De ciudad y de literatura, de plazas del corregidor y relatos de Blanco Amor. Un servidor, que es curioso por naturaleza, confiesa disfruta cuando los ayuntamientos van dejando pistas, indicadores, azulejos como este en la pared.
Sana envidia siento de aquellos que vean este azulejo sobre la una de la tarde, porque estará en plena calle de vinos y tapas justo a la hora que mejor entran.