Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Una de las cosas que mas me fascinó en la primera aproximación a la Sierra de Gredos fue la enorme cantidad de piedras haciendo equilibrios que se ven por todas partes. Podemos verlas en equilibrio mas o menos estable…

En equilibrio francamente inestable…

Y en lo que podríamos llamar «equilibrio milagroso». Más aún si contamos que la foto está inclinada porque la saqué desde dentro del coche y a toda mecha al ver aparecer la piedra. Si estuviera derechita, la sensación de inestabilidad es aún mayor.

Si eres de los que siempre tuviste la ilusión de ir a empujar piedras para verlas rodar, es una ocasión única.

¿…a qué estancia corresponde ese cubículo cuadrado de un metro por un metro y con bajante de piedra que se puede ver en una casa de Allariz?

Madre mía, qué gustirrinín debe ser estar ahí sentado estos días con la que está cayendo.

A veces anda uno por el monte perdido y de pronto te entra una sensación de «déjà vu». Coño, a mi esto me suena de algo… busca que te busca acabas por encontrar la causa de tus recuerdos. Año 2009:

Veinte años atrás. El de la izquierda soy yo. Como era costumbre, si se podía subir, allá íbamos.

Una vez visto un dolmen y leída la historia sobre su origen llega un momento en que cada vez que ves tres piedras con una de ellas encima de las otras dos, nada, es otro dolmen seguro. Pongamos como ejemplo esta agrupación de piedras que hay camino del Monte Aloya en Tuy, sin cartel ni indicaciones a su alrededor. ¿Es? ¿No es? ¿Nos ponemos a excavar a ver si hay algo enterrado debajo que nos confirme su pertenencia al grupo de los dólmenes?

Otra de las cosas que destacan en el Monte Aloya es el tamaño de las piedras que se hallan incrustadas en el suelo por el medio del bosque. Ahí tenéis foto de una con un niño subido para que podáis establecer la comparativa adecuada de tamaño. Incluso las hay que se han ido rompiendo en pedazos y las de la parte superior se hallan en equilibrio inestable, lo ideal para mi que siempre tuve el sueño de echar rodando una piedra gigante pendiente abajo hasta la ciudad mas próxima.

Dice la tradición que los extraterrestres las tiraron sobre el cañón y las huestes del rey Arturo I el Bruto hasta no dejar títere con cabeza. Y es que amiguitos, tanto buscar signos de vida extraterrestre y se nos olvida que si ellos son mas bestias que nosotros, a ver qué hacemos si se ponen a las malas, que la gente a veces es muy bruta y los marcianos como no tienen que pagar lo que rompen lo pueden ser mucho más porque no les duele el bolsillo.

No es mala idea la que tuvieron en Salamanca para certificar la propiedad de una casa. Ni notarios, ni escrituras, ni leches, escrito en una piedra de la fachada de la casa y a ver quien es el guapo que dice que no es mía y de mi mujer.

Como lo vea alguien del gobierno igual tiene la feliz idea de intentar reimplantarlo para reducir el coste de la vivienda eliminando el paso por la notaría. Por supuesto el gremio de los notarios se cabrearía, amenazaría con montar un follón y el gobierno daría marcha atrás dejando que, como es habitual, paguen los de siempre. Incluso nos lo venderían como un favor a nuestra salud, porque si nos permiten ahorrar dinero podríamos gastarlo en vino que es malo para el hígado o tabaco que es malo para los pulmones.

Por dolmen entendemos un conjunto de piedros que los muy antiguos juntaban, no sé si por hacerse la cabañita de mas alto standing que las hechas de paja o de madera o por quitárselas del jardín. Dicen los que saben de esto que en realidad son monumentos funerarios y están compuestos generalmente por dos piedras que hacen de base soportando la complicada de colocar, la de arriba, en unas épocas que ni había grúas, ni sabían lo que eran. Saliendo de Ribeira en dirección norte, a los cinco kilómetros encontramos una rotonda con desvío en dirección al dolmen. Dos kilómetros, un desvío a la derecha y un lagarto gigante después apareció un parque donde lo primero que hice fue torcerme nuevamente el pie malo (por enésima vez) y a continuación divisar el dolmen a lo lejos entre la arboleda. Milagro que no tenga ninguna pintada. Foto de lejos…

…y foto de cerca. Aquí estaba probando mi nuevo super mega flash comprado de segunda mano por treinta euros que manda unos pepinazos de luz tales que debían verse hasta en Corrubedo. Pero bueno, la foto salir sale y hasta se ve, lo cual es de agradecer.

Fijaros qué pasada de callejones. Creo que es una ciudad en la que se disfruta hasta la última piedra, tanto por lo distinto que resulta respecto a Galicia como por la cantidad de monumentos que te encuentras cada vez que doblas una esquina. Puertas, arcos, puentes, calles, iglesias, de todo.

Por curiosidad, y para completar el «especial lambones», ese cartel que se ve al fondo es una tienda donde venden el típico mazapán de Toledo. Hay monumentos, hay vistas, hay comida, hay vino, hay postres, el que no lo haya visitado aún es porque no quiere.

Cuidao. Eso que se puede apreciar en Santiago (al ladito del edificio de Correos) no es un piedro. Fijándose bien, por un lado tiene cuatro rayas, a 90º de las primeras tiene otras cuatro y con eso se transforma en una obra de arte. Si, yo tampoco tengo palabras para describirla de modo que mejor me callo y no digo lo que pienso…

Ya me lo advirtió mi padre «Mira niño, que el mundo está lleno de gente rara». Los hay que afeitan bombillas, los hay que tiran cáscaras de plátano a los aviones en el convencimiento de hacerlos resbalar, los hay que ven cosas raras en las chapas metálicas que ponen en el suelo de la ciudad para que los demás no caigan en los socavones…

Y los hay que ven cosas mas raras aún en las piedras del río.

La gente es rara, muy rara, ve fotos y se imagina cosas extrañas…