego camino de Santiago. Muy en mi estilo. Quedando Carboeiro al lado me paré a ver si había cambiado algo, pero no, sigue igualito, un remanso de paz y tranquilidad en medio de un enorme bosque. Una lástima no tener sonido en las fotos porque ahora empezaría a sonar una música de jevi-metal-gótico a todo volumen que me hizo pegar un salto en la piedra.

Arrediós, a ver si van a estar haciendo aquí dentro una cosa satánica demoniosa de esas. Saco el zoom y veo dos personas de negro, una de ellas con falda larga. Ay, ay, ay… ¿qué será esto?

Mientras unos escaparían, yo allá me fui a investigar qué pasaba o los lectores de este blog nunca me perdonarían haberles dejado con la duda. Por la puerta de la foto no se veía nada, pero echando una ojeada por la puerta lateral que tiene un cristalito descubrí un montón de gente dentro vestida de negro, ellos camisa y pantalón, ellas de falda larga. Si llego a ver velas encendidas, una estrella de cinco puntas en el suelo o alguien con una calavera en la mano me escapo a reacción, pero me quedé más tranquilo al ver los pies de micrófono, las fundas de guitarra y una cámara de video, objetos todos ellos de escasa utilidad a la hora de hacer una misa negra. Me imagino que estarían grabando un videoclip o algo así, nada tétrico ni misterioso así que adiós interés.

Después de ver los nacimientos del río Miño, y antes de llegar a Ribadeo, hicimos una parada en A Pontenova donde recordaba de otra visita anterior camino de Taramundi unos hornos gigantes. Aquí los tenéis, cinco hornos de tamaño respetable (unos once metros de altura) junto a tres ejemplos de reciclado como son cada una de esas vagonetas.

Ya puestos busqué algo de información a ver qué se sabía de los hornos y me quedé asombrado porque menuda historia tienen. Se usaron desde primeros de siglo para eliminar por calcinación los residuos del hierro antes de venderlo en el mercado internacional y permanecieron en uso hasta los años sesenta.

Los hornos están bastante bien conservados, alguna rama que les sale, algo de musgo, alguna pintada pero bastante enteros.

Para los que conozcáis Ribadeo, desde A Pontenova salía el hierro en un ferrocarril de vía estrecha que acababa en el famoso cargadero de Ribadeo, donde lo embarcaban tras hacer treinta y cuatro kilómetros de recorrido. Por lo que leí este no es el cargadero original, el primero fue derrumbado y posteriormente reconstruido como el mirador que es ahora, exclusivamente de uso turístico.

Aquí tenéis una muestra de una nueva campaña del ayuntamiento de Vigo tendente a que la gente vaya andando en los trayectos cortos en vez de usar el coche. Mal futuro le veo a esta campaña, dado que el vigués medio considera que todo aquello situado a más de diez metros de su posición espacial actual es «lejos» y para ir lejos hay que usar el coche. Otras dos verdades universales del conductor vigués son que mi coche en doble fila «un momentito» (lo justo para tomar un café y leer el Marca) nunca estorba y que la triple fila está justificada si es para dejar mi coche «un momentito» (lo justo para tomar un café y leer el Marca).

Conste que los entiendo, yo soy peatón caminante, me gusta andar y un día normal hago entre cincuenta y ochenta minutos de pateo. Me ha mojado la típica burra que se pone a regar las macetas de su terraza sin molestarse en ver si pasa alguien por debajo, me ha caído polvo procedente de la guarra de mierda que sacude las alfombras a la calle a pesar de estar prohibido, he pisado (como no) mierda de perro gracias al cerdo que no la recogió, me juego la vida cruzando en pasos de cebra gracias a la cantidad de macarras al volante que vienen haciendo tramos de rallye, y no les llames la atención que aún por encima se te cabrean. En fin, cualquier día me empadrono de nuevo en Vigo y vuelvo a usar el coche hasta para llevar la basura.

Finalizamos la visita con la repetición de lo que ya indicábamos hace quince días, qué lástima que no esté más cuidado porque daba pena pasear por el medio de una iglesia enorme y encontrar goteras y musgo hasta en el altar.

Por no decir nada de las zarzas cayendo desde la parte superior. Salvo los monasterios que están totalmente en ruinas, nunca había visto uno con tal sensación de abandono. Asombradito te quedas pensando en lo que podía ser aquello y no es, o en las chorradas en las que luego se tira el dinero. En fin, somos así y nadie nos va a cambiar…

Verdad de perogrullo pero verdad verdadera, como decían los de aquel anuncio de telefonía, una y otra vez al llegar septiembre reaparecen estas flores en mi jardín para indicarme que es buen momento para espabilar. Un año más sigo sin saber cómo se llaman y un año más las disfrutaré un mes antes de que se sequen. La vida, que es cíclica.

Una de las cosas con las que hay que tener bastante cuidado a la hora de circular por la Galicia rural es la probabilidad más que probable, valga la rebuznancia, de encontrarse súbitamente con algún bicho en plena calzada. Y mientras que por algunas carreteras los bichos son mosquitos, aquí pueden ser vacas o caballos, como bien advierte esta señal en el Alto da Gañidoira. Unos metros mas adelante un par de equinos pastaban tranquilamente en el arcén. Con cuidadito, que ya he visto el aterrizaje de una vaca de media tonelada sobre un parabrisas ajeno y no resulta muy recomendable ni para el vehículo, ni para la vaca, ni para los ocupantes.

Nota posterior a la escritura de la entrada: si antes lo digo… ayer, seis heridos en el Corredor do Morrazo por un cascotazo con un grupo de caballos…

Visto que el run-rún del público empiezan a ser los comentarios tendentes a propagar una falacia según la cual yo tengo algo contra Vigo, que es una ciudad muy bonita, esta vez pondré una de las joyas de la corona como es la playa de Samil. Aquí la tenéis, un inmenso arenal de arena amarilla con su paseo y su zona verde adyacente. Espectacular. Impresionante. Digno de ser catalogado como la octava maravilla del universo mundial y parte del extranjero.

Para no infundir sospechas ésta vez me voy a callar lo del río Lagares (un poco ajquerosillo) que desemboca en una esquina de la playa, recuerdo cuando me bañaba aquí que me salían sarpullidos y no sabía porqué, ahora creo tener una mínima sospecha. Claro que como no voy ya no sé si siguen habiendo aquellos épicos problemas de aparcamiento y de masificación, si la gente sigue dejando tirada a la abuela toda la mañana en una de las mesas de piedra para que les reserve el sitio donde comer, si el paseo se sigue agrietando y resquebrajando mientras la gente pasa en bici a toda mecha esquivando paseantes, etc.

El caso es que para ver si estaba muy desencaminado en mis opiniones me puse a buscar un poco en internet, va y aparece esta página… os juro que no soy yo con otro seudónimo, pero apoyaría palabra por palabra lo que allí se dice. Y también me encontré éste archivo que mientras lo vas leyendo no puedes dejar de pensar «esto sí que lo he visto. Y esto. Y esto…», en especial la parte sobre cómo se conduce aquí. Ah, también hablan de Samil, de lo que era y lo que es ahora.

Ya hicimos una primera aproximación al «Parque del Agua» en Vilanova da Cerveira, donde a pesar del nombre no todo es referente al agua. Paseando un rato por él podemos encontrar parte de la ilustrísima excelentísima bravísima marina portuguesa representada por la patrullera que vigila el río Miño. Esta es sólo para ver y no tocar, si te hace ilusión soñar con subirte y empezar a soltarle cañonazos a las motoras de recreo que surcan el río, búscate otro entretenimiento porque va a ser que no.

También está una de las secuelas del puente que une Goián y Vilanova, anteriormente se cruzaba a base de ferry y ahora ese ferry se ha quedado sin trabajo así que lo han reconvertido en bar con terraza flotante en lugar de pedir subvenciones y el cobro de una tasa a todos aquellos que usen el puente, como se haría en España. Un lugar ideal para estar las noches de verano… con permiso de los mosquitos.

Si vas con niños pequeños y los quieres entretener no hay problema, les alquilas un chisme de estos y les dejas hacer sus primeros pinitos sobre ruedas en una pista que tienen para ellos. Aquí radica una empresa que se dedica a estos temas y otras alternativas de ocio, como alquiler de kayaks, rutas en bici, etc.

Por último, hasta un rocódromo. Hay tres bloques como éste, no es que sea muy espectacular pero para quien le guste me imagino que menos es nada.

Hace tiempo decía que Madeira era el reinado del «piedra y cemento, qué buen invento». En Aguiño no se quedaron atrás, en una península de rocas que sobresalen hacia el mar plantaron un paseillo tamaño autopista con una pasarela tamaño casi Puente de Rande que, hombre, habrá a quien le guste, pero a juicio del incauto relator que estas líneas suscribe se les fue un poquito la mano en las dimensiones y en el volumen de cemento. Ya se sabe que entre un diseño funcional, fino y elegante o un mazacote grandote, el 99% de las veces gana caballo grande, ande o no ande.

Toda una obra maestra de la ingeniería chimeneil, que será la única solución para alejar del tejado de paja de la palloza los rescoldos del fuego que puedan salir volando, pero estéticamente resulta un zapatazo en los ojos tanto ella como sus dos postes de soporte. Qué se le va a hacer, si estética y efectividad se pegan entre ellas. Se perdona porque el resto de la palloza era espectacular. Van volviendo las ganas de pasar por los Ancares, van volviendo las ganas de visitar Balboa, van volviendo las ganas de pegarse otra comilona como dios manda.