Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Varios son los pueblos que tienen un calendario floral en alguno de sus jardines, el último que mostré fue el de Coruña en los jardines de Méndez Núñez. La curiosidad aquí es que además de calendario, tienen un reloj mas o menos por el mismo estilo, a ver cuánto les dura porque desde que se usan los jardines para el botellón ya sabéis lo que toca.

Cualquiera que me haya visto pasar por Coruña ese fin de semana debió pensar «pedazo dominguero», porque retrataba tooooooodo lo típico de la zona como si fuera un turista japonés. Ay, si algunos supieran donde pueden acabar expuestos seguro que no se ponían delante de mi cámara…

Año y medio después de hablar sobre la mala leche que tienen las ocas, he de confirmar y certificar el asunto, algo que todos o casi todos los que hayáis ido a parques donde andan sueltos estos animalitos sin duda podréis corroborar. En el Parque del Río Barosa estaban estos y otros ejemplares, conforme nos fuimos acercando al lago nos iban mirando cada vez más de reojo y con peor cara hasta que una de ellas se arrancó por bulerías y vino directa hacia nosotros cacareando, digamos que con intenciones cuanto menos poco dignas de confianza por todo aquel que no gusta de ser picoteado.

Como uno es hombre de recursos ocurrentes, antes de optar por la clásica solución «Patada-in-the-oca», que luego la gente me pone verde como si fueran ellos y no yo quienes estuvieran en clamoroso peligro de verse llenos de picotazos, no tuve mejor discurridera que coger la cámara y menearla de un lado a otro delante del bicho. Mano de santo, oiga. La oca se batió en retirada, sin duda pensando que alguien tan burro como para usar así una cámara en vez de a lo clásico apoyando el visor en el ojo, era de poco fiar y mejor una retirada a tiempo que un encontronazo con un fotógrafo trastornado.

De cuando en cuando le pego un repasillo a los catálogos de fotos que he sacado y cada vez que paso por las del parque El Pasatiempo, de Betanzos, es imposible no pararse porque me sigue pareciendo una obra de arte. Ya hubo una entrada sobre el tema, una segunda y ahora vamos a la tercera para ver una colección de relojes en la pared indicando la diferencia horaria entre las distintas ciudades del mundo. Si, es muy simple, pero hay que recordar que esto se construyó hace unos ciento quince años, cuando más de uno por no saber, ni sabía lo que era un reloj.

Otra, unas figuras decorando una pared. Toda la parte inferior del parque, donde el estanque, está lleno de figuras por el estilo.

La última es de las cuevas artificiales llenas de pasadizos y recovecos donde se pueden ver estalactitas, estalagmitas y hasta algún dinosaurio pequeñito en huecos de las paredes. El que pase por aquí cerca que no se lo piense y haga una paradita a echar una ojeada, que merece la pena.

Mira qué cartel mas apañadito, todo de madera con su marco ancho a juego, para decir que allí nada de echar el mantel en el suelo, sacar quintales de papeo, comida, bebida, niños con pelota, perros corriendo y dejar manchas de chorizo hasta en los árboles. Qué organizaditos estos portugueses.

Aunque a mi ahora en el fondo me da igual, porque desde lo de los peajes ya sabéis mi opinión.

Allá por julio había hablado de los parques ovetenses y cómo en uno de ellos vimos un pavo real paseando tranquilamente. Por supuestísimo, hechos de tal relevancia no pueden quedar sin fotografiar y con tranquilidad para no asustarlo le hice un completo reportaje fotográfico, ya fuera sobre la hierba, en sus aventuras escaladoras por los restos de una construcción en el parque…

…o incluso fotografías en detalle de lo mas llamativo, como son los dibujos de las plumas de la cola. Otra cosa que me encanta es el señorío con que se mueve dando pequeños botes sobre sus patitas, pero como de momento mi cáma no filma vídeo, nos quedamos con las plumas.

Ya hicimos una primera aproximación al «Parque del Agua» en Vilanova da Cerveira, donde a pesar del nombre no todo es referente al agua. Paseando un rato por él podemos encontrar parte de la ilustrísima excelentísima bravísima marina portuguesa representada por la patrullera que vigila el río Miño. Esta es sólo para ver y no tocar, si te hace ilusión soñar con subirte y empezar a soltarle cañonazos a las motoras de recreo que surcan el río, búscate otro entretenimiento porque va a ser que no.

También está una de las secuelas del puente que une Goián y Vilanova, anteriormente se cruzaba a base de ferry y ahora ese ferry se ha quedado sin trabajo así que lo han reconvertido en bar con terraza flotante en lugar de pedir subvenciones y el cobro de una tasa a todos aquellos que usen el puente, como se haría en España. Un lugar ideal para estar las noches de verano… con permiso de los mosquitos.

Si vas con niños pequeños y los quieres entretener no hay problema, les alquilas un chisme de estos y les dejas hacer sus primeros pinitos sobre ruedas en una pista que tienen para ellos. Aquí radica una empresa que se dedica a estos temas y otras alternativas de ocio, como alquiler de kayaks, rutas en bici, etc.

Por último, hasta un rocódromo. Hay tres bloques como éste, no es que sea muy espectacular pero para quien le guste me imagino que menos es nada.

El principal parque vigués es el Parque de Castrelos, compuesto de tres partes: el parque en sí, el auditorio y el museo. Este edificio es donde está albergado el museo, quizá la vista mas conocida sea la frontal que se puede ver en su web pero como tenía el sol justo delante me tuve que aguantar y sacar la parte trasera, donde están unos magníficos jardines de entrada libre que probablemente mucha gente ni siquiera conozca. En el interior del museo hay colecciones de arte, arqueología y objetos relativos a la historia de Vigo.

En medio de los jardines, no se pierdan ustedes el detalle kitsch, un estanque con una reproducción en miniatura del edificio del museo.

Como parque, tiene lo que tienen todos los parques: mucho arbolito, mucha hierba y caminos por el medio donde la gente va a pasear o a hacer deporte. ¿Y qué es eso que se ve al fondo?

Pues es el Auditorio de Castrelos, donde se celebran en verano un montón de conciertos al aire libre, con su escenario, su zona de pago (justo delante del escenario), sus gradas de piedra (la zona gratuita) y su foso para separar al hombre rico del hombre pobre.

Aquí tenéis una imagen de las gradas con gente para que podáis imaginaros las medidas. Creo haber leído que la capacidad era de unas cuarenta mil personas, pero si viene alguien de interés, apiñándose y aprovechando el trozo de monte que hay justo detrás aún caben unos cuántos más.

Por último el foso, que no sé si aún tendrá ranas. Uno de los recuerdos que me han quedado grabados de este auditorio es ver al aire libre un verano la película «Bailando con lobos» de Kevin Costner, con sus tres horas sentado sobre la dura piedra que ya no sabía uno cómo poner el culo para dejar de sufrir (por favor, sírvanse no malinterpretar esta última frase dicha con la mejor de las intenciones), y las ranas croando animadamente, no sé si comentando los mejores momentos de la película o quejándose amargamente porque el barullo les impedía dormir.

Vilanova da Cerveira es conocida primero por su afamada feria de los sábados, segundo por sus ciervos, tercero por su alce y desde hace poco por algo más que creo poca gente conocerá, que al 99% del personal sacándolo de la feria es que ni en los ciervos se habrán fijado cuanto menos para acercarse hasta el parque situado al final del paseo del río. Lo que antes era un campo a monte ahora lo han transformado en un parque dedicado al agua con estos inventos llenos de chorritos de agua que vienen y van, o cañones de agua para remojar a todo el que se ponga delante.

Claro que no todo es agua. También podemos encontrar, como en todo parque, curiosas estatuas tal que este donut gigante de piedra allí plantado.

En la parte exterior del parque del agua hay mas sitios donde pasear, un rocódromo, una cafetería y una tienda de alquiler de algo que, no sé si llamarle bicicletas, triciclos o tumbaciclos, porque es una rueda grande atrás, dos pequeñas delante, vas absolutamente tumbado y los pedales quedan al frente. Extraño parece, tengo ganas de probarlo porque estos cacharros siempre me llamaron la atención.

Además de los paseos, las ferias, la sidra y otras fiestas, otra de las cosas que me gustan de Oviedo son los parques, especialmente el Campo de San Francisco en pleno centro de la ciudad donde vas y puedes darte una vuelta entre el verde, sentarte tranquilamente a ver la vida pasar, contemplar las estatuas o incluso ver las actividades de un pavo real que por allí andaba. No será un Central Park pero bien que hace el apaño.

En la penúltima visita a Moaña descubrimos el calamar de asiento, en aquel entonces a medio acabar. Hace un par de fines de semana volví a pasar por el mismo sitio y puedo confirmar y confirmo que el calamar está completo, pintado y a plena disposición del niñerío allí presente que lo usaba para subirse encima y que me hizo esperar un rato largo para poder sacar la foto sin tiernos infantes ejerciendo como escaladores encima.