Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Aquí tenéis una muestra de una nueva campaña del ayuntamiento de Vigo tendente a que la gente vaya andando en los trayectos cortos en vez de usar el coche. Mal futuro le veo a esta campaña, dado que el vigués medio considera que todo aquello situado a más de diez metros de su posición espacial actual es «lejos» y para ir lejos hay que usar el coche. Otras dos verdades universales del conductor vigués son que mi coche en doble fila «un momentito» (lo justo para tomar un café y leer el Marca) nunca estorba y que la triple fila está justificada si es para dejar mi coche «un momentito» (lo justo para tomar un café y leer el Marca).

Conste que los entiendo, yo soy peatón caminante, me gusta andar y un día normal hago entre cincuenta y ochenta minutos de pateo. Me ha mojado la típica burra que se pone a regar las macetas de su terraza sin molestarse en ver si pasa alguien por debajo, me ha caído polvo procedente de la guarra de mierda que sacude las alfombras a la calle a pesar de estar prohibido, he pisado (como no) mierda de perro gracias al cerdo que no la recogió, me juego la vida cruzando en pasos de cebra gracias a la cantidad de macarras al volante que vienen haciendo tramos de rallye, y no les llames la atención que aún por encima se te cabrean. En fin, cualquier día me empadrono de nuevo en Vigo y vuelvo a usar el coche hasta para llevar la basura.

Una de las cosas con las que hay que tener bastante cuidado a la hora de circular por la Galicia rural es la probabilidad más que probable, valga la rebuznancia, de encontrarse súbitamente con algún bicho en plena calzada. Y mientras que por algunas carreteras los bichos son mosquitos, aquí pueden ser vacas o caballos, como bien advierte esta señal en el Alto da Gañidoira. Unos metros mas adelante un par de equinos pastaban tranquilamente en el arcén. Con cuidadito, que ya he visto el aterrizaje de una vaca de media tonelada sobre un parabrisas ajeno y no resulta muy recomendable ni para el vehículo, ni para la vaca, ni para los ocupantes.

Nota posterior a la escritura de la entrada: si antes lo digo… ayer, seis heridos en el Corredor do Morrazo por un cascotazo con un grupo de caballos…

Visto en la carta de un restaurante de Viveiro, aún me duelen los ojos de la impresión. Por dios, ¿es que a estas alturas del cuento aún no sabe la gente que Google tiene un traductor automático que hasta funciona medianamente bien? Como decía la canción, «Manolete, Manolete, si no sabes traducir pa qué te metes…».

Sólo esperemos que para hacer una reparación tarde menos que Marco (el de los dibujos animados) en encontrar a su madre, sino estamos apañados…

Vigo está compuesto de un centro urbano, los barrios periféricos (alrededor del centro urbano), el extrarradio (tirando monte arriba) y unos cuantos pueblos en los alrededores, poblados con los vigueses que escapaban espantados de los estratosféricos precios de la vivienda. Hace cinco años un piso nuevo de tres habitaciones andaba entre los cuarenta y los cincuenta millones, dependiendo de la situación. A la ya de por si natural avaricia de los promotores inmobiliarios había que sumar esa triste figura del revendedor, que compraba tres o cuatro pisos a la promotora para sacarse una pasta revendiéndolos unos millones mas caros justo antes de escriturar (y todo en negro, por supuesto, que pagar impuestos es de pringados), siendo su única misión en este planeta encarecer la vivienda y hacerla aún menos accesible a aquellos que realmente la querían para vivir, aunque para ser justos hay que reconocer que este tema no es exclusivo de Vigo

Volviendo al tema, el centro urbano de Vigo más o menos podríamos delimitarlo por un triángulo en cuyos vértices tendríamos el paseo de Montero Ríos, que se lleva la palma a la hora salir la gente a pasear las tardes de verano (porque los otros nueve meses hace una rasca de cuidado), con su puerto deportivo, su paseo lleno de terrazas, sus jardines y sus gaviotas cagando alegremente sobre los paseantes (sí, yo también lo he sufrido y no, no trae buena suerte).

Otro vértice sería la Plaza de América con su maravillosa fuente-rotonda y megaestatua, de cuyo autor y su querencia por los bloques de granito ya hemos tenido alguna referencia en este blog. Mira tú, a lo mejor no es fuente sino bebedero de patos gigante.

Y por último, el tercer vertice lo compone la Plaza de España, entrada de Vigo según se viene de Orense, a quinientos metros del monte de El Castro (el mejor mirador de la ciudad) y donde destaca sobre todo la estatua de los caballos.

Cosa curiosa que esta plaza es origen habitual de algunas manifestaciones. Como a los nacionalistas les dan sarpullidos en los dedos al escribir la palabra «España» y conjuntivitis sólo pensar en leerla, cuando quieren concentrarse allí la rebautizan como «la de los caballos». A unos les da por ahí, otros le tiran cáscaras de plátano a los aviones en vuelo para ver si patinan.

Uno de los lugares a visitar cuando toca recorrido por las cercanías de Bande es la Iglesia de Santa Comba, una capilla pequeñita situada en una desviación a mano derecha según se va o a mano izquierda según se viene, o ni a izquierda ni a derecha si eres de los que las cosas ni te van, ni te vienen. El mayor mérito de la iglesia es su historia: tener sus buenos catorce siglos, ser visigoda y monumento nacional a la vez, porque el aspecto dista mucho de ser espectacular.

Por supuesto, una de las verdades inmutables del mundo mundial es que si voy yo de visita, estará cerrada. Un cartelito en la puerta exterior avisa de tal hecho y nos anuncia qué hay que hacer para poder ver el interior. Al ser las dos de la tarde y además tener hambre, hubo que escoger entre visitarla o comer. He de reconocer que entre la cultura y el estómago, triunfó éste último. Es triste, pero mas triste sería llamar y que mis tripas dieran un concierto mientras visitábamos el monumento, en plan Humphrey Bogart en «La Reina de Africa».

Para quien tenga mas curiosidad y quiera conocer la completa historia de esta iglesia, tenéis aquí una magnífica explicación totalmente de gratis.

Que quede claro, en este videoclub de Vigo no hacen fotocopias. Y si se te ocurre ir a preguntar, mira cómo se pone el dueño…

Tal como me crucé con el cartel, la primera ojeada activó el modo pánico en mi corrector ortográfico mental. Una vez me lo leí entero hay que reconocer sentido del humor y la capacidad de algunos para llamar la atención sobre su cartel…

Si bien cuando hablamos de «casa rural» a casi todo el mundo le viene a la cabeza una preciosa casa antigua renovada con sus habitaciones estilo hace cincuenta años y comodidades de hoy en día donde pasar un fin de semana de relax, conforme uno va recorriendo pequeños pueblos por zonas escasamente pobladas, la casa rural que mas aparece es justo esta que veis en la foto con sus únicos e inimitables elementos distintivos: la pared hecha de ese tipo de piedra, forraje saliendo por las ventanas sin ventanas, los grelos a la puerta y ese cartel de Husqvarna, un clásico del rural gallego. No tiene tanto glamour como las otras, pero de estas hay más y siempre tienen plazas y pulgas libres.

Tema interesante visto en un aparcamiento de Santiago, puedes soplar allí mismo en un alcoholímetro y si da positivo, dejar el coche a mitad de precio hasta que se te pase la moña. Bienvenidas sean todas las iniciativas para animar a que la gente no haga barbaridades con el coche, y más si no son a base de miedo, represión, multa y castigo, como siempre pasa.