Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Situada en un edificio anexo al renovado Gran Hotel de Mondariz, provee de agua milagrosa buena-para-todo mala-para-nada a todo aquel que allí se aproxima siempre y cuando sea capaz de vencer el asquito que da beber agua con sabor a huevos podridos. Yo soy poco aprensivo pero una y no mas santo Tomás, por muy agua mineral acídulo alcalina carbónico-ferruginosa que sea. Me quedo con lo tranquilo del entorno y lo puro del aire circundante que también es muy bueno para la salud.

Y al final reventó de verdad la tubería. Menuda inundación el jueves en Vigo, reventó en pleno centro y empezó a salir una cantidad tremenda de agua acompañada incluso de algunas piedras que debían estar guardadas en la arqueta porque lo que es aquí, tirar, no se tira nada.

Al final de la bajada empezó a acumularse el agua y los coches no circulaban sino navegaban.

Por supuesto un montón de curiosos viendo con interés lo que allí pasaba, la policía impidiendo que se acercaran, uno con una cámara de video, un servidor sacando un montón de fotos con el móvil… vamos, que por entretenimiento que no sea.

¿Que estás poco inspirado con la cámara y no se te ocurre qué hacer? Busca un río con piedras, vete al amanecer o atardecer, llévate el trípode, selecciona una velocidad baja y dispara a discreción. Aunque técnicamente no tengan mucha historia, suele salir una cosecha de fotos muy agradables a la vista.

A veces, con esto de tomarse la vida a coña la mayor parte de las veces, me centro mas en los aspectos jocosos de un sitio dejándome otros mas interesantes para otra ocasión. Hace tiempo me pasó hablando sobre Barra de Miño, que uno se queda con lo primero que ve y se olvida otras hay cosas como que si vas buscando aspectos naturales, los vas a encontrar de sobra al estar a la orilla del Miño y tener vegetación en abundancia.

De esas fotos que merece la pena pinchar en ella con el ratón para verla un poquito mas grande. Fue sacada desde el mismo sitio que la primera del enlace que pongo arriba, sólo girándome noventa grados a la derecha.

Una de las cosas que suelo perseguir habitualmente son los reflejos en ríos, charcos, fuentes y similares. No sé porqué extraño fenómeno, aunque supongo que tendrá que ver con el fenómeno que maneja la cámara, cuando el cielo está blanquecino y lo damos por inútil para las fotos, en el agua se refleja con todo su esplendor. Palabrita del niño jesús que ese día en Orense el cielo no valía para malgastar una foto y en cambio así estaba el río…

Casi en el centro de Orense tenemos los jardines de las Burgas con sus fuentes de agua calentita, creo recordar que salía a casi 70ºC. En el medio está la Burga de abajo, una pedazo fuente de estilo neoclásico. Subiendo un poquito mas, la Burga de arriba que viene siento también una fuente pero bastante mas cutrecilla y un par de estatuas modernas. Lo mejor de todo, ésto en uno de los jardines.

Es lo que debieron ver en Burgos el 11-6-1874 y el 5-6-1930, cosa curiosa que sea en junio y no en invierno cuando el agua llegó hasta esas alturas indicadas en una de las columnas que van a dar a la Plaza Mayor. Para quien no conozca la ciudad, es muy llana salvo el trozo de la subida al castillo y el río se encuentra canalizado allá al fondo después de una valla. Aquí se puede ver con el Google Maps, el río es esa franja oscura por abajo y la Plaza Mayores eso rojo de la parte superior.

Como ciudad me gusta mucho, muy agradable para pasear, gente amable, muchas cosas que ver. La Catedral es impresionante. La visité por primera vez hace unos diez años. Entrabas visitabas, una persona hacía de guía, te contaba la historia del Papamoscas y al final le pagabas «la voluntad». Ahora, sólo por entrar empieza soltando cuatro euros por barba. Algún día tendremos que hablar sobre el asombroso parecido que para mucha gente hay entre un turista y un pollo que desplumar.

Siguiendo la carretera antigua que sale de Orense camino de Os Peares, esa que tiene el río a la derecha, diez kilómetros (de curvas) mas adelante hay un curioso pueblito llamado Barra de Miño que no tiene nada, salvo un par de chiringuitos en la orilla del río en los que se tiene que estar de miedo esas noches veraniegas de calor en Orense.

También pude apreciar un sistema puntero en protección de altavoces. Increíble la adaptación al medio del hostelero ibérico que le lleva a suplir con un derroche de ingenio las posibles carencias materiales.

En su día ya lo dije, Galicia es la tierra del agua. Y una zona donde abunda especialmente es en El Rosal, al sur de Pontevedra, generalmente en forma de pequeños riachuelos como este que van a dar al Miño. Sitio precioso para hacer excursiones, con montes, magníficas vistas, agua, campos, animales y hasta varias bodegas de vino albariño que pueden ser visitadas.

El ingenio del hombre no tiene límites. Como el agua no está tratada, se usa una cañería en forma de… en forma de «eso» de modo que el microbio, al llegar propulsado por el agua, se da de golpes en la cabeza con el metal a cada curva y llega el pobre tan perjudicado a la jarra, garrafa o vaso que ya no es capaz de hacer mal. Si esto mismo nos lo vendiera una empresa farmacéutica seguramente saldría por un ojo de la cara cada tramo de tubería y lo habrían patentado de modo que al que no pague, tubo sin curvas.