Hay dÃas que sà pero no, que salen las cosas de una forma que no esperabas, bonito pero raro, mal pero bien. El mismo dÃa que visitamos Leiro vi a la entrada del pueblo un cartel señalizador hacia Pazos de Arenteiro. Con la concreción que me caracteriza creà recordar que me sonaba haber leÃdo algo en algún lado que decÃa que estaba bien o algo asà (o parecido). Más o menos, vamos, sin poderlo asegurar pero sin negarlo o rebatirlo porque una cosa es saber para confirmar y otra malrecordar que es lo mÃo habitualmente. Pues mira, para vivir en la duda mejor tomar una determinación y optar por el sà o por el no pero no por el sà pero no. No sé si me explico, pero me entendéis ¿verdad? Allá que me voy en dirección Pazos de Arenteiro, sin saber qué me iba a encontrar y sin siquiera imaginármelo, porque de haberlo sabido habrÃa ido tiempo antes lo que pasa es que como uno es medio iletrado y lo poco que lee lo asimila poco, cuando leà la descripción de esta zona debÃa estar de vacaciones la neurona de guardia y me lo perdà hasta ese dÃa. Abreviando… un sorpresón, tanto por el camino como por el pueblo, lleno de casas antiguas, blasonadas, todas con historia. HabÃa llovido pero asomaba el sol, tarde pero con luz, los árboles brillaban, la carretera formaba eses entre bosques de colores, cuando encuentras una zona como ésta cada curva parece mas bonita que la anterior.
De pronto se acabó el bosque, los árboles habÃan perdido sus hojas, el rÃo bajaba con fuerza y encontramos un puente medio en ruinas. La imagen parecÃa sacada de un cuento. Seguimos y fuimos encontrando mucho mas que ver, aunque eso se quedará para más adelante, que al ritmo que llevo, supongo que será dentro de seis meses.
Si queréis ir anticipando un poco, podéis echar una ojeada aquÃ. En este reportaje se habla de una persona llamada Florentino Torres. Nosotros nos lo encontramos al entrar en el pueblo, nos indicó por donde estaban las mejores vistas, dónde estaba el famoso Pozo dos fumes, hablamos sobre la historia del pueblo, de la gente, de las casas, una verdadera enciclopedia de Pazos de Arenteiro, amable, amistoso, de estas personas que le encanta la historia de donde vive y te la ilustra con un montón de anécdotas curiosas. Si pasáis por allà preguntar por él y que os cuente, veréis cómo no tiene nada que ver contemplar una casa con saber su historia.
Por desgracia, habÃamos quedado con mas gente a cien kilómetros de allà asà que tuvimos que salir pitando sin podernos parar lo que nos hubiera gustado, aunque con firme propósito de volver. De camino a Vigo paradita en la Cañiza donde cayó al buche un plato de jamón que nos supo a gloria bendita, pero eso ya es otra historia que también se queda para dentro de unos meses…