Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Vamos a finalizar el recorrido por el Cantábrico gallego antes de pasar al recorrido por el Cantábrico asturiano, así que esta entrada estará dedicada a esos flecos sueltos que no fueron en ninguna de las entradas anteriores. Lo primero es que las playas de esta zona suelen ser pequeñas, mientras que en las Rías Bajas hay playas de tamaño mas que notable, aquí hay mucha cala pequeña entre acantilados pequeños. Juntando playa pequeña con sol, calor y bastante gente se obtiene un resultado de playa saturada. No es Benidorm, pero bueno, la densidad de bañistas por metro cuadrado es bastante alta por lo menos para mi gusto.

Incluso las hay que pasan a ser playas sin playa por obra y gracia de la subida de la marea. ¿Qué se hace en estos casos? Tomar el sol como buenamente se pueda aprovechando la parte plana de las piedras.

Apuntaros este restaurante y esta web: la cofradía de Rinlo. Se trata de un pueblo pequeño en una zona donde dicen que se crían las mejores langostas, bogavantes y centollas del Cantábrico. Lo mas típico es comer en este restaurante, que además de calidad tiene unos precios de risa. Reservar con antelación, hay siempre mucha demanda y ya veréis si merece la pena.

Por último, recorrido todo el norte de Lugo acaba uno llegando de nuevo a Viveiro, casi el punto y final de la Mariña lucense con su archiconocida «Puerta de Carlos V» aquí a la izquierda.

Justo al lado de Viveiro tenemos el puerto de Celeiro, que si no me equivoco es junto con Burela el de mayor movimiento de la costa lucense. Con su espigón de abrigo, su lonja, sus barquitos, otro año me habría acercado más y retratado barcos, boyas, pescaditos y demás, pero de esta vez me pilló pelín vago así que foto de lejos y vamos que chutamos.

Cuando dejé listo el borrador de esta entrada me imaginaba que, ya que la semana pasada la iba a dedicar a recorrer la Mariña lucense y Asturias, de paso por Viveiro sacaría alguna foto más del puerto y completaba la entrada. Pues nada de nada, oiga, igual de vago que la primera vez, me dediqué a recorrer la ciudad y comer como está mandado así que en vez del puerto lo que os voy a mostrar son las «Fabes con almejas» que nos zampamos pero no en Viveiro, sino en Tapia de Casariego, que estaban de un rico que no veas.

A la izquierda de la cueva de Lourdes que veíamos la semana pasada encontramos el convento de las Concepcionistas, creo recordar. En su fachada una pequeña puerta y nadie dentro, eché una ojeada y veo un escaparate lleno de bisutería al lado de otra puerta de entrada al convento.

No entendía qué pintaba el escaparate allí hasta que me acerqué y vaya, vaya… eso violeta es la lista de precios, lo blanco una especie de pantalla para que no se vea quien está del otro lado y la cadena sirve para poder cerrar la ventana sin tener que salir fuera.

Esto se llama hacer caja para contribuir a sostener el convento sin perder el espíritu original del lugar.

Caminaba tranquilamente por el casco viejo de Viveiro cuando al doblar una esquina veo un cartelote en la pared: Avenida de Lourdes, un nombre de calle como otra cualquiera salvo que si te metes por ella, a mano izquierda aparece una verja y una réplica de la gruta de Lourdes en su interior, con su virgen, sus flores y sus exvotos colgando (esas figuritas de cera conque la gente quiere agradecer los favores prestados).

Hacer una réplica de gruta de Lourdes en Viveiro no será muy original, pero mientras funcione, aquí no nos importa adoptar tecnología aunque venga de Francia.

Centro de Viveiro. Plaza del Ayuntamiento. O mas bien, plaza de los ayuntamientos, el viejo y el nuevo. Primero decir que todos los edificios son mas o menos por el estilo: antiguos, piedra clarita, casas con galerías, su estatua de Nicómedes Pastor Diaz, un casco antiguo bastante bien conservado y uniforme.

Uniforme… o casi. Lo era hasta que alguien tuvo la magnífica idea de hacer así el ayuntamiento nuevo. En esa plaza tanto blanco y tanto cristal no pegan ni con escupe de gato, pero bueno, ¿a quien le preocupa?

Y muchas gracias a la chica que estaba pintando, hace la foto mas bonita y variada. Por si alguien tiene curiosidad, aunque estuviera de frente al ayuntamiento nuevo en realidad estaba pintando el viejo. No me extraña.

Seguimos caminando por Viveiro y no tarda en aparecer lo que creo es el distintivo de la ciudad, el elemento mas conocido y mas recordado: la puerta de Carlos V. Actualmente no tanto, pero antes era lo que te encontrabas de frente cuando cruzabas el puente por el que llegabas a Viveiro y que se ve en esta otra entrada. La puerta está situada en la primera línea de casas justo a la derecha del puente.

Su historia es la típica: hecha hace varios siglos, reconstruida, años atrás no sabían si tirarla, si dejarla, si tirarla, si dejarla y acabó siendo Monumento Histórico Artístico Nacional en 1942 probablemente porque salió cara. De haber salido cruz la hubieran tirado.

Aqui va una vista general de Viveiro desde el otro lado del río, la ciudad en la que prácticamente comienza la mariña lucense. Tiene casco viejo, río, puente antiguo bien conservado, parte nueva, puerto pesquero, cuestas, conventos, ese edificio rojo de la derecha es el conservatorio municipal, hay muchas cosas que ver y sin embargo el día que pasé por allí me dio la impresión de pueblo poco animado y poco movimiento, tendré que repetir visita variando día y hora para confirmarlo porque el anterior recuerdo era el de un pueblo con bastante ambiente, gente por las calles y sitios donde tomar algo.

Tras la playa de Sacido, siguiente playa de la costa lucense que me sorprendió: la de Cova, en Viveiro. Primero una vista desde un mirador, con el agua cristalina, la arena amarilla y esas rocas para darle un toque distinto a la playa. En absoluto se puede apreciar la nube que nos perseguía desde Ortigueira y que un cuarto de hora después de llegar a cualquier sitio empezaba a descargar lluvia para cabreo del fotógrafo.

Ya desde la playa, se puede apreciar arriba a la izquierda el mirador desde donde se sacó la primera foto y al frente las rocas (llamadas «Os Castelos») con un monumento dedicado al naufragio de dos barcos que en 1810, durante una tormenta, se estamparon contra estas rocas pereciendo 550 marineros. Quien lo diría, viendo la tranquilidad del agua y el día de playa.

Recientemente aproveché un domingo libre para pegar un saltito a la mariña lucense. Iba con la idea de llegar a Viveiro y tirar hacia la derecha hasta Ribadeo, el tramo que suponía mas interesante. Entre salir tarde, que era el festival de Ortigueira lo que nos costó una hora de caravana y lo interesante que me pareció la zona desde la ría del Barqueiro a Viveiro, al final no hice ni un kilómetro de la ruta pensada. La primera sorpresa fue ver las playas que hay, escondidas, recogidas y verdaderas preciosidades como esta de Sacido. Se halla situada a la entrada de Viveiro, al pie de unos apartamentos en los que había dormido hace años y de los cuales el único recuerdo es la cantidad de humedad que se puede acumular en una pared y lo bien alimentados que deben estar los ciempiés lucenses a juzgar por su tamaño.