Todo un clásico de la geografÃa gallega. Dicen que no se le pueden poner puertas al campo. Puertas no sé, pero lo que son somieres con la misma función se ponen a cientos, aquà incluso combinado con una barandilla de altura media que sabe dios de donde habrá salido. Reciclaje puro, que aquà no se tira nada.
Iba todo feliz recorriendo la carretera que va de Viana do Bolo a La Rua, casi al final me paro a sacar unas fotos del rÃo que discurre allá abajo y, de pronto, aparecen a mi derecha una serie de casas en la ladera de una montaña junto con lo que parece un monasterio apoyado en un tremendo peñasco, conjunto del que en mi mas tierna ignorancia no tenÃa noticias, ni sabÃa que existiera, ni mucho menos que se encontrara ahÃ. Se trata del Santuario de Nuestra Señora de las Ermitas, mira que tiene años porque fue construido en el mil setecientos y pocos y me pregunto cómo es posible que, estando donde está, y con lo bonitos que son los alrededores, no sea un destino turÃstico o por lo menos lo promocionen un poquitito para darle vidilla a la comarca.
Ya veis, el sitio es fotogénico y tiene unas cuántas cosas que ver, con la iglesia, el pueblo, ruinas, el rÃo, un molino, etc.
Dentro de la iglesia, lo tÃpico de las iglesias. Bancos, altares y un retablo con una estatua de la virgen, supongo que la que da nombre al santuario.
Un detalle que me llamó la atención, por repetición, que no por novedoso: otro barquito colgando del techo, otra vez me quedo con la duda de saber a qué es debida tal ofrenda, además por la forma del barco debe ser de la época de la guerra de Cuba como mucho.
