Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Ya digo que como Oporto me queda a un tiro de piedra (prácticamente), sigo yendo veces y veces así que vamos a seguir mostrando temas de interés para la humanidad como casi todo lo que sale en este blog. Lo primero es Exponor, el recinto internacional de exposiciones de Oporto, con un tamañito mas que notable situado al pie de la A28 a escasos kilómetros de Ikea. El equivalente en Vigo sería el IFEVI.

Otro lugar destacado es el Palacio de la Bolsa, en pleno centro de la ciudad a trescientos metros de la Ribeira. Es visitable, monumento nacional, el interior merece la pena (si os gustan los dorados) y podéis verlo aquí. Recomendable ir a Turismo, «Salas del Palacio» y «Ver Salas» para apreciar la joya de edificio que es.

Quien se lo iba a decir a mi madre, pasé de romper jarrones a cabezazos cuando era un tierno infante o tirarle huevos podridos a los vecinos a visitar monumentos nacionales, si se lo cuento no me cree.

Madre mía, cómo está ardiendo Portugal. Todos los días veo nubes enormes de color marrón levantarse aquí y allá, un día, otro, otro, el sábado sin ir más lejos tocó cerquita de Valença. Horas y horas de incendio, horas de ver el monte quemándose.

Desde mi casa se ven todas las montañas de Portugal que bordean el Miño y veo como la nube se extiende kilómetros y kilómetros. Incluso en Bayona se veía una nube marrón muy similar que tenía toda la pinta de provenir de un incendio, no sé si del mismo que se ve arriba u otro diferente.

Que parece que no, pero hay que ver cómo un incendio normalito genera kilómetros y kilómetros de nube oscura.

Es para darse con un canto en los dientes porque en Galicia no hay casi incendios a pesar de la ola de calor que nos persigue desde hace tiempo, me cuesta recordar un verano tan caluroso como éste del 2010 y sin embargo los incendios son contaditos.

Al hilo del comentario sobre las «cheias«, las subidas del río en Ponte de Lima, teníais que ver dónde está precisamente el mayor parking del pueblo, ese donde los fines de semana aparca todo el mundo: precisamente al ladito del río. Toda esta explanada antiguamente debía estar cubierta por el agua y si sube el nivel, evidentemente se inundaría.

Pero no hay problema, miedo ni temor, fin de semana tras fin de semana se llena de coches sea verano, sea invierno. Aunque da algo de repelús, cuando voy allí aplico el «allá donde fueres haz lo que vieres» y aparco en el mismo sitio. Malo será que suba el río mientras estoy yo. En esta segunda foto se puede ver una columna que no es columna, es un pelourinho también conocido como «picota» en castellano, el poste donde se exponía y castigaba a los criminales.

Como nunca falta el antojado que quiere ver el pelourinho mas cerca, pues nada, pelourinho de frente y mas grande para que no se quede nadie con las ganas.

Dentro de poco me quito estos problemas de encima. Si ponen los peajes, adiós visitas a Portugal, adiós a dejar un euro al sur de Galicia, para que aprendan a qué conduce la avaricia.

Hoy empezaré a comentar otra visita mas a Oporto, dividida en cuatro partes para leer en semanas consecutivas. Aquellos que conozcáis la ciudad, probablemente reconozcáis éste faro situado justo en la esquinita de la desembocadura del Duero y antes de todas las playas de la zona llamada «Foz do Douro».

Este es el faro de siempre, el de toda la vida. Pues bien, justo al lado han construido un espigón algo mas largo con con lo que también parece un faro de menor tamaño en la parte final.

En la parte inferior del espigón hay un túnel visitable que lleva hasta lo que se supone es el faro y en realidad creo que es un mirador desde el que ver el mar en día de tormenta puede ser un espectáculo sin igual. Allá me fui con intenciones de vivir la experiencia y magnífica suerte la mía, por una miserable gotera estaba cerrado el túnel en aplicación del protocolo de seguridad. Se podía visitar la exposición fotográfica en la entrada pero una vez alcanzado aquel pequeño cartelito amarillo que ponía «Suelo mojado», aquel que osara dar un paso mas recibiría el grito del guarda de seguridad «Caballero, media vuelta y pitando para fuera». Mala suerte, oiga…

En Galicia se llama «Pías» a esas tremendas piedras redondeadas que te encuentras por el monte acá y allá, podéis ver el tamañito si lo comparamos con la persona que está de pie o con las otras que están intentando escalarla por la derecha.

Ahora que para piedra grandota, la de Povoa de Lanhoso. Impresionante pedrusco en el que se asienta hasta un castillo. Según parece es el mayor monolito granítico (también conocido como «piedro») de Portugal y os puedo asegurar que las vistas desde arriba son la leche (no sé cuándo, pero tarde o temprano saldrán por aquí).

Debe ser cierto que ando necesitado de vacaciones, porque tras Mente Sucia I y Mente Sucia II, sigo viendo cosas raras allá donde voy, como en este parque de Arcos de Valdevez… a mi esta estatua me tiene una pinta rara que me recuerda no sé qué…

Pero tranquilos, eso pronto tendrá solución porque en cuanto implanten los peajes abusivos en las autovías del norte, las crónicas de Portugal las hará Rita la Cantaora que ni a mi ni a mis euros nos vuelven a ver el pelo. Aunque primero tendrían que aclararse, es tanta la avaricia y tantas las ganas de cobrar, que se embalan y se olvidan que para poder cobrar, por lo menos hay que decidir cómo y cuándo lo vas a hacer. Menuda colección de chapuzas, cambios sobre la marcha e improvisaciones se ha marcado el Gobierno portugués en este tema. Si son iguales con todas las leyes, pobre país.

A mi lo de la Iglesia ni fu ni fa, mas fa que fu, pero si uno va hasta Barcelos, encuentra una iglesia bastante apañadita en pleno centro del pueblo, la luz es bonita con un cielo lleno de nubecitas lineales y nos entretiene con un concierto de campanas, pues mira, qué menos que sacarle una foto y ponerla por aquí para conocimiento del mundo mundial.

El campanario de Barcelos debía ser el único sitio libre de gallos en toda la ciudad, aunque para compensar tenía uno de tamaño respetable a mi derecha mirándome fijamente.

Una de las actividades mas entretenidas cuando sales por ahí con la cámara es la de retratar bicherío vario, suele ser fuente de buenas fotos a poco que te pongas. Si además los animalitos son medianamente exóticos, mejor que mejor, no me negaréis que retratar una vaca tiene su glamour, pero puestos a elegir entre vaca o flamencos en su habitat del Loro Parque tinerfeño, me quedo con lo segundo.

Mejor incluso es fotografiar pingüinos, bicho tan patoso como fotogénico que además parece entrarle a todo el mundo por el ojo derecho. ¿Loro Parque? Pingüinos.

¿Zoo de la Magdalena en Santander? Foto de familia de los pingüinos. Y así sucesivamente…

Vilanova da Cerveira es conocida primero por su afamada feria de los sábados, segundo por sus ciervos, tercero por su alce y desde hace poco por algo más que creo poca gente conocerá, que al 99% del personal sacándolo de la feria es que ni en los ciervos se habrán fijado cuanto menos para acercarse hasta el parque situado al final del paseo del río. Lo que antes era un campo a monte ahora lo han transformado en un parque dedicado al agua con estos inventos llenos de chorritos de agua que vienen y van, o cañones de agua para remojar a todo el que se ponga delante.

Claro que no todo es agua. También podemos encontrar, como en todo parque, curiosas estatuas tal que este donut gigante de piedra allí plantado.

En la parte exterior del parque del agua hay mas sitios donde pasear, un rocódromo, una cafetería y una tienda de alquiler de algo que, no sé si llamarle bicicletas, triciclos o tumbaciclos, porque es una rueda grande atrás, dos pequeñas delante, vas absolutamente tumbado y los pedales quedan al frente. Extraño parece, tengo ganas de probarlo porque estos cacharros siempre me llamaron la atención.

Pensé que era bruto podando los arbolitos de mi jardín pero, como siempre, a todo hay quien me gane. Así también acabo yo rapidito, no te jode…