Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Otra foto en la que se ven muchos de los elementos representativos de Funchal: las piedras de la playa, el paseo marítimo con sus palmeras, la bandera de Madeira, chiringuitos, turistas y la catedral. Al fondo, esas nubes bajas formando una barrera de niebla para tapar el sol.

Como ciudad tiene muchos contrastes. Lo mismo encuentras casas viejas que modernidades como ésta, mezclamos las fachadas antiguas con un edificio nuevo de cristal y a ver qué sale.

El patio interior del edificio del ayuntamiento ya es otro cantar, bastante mas fino y cuidado salvo por las salidas de agua de los aires acondicionados, que vertían directamente al patio formando el típico churretón oscuro de humedad por las esquinas. Tan bonito, tan cuidado, pena descuidar detalles como ese.

Y para finalizar la serie de fotos de Funchal ciudad, unas amiguitas que nos encontramos un día por la noche. Ya estábamos avisados que calor, humedad y restos de comida son el ambiente ideal de las cucarachas, pero ni nos imaginábamos que hubiera tantas ni tan gordas. Increíble caminar por alguna callejuela y ver cinco cucarachas de unos tres dedos de largo corriendo delante tuya o subiéndose a las paredes. Pena no haber llevado la cámara de verdad y tener sólo el móvil encima.

Funchal ciudad ocupa una ladera que baja hasta el mar. En esta foto podéis ver el aspecto general: playa de piedras oscuras, el paseo marítimo con sus palmeras, mucha cuesta y ausencia de rascacielos. Algo curioso es que fuera del centro combinan las casas tradicionales con casas modernas tipo cubo acristalado sin ningún tipo de complejos.

El paseo marítimo es prácticamente el centro de la ciudad. Hay varias calles peatonales, el puerto, restaurantes, puestos donde puedes contratar excursiones, paseos en catamarán, etc. Esta foto está sacada desde un enorme jardín público que va hacia la zona del Lido.

Justo al acabar el paseo está la Cidade Velha, parte del casco antiguo donde destaca el castillo de Sao Tiago que hoy es museo de arte contemporáneo. También hay unos cuántos restaurantes y es un sitio perfecto para cenar, bastante mejor que los restaurantes del propio paseo marítimo.

Las calles del centro son calles típicas portuguesas con su aspecto avejentado, decadente, venido a menos. Si no os dicen dónde es, con esa distribución de calle adoquinada, plaza y edificios antiguos podría ser cualquier ciudad de Portugal.

Una de las calles mas animadas es la paralela al paseo marítimo, aceras muy anchas, jardines, tiendas y terrazas donde practicar mi deporte favorito: ver la vida pasar.

El comercio cierra sobre las 19:30 (20:30 en España) y a partir de ahí la animación en las calles desciende bastante. Muy poca gente pidiendo en la calle y día tras día eran los mismos cuatro pobres que andaban a su aire sin acosar a los turistas. Ni chorizos, ni nadie con aspecto de indigente «profesional» que tanto se ve por aquí. Se veía policía como si cada calle importante tuviera un par de policías fijos. La sensación era de seguridad total. Como es costumbre caminábamos sin rumbo, nos metimos por toda cuanta calle nos apeteció incluso de noche y ningún problema.

Alrededor del parador de Bayona tenemos el paseo de Monte Boi. Los días que no hace mucho calor se suele llenar de gente que va a dar una vuelta, a estirar las piernas, a contemplar las magníficas vistas de la ría, de las Cies o las puestas de sol en el mar. En total son unos dos o tres kilómetros que dan para media horita caminando. Hasta ahora la única pega era que el suelo era de tierra, bastante incómodo con sol o peor aún cuando llovía. Acaban de cambiarlo por un suelo de losetas y francamente, mil veces mejor aunque ya hay quien se quejó porque prefería el de tierra que es «mas natural».

Uno de los entretenimientos dominicales típicos cuando uno anda cerca de El Grove es darse un paseito en catamarán con fondo de cristal. Sales del puerto, la mayor parte de la travesía se desarrolla en cubierta, te van dando un paseo por la ría, ves faros, cormoranes, bateas, te dan una perola de mejillones para comer acompañados de vino blanco (ribeiro peleón para mas señas), la vista del fondo marino suele ser lo menos espectacular por lo revuelto de las aguas pero en total te pasas algo mas de una horita entretenido y navegando. Ideal para ese domingo chorras que no sabes qué hacer.

Según parece, tras un par de veranos un poco raros con tiempo revuelto y poca playa, éste que entra lleva el mismo camino. Mientras en el resto de España se asan, aquí hubo unos días de calor exagerado y el resto de tiempo revuelto. Comprendo que los hosteleros se pongan en los cuernos de la luna cuando el meteorólogo de la tele da mal tiempo una y otra vez, pero qué le vamos a hacer, es lo que hay. En estos momentos fuera de mi casa el cielo está completamente gris y a ratos cae una lluvia fina. La foto muy chula y con el cielo muy azul, efectivamente, pero fue tomada un 12 de noviembre así que ya véis si está raro o no…

Aunque no os lo creais, en una foto tan vulgar se ven tres importantes signos de Orense: primero la entrada a la calle del Paseo, prácticamente el centro-centro de la ciudad y si no es la calle mas importante, poco le debe faltar. El segundo es Coren, que no les hago mas propaganda porque no la necesitan. El tercero es ese 30ºC: en verano Orense es un horno. Ya os podéis ir mentalizando porque dentro de un mes me temo que eso va a ser lo habitual.

Sacada desde un pequeño espigón en el paseo que va al muelle, horizontal y apuntando bajo para eliminar el tremendo contraste que haría el cielo blanquecino y de paso fijar la atención en las rocas.

Como ya dije hablando del Obelisco del milenio, hay que ver qué cosas mas curiosas y modernas inventan en La Coruña con tal de atraer turistas y dejarla aún mas bonita. Lo que se ve en la imagen es el Elevador de San Pedro, que (cuando funciona) permite subir del Paseo de San Pedro hasta el restaurante-mirador.

Con mayúsculas. Situado en la Calle del Paseo de Orense, sus formas me dejaron impresionado la primera vez que lo vi y lo siguen haciendo que cada vez que visito la ciudad. De la época en que hacer un edificio era algo mas que ganar una pasta gansa.