Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

De primero, a ver cómo describo ésto asépticamente, sin acritud, que luego me dicen que me meto con Vigo. La zona de Samil en Vigo es una zona de playas, donde la gente va a la playa y poco más. En invierno no hay ni un alma y en verano aquello está repleto, con los típicos problemas de aparcamiento de cualquier playa masificada. En 2001, siendo alcalde de Vigo Carlos Príncipe, tuvo un ataque de clarividencia (o un golpe en la cabeza) y se le ocurrió hacer un «Museo de las palabras» precisamente allí, en uno de los aparcamientos de la playa. Cualquier persona normal se lo hubiera tomado a coña, pero claro, si lo dice el alcalde se pone la maquinaria municipal en marcha, se lo encargan a Cesar Portela (si, el del simpar cementerio de Finisterre) y en 2003 inauguraba. Aquí lo tenéis. En el diseño no es que se mataran mucho, un cuadrado y hala, pitando. Losetas por fuera, que menos mal, no se caen como en Villagarcía. Por dentro tampoco es especialmente espectacular.

El resultado, lo que cualquiera hubiera vaticinado. Aquello no lo visitaba ni el gato porque además de poco interesante, queda a desmano de todo. Fui a ver una exposición sobre sistemas de comunicación: un casco con dos tubos en las orejas para que sepas que escuchas en estéreo, unas pintadas para que sepas que también son sistemas de comunicación, unas señales de tráfico para que sepas que también las señales son sistemas de comunicación. Interés: absolutamente nulo. Ganas de volver: cero. Fueron cambiando los directores con idénticos resultados porque insisto, está total y absolutamente a desmano de todo. Si ya un museo como el Marco, en pleno centro de la ciudad, tiene un índice de visitantes calificable como de risa (y menos mal que es gratis), imagínate un «Museo de las palabras» en una esquina perdida de Vigo, una ciudad en la que creo que la cultura de este tipo importa francamente poco (uno como es rarito va a museos y exposiciones varias. Salvo excepciones, la asistencia media son cuatro pelagatos). Este fracaso, que en una empresa privada daría con el responsable de patitas en la calle, al ser público imaginaros el resultado: paga Juan Pueblo los gastos millonarios en mantenimiento porque ya que está hecho no lo vamos a tirar.

De unos años aquí han ampliado con conciertos de jazz, documentales, certámenes de video y demás. Sigue sin despegar, sigue sin ser un referente de nada pero bueno, paciencia, siete años no son nada a ver dentro de otros tantos cambia el cuento. Ultimamente parece que están muy felices con 23.000 visitas en un semestre, si de ahí quitamos los niños de los colegios que van de visita para que les dé el aire un día, mejor no empezar a hacer cuentas o podemos acabar llorando.

Todo un clásico de la geografía gallega. Dicen que no se le pueden poner puertas al campo. Puertas no sé, pero lo que son somieres con la misma función se ponen a cientos, aquí incluso combinado con una barandilla de altura media que sabe dios de donde habrá salido. Reciclaje puro, que aquí no se tira nada.

Iba todo feliz recorriendo la carretera que va de Viana do Bolo a La Rua, casi al final me paro a sacar unas fotos del río que discurre allá abajo y, de pronto, aparecen a mi derecha una serie de casas en la ladera de una montaña junto con lo que parece un monasterio apoyado en un tremendo peñasco, conjunto del que en mi mas tierna ignorancia no tenía noticias, ni sabía que existiera, ni mucho menos que se encontrara ahí. Se trata del Santuario de Nuestra Señora de las Ermitas, mira que tiene años porque fue construido en el mil setecientos y pocos y me pregunto cómo es posible que, estando donde está, y con lo bonitos que son los alrededores, no sea un destino turístico o por lo menos lo promocionen un poquitito para darle vidilla a la comarca.

Ya veis, el sitio es fotogénico y tiene unas cuántas cosas que ver, con la iglesia, el pueblo, ruinas, el río, un molino, etc.

Dentro de la iglesia, lo típico de las iglesias. Bancos, altares y un retablo con una estatua de la virgen, supongo que la que da nombre al santuario.

Un detalle que me llamó la atención, por repetición, que no por novedoso: otro barquito colgando del techo, otra vez me quedo con la duda de saber a qué es debida tal ofrenda, además por la forma del barco debe ser de la época de la guerra de Cuba como mucho.

Y hoy vamos a ver otro superclásico de las noches veraniegas en los pueblos de Galicia. Asoma uno a cualquiera de ellos y en el paisaje una docena de veces visto, un elemento nuevo del cual suele salir música llama nuestra atención. ¿Qué será?

Una carpa multiusos de feria, multiusos porque al mediodía suele servir para fiesta de papeo mientras que por la noche se reconvierte en pista protegida del relente nocturno, tan dañino para organismos entrados en años de esos que se han aprendido a sangre y fuego que lo que mata es la humedad.

Y bajo la carpa, como no, la orquesta similar a todas las orquestas, con su cantante femenina de vestidito más o menos corto pero siempre escaso, luciendo pierna y cantando pasodobles para disfrute de abundantes parejas maduritas aunque también bastantes de menor edad. En primera fila suele haber también uno con una borrachera tamaño XXL bailando solo y haciéndole gestos a la cantante en plan «dime a qué hora acabas y te paso a recoger en mi buga si recuerdo dónde lo dejé». El que no lo haya visto alguna vez, que tire la primera piedra…

Porque si en Hollywood tienen en lo alto un cartelón con las letras de su nombre, ¿a ver porqué en Foz van a ser menos?

Tiramos de ampliación y así podéis deleitaros mayormente en su contemplación. Qué letras, qué altura, lástima que la «Z» esté algo perjudicada y que los del poste repetidor de móviles no se hubieran buscado otra ubicación en vez de afear lo que podía resultar un símbolo del pueblo a lo largo de todo el mundo.

Galicia siempre fue tierra de campo, de vacas, de explotaciones ganaderas y lecheras. De un tiempo aquí las explotaciones ganaderas van de capa caída porque les pagan muy poco por la carne, pero quienes peor lo llevan son las explotaciones lecheras a las que las industrias lácteas aprovechan su posición de fuerza para pagarles cada vez menos y más tarde, cobrando menos de treinta céntimos por litro de leche cuando en el supermercado está bastante mas cara (España, ese país de intermediarios infinitos). Ultimamente todo son conflictos en el sector lechero, con bloqueos de fábricas y peticiones de boicot a las marcas que peor los tratan a base de pegatinas y carteles como éste.

De estas cosas me voy enterando porque salen en el telediario de la tele gallega, ese que uso para dormitar un rato después de comer excepto cuando sacan alguna de mis noticias favoritas. Hace poco hablaron de una planta de envasado de leche que tenía Leche Pascual en Outeiro de Rei, Lugo, porque la empresa decidió cerrarla, mandar al personal a la calle y adiós muy buenas a todos los ganaderos a los que les recogía la leche. Milagrosamente al final apareció una empresa que agrupa a varias cooperativas para alquilar la fábrica, reiniciar la actividad y producir una leche propia. Hasta hace poquito en casa consumíamos Leche Pascual, una de las mas caras del mercado. En el supermercado empecé a ver la «Deleite Galego», producida por la nueva empresa de Lugo, cincuenta céntimos más barata. En esto que se me dio por discurrir que si es la misma fábrica, recogen a las mismas cooperativas y la producen las mismas vacas, coño, aquello tiene que ser lo mismo… hale para casa un par de tetra brik para probar. Aquí tenéis la evidencia número uno.

¿Resultado? Si hay alguna diferencia será en el color del envase, porque yo no noto variación. Está bien rica y por lo de pronto se han ganado dos clientes mientras sigan manteniendo calidad, precio y no salgan en la tele por abusar de los productores. Tienen otra marca que aún no he probado, pero cuando la vi en el supermercado me pareció que estaban de coña. Y no, no me patrocinan el blog ni me mandan cajas de leche gratis, es que cuando se hace algo interesante y bueno aquí también hay que decirlo.

Una vez una mina deja de ser productiva se pueden hacer dos cosas: abandonarla, como tantas y tantas minas que se ven por ahí en desuso, o aprovecharla como han hecho en As Pontes de García Rodríguez para crear un enorme lago artificial. ¿Veis este lago tan grandote? Pues antes era una mina de carbón a cielo abierto.

En 2007 cerró la mina, en 2008 se empezó a llenar el lago y a día de hoy por lo que parece está prácticamente lleno. Aquí se pueden ver cómo en las orillas se algo se nota el origen artificial. Sólo se echa de menos un paseillo alrededor para poder contemplarlo todo porque hacer estas fotos fue una verdadera odisea, teniendo que irme al quinto pino, saltar vallas y aparcar en lugares muy poco recomendables.

Justo al lado sigue lo que parece un depósito de carbón para la central térmica. Ya véis el tamaño que tienen aquí las cosas, sean lagos enormes, altas montañas de carbón o maquinaria de dimensiones exageradas.

Para mas información, La Voz de Galicia tiene disponible un vídeo sobre la construcción y el llenado del lago bastante interesante.

Aquel que visite Vigo de primera impresión se parecerá que sus habitantes son muy cabizbajos. ¿Deprimidos por la crisis? ¿Tristes por la situación mundial? No, que va, es que si vas con la mirada en las nubes, en cuanto te despistas pisas una de estas:

En ciertas calles es increíble la cantidad de cerdos con perro, guarros a los que ves felices y contentos observando como su perro planta un pino y se largan sin siquiera hacer el menor intento por recogerlo. Así me gusta, civismo y consideración con el prójimo. Por mucha campaña de propaganda que haga el ayuntamiento diciendo que es una ciudad limpísima, preciosísima y muy «ísima» de la muerte, por mucha amenaza de multa, cuando voy andando a trabajar toca fijarse muy mucho en el suelo o te arriesgas a lo que te arriesgas. ¿Qué no me creéis? ¿Entonces porqué pondrá la gente estos carteles?

Además, si no es lo uno, es lo otro.

Y llueve sobre mojado, hace casi tres años estábamos en las mismas. A ver si pillo un cartel que ponga «Alfombras SI, guarras sacudiéndolas hacia la calle NO» para tocar otro de mis temas favoritos. Y sí, ya sé que las cacas de perro en las aceras no son exclusivas de Vigo, pero como es lo que me toca sufrir día tras día, de alguna forma tengo que desahogarme.

Cuando empieza la temporada de caza y te alejas de las ciudades para entrar en las carreteras apartadas nunca falta esta aparición, la omnipresente señal con la que hizo prácticas de tiro algún cazador. Bien sea con un pepinazo como éste o con una lluvia de perdigones, podemos apreciar como algunos hacen suyo aquel pensamiento de una ministra según la cual «el dinero público no es de nadie» así que la señal tampoco y se le puede pegar un tiro tranquilamente que ya se repondrá con dinero de nadie. Por cierto, menos mal que el del coche rojo no estaba en ese momento porque a poco mas le pegan un tiro en toda la cocorota.

Si te pusieran un simple «Perros no», como somos tan nuestros que sabemos mejor que nadie lo que es mejor para las aves, igual ni le hacíamos caso a las recomendaciones cuando vas a las dunas de Corrubedo. Pero claro, te lo piden de una manera tan simpática que es imposible ignorarlos.

Aunque también hay otro cartel que dice nada de pisar la dunas y otra cosa no sé, pero huellas se veían unas cuántas en la arena.