Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

La visita al «Curral das Freiras» («Valle de las monjas» en castellano) se hace en medio día. Al haber encargado tres excursiones en la misma tienda, ésta nos la dejaron por diez euritos de nada. Cuenta la historia que, hartas del acoso de los piratas, las monjas remontaron un valle hasta llegar al final y allí se establecieron en un sitio desde donde no podían ser vistas desde el mar con lo cual evitaban los ataques. En lo alto de una montaña enfrente al pueblo hay un mirador desde el que se ve el valle completo, una vista totalmente recomendable.

Se puede llegar hasta el propio valle por una carretera de montaña bastante decente. La carretera antigua ya no lo era tanto, actualmente se hallaba cerrada por desprendimientos. Debe ser toda una sensación encontrarte de frente un autobús cuando te toca ir por el lado del precipicio.

Del pueblo en sí poco que comentar, dos bares, dos tiendas, cuatro casas, lo mas destacable es que usan unos delantales de lo mas pintoresco, con su colgador para el sacacorchos incorporado.

Como era de esperar, una vez en la parte superior del torreón gozamos de unas magníficas vistas de los alrededores. Desde lo alto se puede ver el parador de Monterrey, ese conjunto de edificios ahí arriba a la derecha, y la ciudad de Verín en su valle correspondiente, metido entre montañas para fomentar en verano la sensación de sartén porque en Verín (y Orense en general) cuando hace calor, hace calor de verdad, algo a evitar totalmente por aquellos que de 25ºC para arriba dejamos de ser personas para convertirnos en almas en pena sudorosa.

No importa lo lejos que vayas, no importa lo alto que subas, no importa lo inhóspito de un paraje, lo bella que sea la vista ni lo ancho que sea el valle, te asomarás y antes habrá pasado el guarro de turno que tiró ni mas ni menos que el asiento roído de un coche al medio del monte para engrandecer la vista. Siguen vigentes tradiciones como aquella del Monte Meda.

Cuando pienso en el Mediterráneo, y mas concretamente la zona de Alicante que es lo que mas suelo visitar, me vienen a la cabeza dos cosas inmediatamente. Una es esa luz que hace los colores mas vivos, mar y cielos azules brillantes como no vemos en Galicia, cuesta creerlo pero qué diferente y qué intensa es la luz allí. Lo otro es construcción hasta en la sopa, en valles y montes, justo como en la foto. Se aprovecha el llano, se aprovecha en la ladera y si se pudiera aprovechar el aire, en el aire se construiría.

Tengo que reconocer que me pasa una cosa curiosa con este pueblo. La foto está fechada en 1993 y fue sacada desde la carretera, de camino a la marina lucense. Recuerdo haberme dicho que tenía que parar un día en Mondoñedo. Varias veces pasé, pero nunca paré, bien porque me queda totalmente a desmano, porque siempre he pasado camino de otro lado o por ese aspecto de pueblo con escaso interés. A ver si del 2009 no pasa y honramos Mondoñedo con una buena serie de fotos.