Y os pensábais que ésta ya era lo más de lo más… pero qué esfuerzos hay que hacer para no volver a las andadas con los azulejos. Estas otras dos provienen de Vilanova da Cerveira, en Portugal, escondiditos en medio del pueblo pero no lo suficientemente como para evitar mi cámara. Madre mÃa, madre mÃa, madre mÃa, no hay colirio que arregle lo que escuecen estos estampados.
Hay una estatua en Pontevedra que se ha ganado el tÃtulo de «cosa» por méritos propios. Si tuviéramos que dar una medalla de plata en esa categorÃa podÃamos desplazarnos al campus universitario de Orense, donde lo tendrÃamos bien fácil para escoger sólo con acercarnos a uno de los jardines y contemplar esta otra «cosa», un pedazo piedro atravesado por varios segmentos de mi querido hierro oxidado. Ideal de la muerte, perdonarme que lo saque tan de lejos porque a estas cosas ni me atrevo a acercarme, no vaya a ser que además muerdan.
Si queréis verlo más de cerca aquà va, pero tirando de zoom, que de lejos está uno más seguro.
Tendrá su mérito, no digo que no, pero a mi me dejas unos cuántos piedros grandes y chapa de la gorda y te hago media docena por el estilo, incluso que hagan menos daño a la vista.
¿Os acordáis de la estatua más horrorosa del mundo mundial? Tiempo después volvà a la zona y saqué una foto con mejor luz, pero como podréis comprobar, donde no hay materia prima ni una iluminación decente puede conseguir el milagro. Madresita, qué espanto.
En las ferias portuguesas tienen, además de la ropa barata y los artÃculos de imitación, puestos en los que venden juguetes, adornos y regalos entre los que destaca con luz propia éste que veis. Se trata de una figura de una bruja sentada en el WC que para mas inri debe tener un detector de movimiento o un temporizador y cada rato se pega unos remeneos mientras se rie con risa de bruja. PagarÃa por ver qué cara se os queda si os regalan una cosa de estas.
Las figuras mas destacadas del famoseo ibérico ya tienen una adornando el salón de su casa, no pierdas la oportunidad de hacerte con una antes de que se agoten.
Está en Pontevedra, en la plaza de Barcelos (o por lo menos estaba, que tras la remodelación no he vuelto a pasar por ella). Los vecinos de la zona probablemente tengan pesadillas. Los perros pasarán a su lado caminando rápidamente y mirándola de reojo por si acaso. Hasta el fotómetro de la cámara se asustó y la sobreexpuso. No es para menos visto lo visto.
Y como para todo roto siempre hay un descosido, habrá a quien le guste. Me cuesta creerlo, pero si el ayuntamiento le pagó al autor, por algo serÃa (no penséis mal, que es pecado).
