Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Otro de los lugares de interés que esconde Oporto es la famosa Librería Lello e Irmao. Para llegar a ella lo mejor es partir de la Torre de los Clérigos, desde esa misma posición recorres doscientos metros pasando por la izquierda de la torre y a mano izquierda también verás una callecita que sube. Es por ahí, no tienes pérdida, cuando veas el único edificio con un montón de gente delante, es ese, con su frontal inconfundible.

La librería en sí es relativamente pequeña, dos pisos de madera, estéticamente muy bonita. Había bastante gente dentro sobre todo en el piso de arriba, uno de cada cien iba a ver los libros y los otros noventa y nueve, a ver el local.

Lo mas famoso es la archiconocida escalera de madera, trabajadísima y que a los que hayáis visto las películas de Harry Potter os debe sonar de algo.

Una vidriera remata el techo con el lema de la librería «Decus in labore», traducido es «honor en el trabajo», esa frase que al 99% de los españoles le suena a chino.

Un poquito antes de llegar al faro se puede ver sobre las rocas lo que en breve me imagino serán unas piscinas de agua salada. Aquí, como en Madeira, si hay que echar cemento sobre las piedras no se cortan un pelo.

Al fondo de todo se puede ver una puntita de rocas sobre la que han construido un mirador, una ermita y un restaurante también visitables. A estas alturas, los colores, el azul del mar, el cielo, las rocas, todo me tenía obnubilado y pegándome una panzada a sacar fotos que pocas veces he sacado tantas en tan poco recorrido.

Pasada la zona portuaria, el faro y el fuerte, llegamos al paseo marítimo en sí. Grandote, ancho, bastante largo, con edificios y locales comerciales a la derecha y playa a la izquierda. Si eres de los que te gusta pasear, estás de enhorabuena porque aquí tienes kilómetros para entretenerte. Si no me equivoco, esta zona creo que se llama Leça da Palmeira. Del puerto hacia Oporto ciudad es Matosinhos.

La foto anterior la saqué desde mas o menos la mitad del paseo. Al fondo de todo se encuentra un faro moderno en perfecto estado e integrado en el paisaje. Al tener el sol a media altura justo detrás mía iluminándolo todo en su justo punto me hinché a sacarle fotos, como está mandado.

Si todo ha ido bien, aparecerá un antiguo faro al frente, actualmente creo que está en desuso.

A la derecha tenemos esta fortaleza. Allá donde había un puerto, un muelle, una ciudad costera, no es nada raro encontrar una fortaleza como ésta (la variedad constructiva es asombrosamente reducida, o lo que es lo mismo, son todas iguales). Actualmente unas son visitables, otras no.

Ese día aparecí por allí a la hora de dormir la siesta, y en Portugal, cuando hay que dormir la siesta, duermen hasta los perros. En el césped y al solete, se lo debían estar pasando de miedo.

Durante unos días vamos a ir viendo una serie de fotos de una de las zonas mas desconocidas de Oporto, no por ello menos interesante. Cuando hablamos de esa ciudad la gente inmediatamente piensa en la Ribeira, las bodegas y ahora Ikea. A poca gente se le ocurre pensar en Leixoes, que es la terminal de carga marítima de Oporto. Sin embargo, si te gustan las playas y los paseos marítimos, vete pensando en hacerle una visita. Yendo por la A28 al poco de pasar Ikea te desvías a la derecha por la salida de Leixoes. Lo primero que deberías ver es algo así a tu izquierda.

Fijándose un poco más podemos incluso ver a las palomas ociosas echarse una siesta al sol encima de una valla.

Un poquito mas adelante aparece un puente levadizo, siempre a tu izquierda (a la derecha está el cuartel de los bomberos). Me gustaría ver cómo funciona, porque el diseño es bastante curioso con esas curvas, pilares y tirantes. Si te encuentras en la orilla contraria es que te has equivocado. Puedes dar la vuelta o seguir hasta el fondo, girar a la izquierda y aparecerá Matosinhos con un montón de restaurantes especializados en pescaditos. Pasar por allí a la hora de comer es un suplicio por el tremendo olor a pescado a la plancha que sale, y con lo que me gusta voy dejando un reguero de babas por todo el camino.

Lo dicho, puente a la izquierda y seguimos derechitos para encontrar lo que veréis la semana que viene.

Hace tiempo hice una entrada referente a Toledo que se llamaba «Arriesgando la chapa» en la que hacía referencia a la estrechez de las callejuelas y el riesgo que suponía para la integridad de los vehículos. Cachis la mar, y todo este tiempo sin decir nada de las puertas de entrada o salida de Valença do Minho, que no se quedan atrás en lo que a riesgo se refiere. Cuántos espejos retrovisores se habrán quedado en el camino.

Alguna vez ya había comentado con el ejemplo de Jacinta que aunque gallego y portugués sean muy similares, tienen sus diferencias que pueden dar lugar a malos entendidos. Como por ejemplo mexa, en portugués mueva y en gallego mea, que nos podría llevar a pensar que en portugal tienen un sistema para mear sin dolor de rodilla, qué bien.

Y luego llegamos al otro anuncio… el del rabo del bebé. Casi ná. Y lo peor de todo es que lo tiene asado, y le decimos adiós así que igual se lo van a quitar… madre mía, qué escabechina se avecina.

Hace unos años los portugueses eran conocidos en Vigo por dos cosas, por venir de compras al Corte Inglés en un coche de gama alta o a la playa de Samil en autobús, buscar un trocito de verde, sacar mantel o toalla y a comer o a dormir se ha dicho. Los tiempos van cambiando, lo primero se resiente por la cantidad de centros comerciales que han abierto aquí y allá, y lo segundo también porque ahora hay zonas recreativas por todos lados. Para ir a Madeira el pasado mes de agosto salimos desde el aeropuerto de Oporto. Allí, mientras esperábamos, pude ver una imagen que me llevó hasta aquellos tiempos. Un trocito de césped bien cortado al lado de la entrada del aeropuerto era suficiente para que alguien sacara de toalla y hala, a dormir la siesta. Si no hay toalla da igual, nos recostamos contra una columna a la que un avispado ingeniero le dio la forma ideal y continuamos la faena.

Espero que las rubias no se den por aludidas y abandonen en masa este blog al ver las fotos de las vacas, pero bueno, hoy toca disquisición zoológica sobre un hecho curioso que sucede a este y al otro lado de la frontera gallega. La «rubia» es la raza de vaca gallega de toda la vida, la de color canela, también se puede encontrar por Asturias y de hecho, alguna he mostrado ya. Al cruzar la frontera aparecen vacas del mismo color pero con una diferencia fundamental, la exagerada cornamenta.

No sé, igual es la promiscuidad campestre la que fomenta semejante criadero de cuernos, que como véis es algo fuera de lo común. Esta en concreto debe haber rascado todo el techo del establo con semejantes apendices craneales.

Ya lo había comentado antes, pero conforme veo más ejemplos, más me reafirmo en que los fabricantes de artículos religiosos portugueses tienen un serio problema con las proporciones. ¿O es que aquí no hay algo que no cuadra?