Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Hay que reconocer que Sarria me sorprendió un montón la última vez que la visité, allá por septiembre. Recordaba una ciudad, un río y poco mas. Entré por una parte llena de edificios nuevos, similar a las partes nuevas de todas las ciudades. Aparqué y me acerqué al paseo del río, hacía buen tiempo y mucha gente aprovechaba el domingo para tomar el aire y dar una vuelta. Luego fui al casco viejo (la parte alta de la ciudad) lleno de peregrinos haciendo el camino de Santiago, albergues y sitios donde tomar tapas. Mas arriba aún encontré el castillo, totalmente en ruinas, y unas vistas magníficas. Con un poco de suerte le echo ganas e iré sacando fotos que ilustren todo esto que os estoy contando.

Una cosa que me gusta de andar por ahí sin rumbo fijo es que nunca sabes qué te vas a encontrar, así que voy con los ojos bien abiertos parándome en todo aquello que me llama la atención. Tanto me da que sean iglesias, acantilados, carteles, barrancos o cosas tan simples como recoger el maiz a máquina, algo que nunca había visto. Al lado de la carretera iba trabajando una cosechadora que mientras avanzaba recogía el maiz y lo enviaba triturado a un tractor.

No veáis a qué velocidad iba el proceso, en un par de minutos mirad lo que hizo. La de gente que se necesitaría para hacer lo mismo.

Imágenes cotidianas a veces provocan preguntas extraordinarias, como por ejemplo saber cuál es la intención de aquellos que colocan seis huchas de limosnas a la puerta de una iglesia en Viveiro, si hacernos elegir entre una de seis ranuras, si hacernos dividir la limosna inicial entre seis o es un método de marketing para que multipliquemos la limosna inicial por seis, una para cada hucha y tener contentos a todos los santos, no en vano cada ranura tiene situada encima una placa con el nombre del destinatario.

Sabiendo lo que nos gustan a todos las medidas y estadísticas, si el señor cura fuera inteligente podría poner en la puerta una gráfica con las limosnas obtenidas por cada santo semanalmente y el acumulado a lo largo del año. Sabiendo también lo que nos gusta quedar de primeros y superar al contrario, seguramente los devotos de cada santo visitarían las huchas con mas asiduidad para que su patrocinado subiera en la escala. Rizando el rizo también podríamos nominar al último cada semana para abandonar la iglesia, si no quieres que San Francisco sea nominado, envia PACO al 7777, coste del mensaje 1,5 € i.i… dios… tengo que dormir mas que ya empiezo a desvariar…

Así es conocido el hecho de que en Galicia mucha gente tiene su terrenito al lado de casa, monta una huerta con unos repollos, lechugas, tomates, algún frutal, cuatro cosas mas, unas gallinitas, un cerdito, algo de vino que saco de cuatro vides y ríete tú de los hipermercados, que ya tenemos medio arreglado el asunto del comer y beber. Por curioso que parezca incluso a pocos metros del centro de las ciudades puedes encontrar pequeños campos cultivados por sus dueños que han ido sobreviviendo la fiebre urbanizadora. Este ya pilla un poco mas alejado (era en un pueblito de Lugo) aunque los fundamentos siguen siendo los mismos.

Otra opción es lo que hago yo, me llevo bien con todos los vecinos y como soy un encanto, reparten…

Al fondo de la Plaza Mayor y bajando una calleja encontramos la catedral de Lugo. Bastante mas pequeñita que la de Santiago, a lo tonto, a lo tonto pasa ya de los setecientos años de edad. Me descubro ante la calidad de construcción que empleaban por aquellos entonces, dudo yo que mi casa dure lo mismo y eso que ahora los constructores tienen todos los medios técnicos que quieran y mas. Esta es la fachada, en una de las puertas laterales fue donde pudimos presenciar la visita teatralizada de la ciudad.

Cuando voy a sacar fotos a zonas perdidas de monte suelo llevar mi neverita en el coche cargada con comida y bebida variada, generalmente sandwiches, latas, galletas, yogures y fruta. Como no sé si la hora de comer me va a dar cerca de algún sitio habitado, lo que hago es andar a mi aire y al notar hambre me paro en cualquier sitio con buenas vistas a comer de picnic tan ricamente disfrutando de la naturaleza. No necesito perder dos horas en comer de restaurante cuando las puedo aprovechar mejor con lo que de veras me gusta, ver cosas y fotografiarlas.

En la última visita al Caurel así lo hice. A eso de las dos y media de la tarde paramos en una especie de mirador con un muro al lado, nos sentamos, sacamos material y a comer se ha dicho. Poco me podía imaginar quienes tendría de compañeras al otro lado de ese muro. Por esa zona tienen colmenas en medio del monte, pero rodeadas por un muro de piedra según me contaron para evitar que los osos se las zampen. Anda que si las vecinas se llegan a enterar del despliegue de comida que había al otro lado del muro y aparecen en tropel no nos íbamos a reir ni ná…

Tras la no-visita al Castillo de Pambre ya decía que con este tipo de monumentos es cuestión de tiempo poder visitarlos. Recientemente ha habido una variación sustantiva que puede acelerar ese proceso, el fallecimiento del legítimo dueño del castillo y la donación a los Misioneros de los hermanos pobres que según parece, prefieren venderlo para uso público y con el dinero poder seguir desarrollando su misión. Lo dicho, cuestión de tiempo llegar a visitar el interior y verlo enterito.

Cuando subes hacia el Monasterio de San Vicente aparece a mano izquierda, en una pared de la colina sobre la que está el monasterio, ésta pequeña capilla que me llamó la atención precisamente por la sensación de haber aprovechado una piedra en una esquinita para meterla y allí quedó. De momento tiene menos éxito que la de Lourdes, pero no descartamos que en un futuro pueda mejorar.

Realmente no es el último, pero le da un énfasis al título que ni que fuera a hablar de una peli de Gary Cooper. La saqué en Monforte y me sirve para reflexionar cómo este pueblo había crecido lo que creció a la sombra de la Renfe llegando a ser un importante nudo ferroviario y ahora que no lo es lleva tiempo de capa (muy) caída. Es lo que tiene jugarse prácticamente todo a una carta, si esa carta te falla estás vendido. Otra ciudad que juega al mismo juego es Vigo y su casi absoluta dependencia de Citroen, cualquier reducción brusca de la empresa automovilística haría que la ciudad las pasara canutas. Pero como nos gusta jugar fuerte, aunque se sepa, la ciudad prefiere vivir arriesgadamente y como mucho pensar a quien le vamos a echar la culpa si las cosas van mal.

Hace tiempo publiqué una entrada llamada Tres puentes que hacía referencia a los que se encuentran en la ría del Barqueiro. Revisando fotos antiguas apareció una en la que se aprecian mejor los tres puentes, aunque el primero y el segundo se superpongan haciendo creer que sólo hay dos. Esta proviene del escaneado de una diapositiva y para hacerla mas o menos visible le ha quedado un tonillo a postal antigua, cosa tampoco muy extraña porque la foto fue sacada en 1990. Pedazo playa, ¿verdad?