Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Aunque el refrán diga «lo que mal empieza, mal acaba», en este caso vamos a cambiarlo por «lo que mal empieza, bien acaba». Empezaba mal porque el día que teníamos pensado visitar la playa de las Catedrales, donde se supone que alguna foto vas a sacar, era el elegido por mi cámara para anunciar batería baja a las once de la mañana. Huy… ¿qué tenía que haber hecho ayer por la noche y se me olvidó (malpensados abstenerse)? Por supuesto llevar baterías de repuesto es de cobardes y soy de los que no llevan cargador conectable al mechero del coche ni a otro ente suministrador de energía distinto de los enchufes de toda la vida, eso sería facilitar demasiado las cosas y acabaría no teniendo nada que contar aquí. ¿Cómo se solucionó? Aprovechamos para comer en el «Mesón O Barril», cerca de la famosa playa. Aquí tenéis foto del local porque en llegando a los alrededores y escuchando el sonido de vuestras tripas, podéis entrar sin dudarlo que cosa rica cosa buena de comer deberíais encontrar.

Tienen una parte en la entrada mas de tapeo, donde las mesas son barriles, y otro comedor interior para estómagos que demanden mayor abundancia y contundencia en el menú. Nos pusieron una de pulpo al ajillo y otra de chipirones, ambas riquísimas, bastante baratas y acompañadas de media barra de pan con algo por encima como aceite y ajo que estaba de morirse. En estas estábamos cuando la cámara también quería alimentarse, y no de pulpo precisamente. Listo para solucionar el asunto, puse mi mejor cara de pena cuando el camarero llegaba cargado con la comida. Aquí me tenéis diciendo «présteme un enchufe por favor señor por favor señor por favor señor por favor señor por favor señor»…

…y funcionó, ahí tenéis el cargador de baterías conectado a la tragaperras. Por los pelos, decía el título de la entrada. Qué bien me vino, un par de horitas mas tarde me hinchaba a sacar fotos de la Romería de la playa de las Catedrales, que más pronto que tarde podréis ver aquí.

Pues va a ser que si, que se llevan los agujeros en las estatuas. Da igual que pasemos por Sarria, donde aparece este abrelatas gigante con su agujero grande y sus siete agujeros pequeñitos…

…como estas dos, con sus cuatro agujeros cada una. Decir que a estas horas de la noche se aprecia claramente como ambas figuras representan una procesión de la Santa Compaña con su seriedad y formalismo, en línea, uno erguido delante y otro con joroba detrás, ambos con cuatro agujeros porque dos son los ojos y otros dos los agujeros de la túnica gris con la que se cubren. Si te parece ridículo, tenías que haber oído las explicaciones que dan algunos para entender sus obras…

Y por último nos vamos a La Toja, donde podemos ver esta. Se refiere a un cíclope enrolado en la Santa Compaña que camina de lado a la pata coja, de ahí el lateral inclinado. Tiene tres agujeros porque los cíclopes tienen un ojo pero los uniformes estándar de la Santa Compaña tienen dos, así no coincide el ojo del cíclope con los agujeros y va golpeándose con todo lo que encuentra. Es por eso que la piedra tiene la superficie rascada y estriada.

Palabrita que no he bebido, oiga, que sólo es la interpretación clara, simple, llana y empírico-metafísica de las estatuas que voy retratando.

Esta fuente la podéis encontrar al cruzar Becerreá. Sin embargo, lo interesante no es la fuente, es la puerta de detrás que parece como de una cuadra, aunque hasta tengo dudas sobre si será la puerta de entrada de la casa. En mis tiempos en las cuadras se guardaban animales, aquí se ve que se guardan taxis. Lo que no alcanzo a comprender es cómo harán para entrar y salir, lo que es por esa puerta seguro que no pasa salvo que sea un bici-taxi.

Justo al lado de Viveiro tenemos el puerto de Celeiro, que si no me equivoco es junto con Burela el de mayor movimiento de la costa lucense. Con su espigón de abrigo, su lonja, sus barquitos, otro año me habría acercado más y retratado barcos, boyas, pescaditos y demás, pero de esta vez me pilló pelín vago así que foto de lejos y vamos que chutamos.

Cuando dejé listo el borrador de esta entrada me imaginaba que, ya que la semana pasada la iba a dedicar a recorrer la Mariña lucense y Asturias, de paso por Viveiro sacaría alguna foto más del puerto y completaba la entrada. Pues nada de nada, oiga, igual de vago que la primera vez, me dediqué a recorrer la ciudad y comer como está mandado así que en vez del puerto lo que os voy a mostrar son las «Fabes con almejas» que nos zampamos pero no en Viveiro, sino en Tapia de Casariego, que estaban de un rico que no veas.

En lugo también han caído en esa tentación que tan poco me gusta, los experimentos creativos con chapa de hierro oxidado. A escasos metros del monumento del bimilenario se puede ver esta especie de pajarita hecha en papiroflexia de chapa que, oiga, la mire por donde la mire a mi no me acaba de convencer por ningún lado, desventajas de ser un cateto a estribor.

Caminando por los montes lucenses no es raro encontrar a lado del camino cajas como éstas. Son colmenas de las que se obtiene miel, y últimamente noticia porque cada vez hay menos abejas. No se sabe porqué, si a causa de los pesticidas que se usan para otros cultivos, por los ácaros o por otra razón, el caso es que el número de colmenas se sigue reduciendo año tras año. Una pena, visitando pueblos perdidos no es raro encontrar algún sitio donde venden miel y está bien buena.

Por cierto, ni que decir tiene que al lado de una de estas cajas procura no montar escándalo, si te pasa cerca una abeja no la molestes, no hagas aspavientos, no pegues gritos. Piensa que si te pica una, te aguantas y en paz, pero si se cabrea la colmena entera vas a tener un problemilla de tamaño respetable.

Si bien cuando hablamos de «casa rural» a casi todo el mundo le viene a la cabeza una preciosa casa antigua renovada con sus habitaciones estilo hace cincuenta años y comodidades de hoy en día donde pasar un fin de semana de relax, conforme uno va recorriendo pequeños pueblos por zonas escasamente pobladas, la casa rural que mas aparece es justo esta que veis en la foto con sus únicos e inimitables elementos distintivos: la pared hecha de ese tipo de piedra, forraje saliendo por las ventanas sin ventanas, los grelos a la puerta y ese cartel de Husqvarna, un clásico del rural gallego. No tiene tanto glamour como las otras, pero de estas hay más y siempre tienen plazas y pulgas libres.

Así los recuerdo en febrero, la última vez que pasé cerca de Becerreá en dirección a los Ancares. Impresionaba ver una gran extensión llena de árboles sin una hoja y un colorido entre verdoso, supongo que por los líquenes pegados a las ramas, y rojizo por el resto de vegetación seca. Daban la impresión de estar mas muertos que carracuca pero seguro que con la llegada de la primavera lucen de un verde frondoso y abundante que da gusto verlos.

En casa me sucede lo mismo con un arce rojo y un olivo, en invierno se quedan como un palo el uno porque le caen todas las hojas y el otro porque lo podo a lo salvaje. Es llegar la primavera y florecen que no sabes de donde sacan energía para tanto brote.

Ningún lugar o cuántos lugares iguales, recorriendo carreteras comarcales de la provincia de Lugo en otoño-invierno (hay que ver qué entretenimientos tienen algunos, pudiendo quedarse en casita calentito viendo la tele) hay veces que tienes una sensación múltiple y reiterada de «por aquí ya he pasado». Un montón de pueblos podrían corresponder a esta misma fotografía: prados verdes alrededor, construcción típica de aldea gallega, techos de pizarra, niebla y poalla. Estéticamente bonito, pero no apto para depresivos.

Aunque viendo el poste kilométrico éste sí que podría ser considerado un ningún lugar: ni carretera, ni kilómetro, ni ná de ná.

No, no es un dibujo animado japonés ni el primo de Godzilla, que para información de todos aquellos que llegan a este blog preguntándoselo, NO EXISTE. Esto tan feo que véis es un dispositivo anticalambres, también llamado «Mecanismo Ecológico Para Prevenir La Electrocución De Las Aves Y Otros Bichos Voladores» que he visto por el sur de Lugo, invento que no está nada mal si con ello se consigue evitar que alguna cigüeña pase a mejor vida por poner su nido donde no debía o por posarse allá donde pasan muchos voltios bajo sus patas. Si a eso le sumamos las bases que ponen en otros postes sin tensión eléctrica para que puedan anidar fácilmente, obtenemos cigüeñas contentas y felices sin mas preocupaciones que evitar la extinción de la especie. A los humanos no nos dan casa, el ministerio de Hacienda sólo da preocupaciones y así no hay quien se motive para la continuación de la especie. Si tenemos la mala suerte de tocar un cable de alta tensión seguro que nos cobran hasta los gastos de limpieza de churrascazo. Al final va a ser una pena no haber nacido cigüeña.