Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

O dicho de otra forma, a mi en una de estas no me vuelven a pillar. Tras beber del agua maravillosa de la fuente del balneario de Arnoya, que será una joya para el organismo pero su sabor dista bastante de lo fino y delicado para aproximarse más al concepto que tengo de «apestoso» (mas o menos como si se hubiera muerto un gato en la fuente), ahora cada vez que paso por un balneario y veo una fuente, como mucho una foto y para de contar. Ya me costó sacarme el sabor de la otra como para volver a picar en la misma historia. Esta, por ejemplo, es la «Fuente de San Juan» del balneario de Guitiriz. Según mis propias palabras, una foto y hasta luego.

Dicen que hoy a media tarde llega lo que será el primer temporal de la temporada, el otoño parece que entra con ganas. A juzgar por la foto del Amotosat que publica la Agencia Estatal de Meteorología, se avecina un rato de alegría y diversión con fuertes vientos y mucha agua. Fijaros con qué claridad se aprecia desde el satélite la posición del desagüe del Océano Atlántico, por ahí por el centro de la espiral es por donde se vacía y va a dar al otro lado de la Tierra.

Como cuando leáis estas líneas un servidor estará en Portugal pegándose una cuchipanda de las que hacen época y posteriormente espera encontrarse mentalmente inhabilitado tanto para las labores fotográficas como para salir en busca de un temporal, así que recurriremos al archivo fotográfico y, por oposición, lo que se avecina es algo totalmente distinto a esto:

Y viene agua, mucha agua, lo cual no es la primera vez como podréis observar en la siguiente foto.

En vista de que el domingo va a parecer el ensayo del diluvio universal, aprovecharé para hacer mis prácticas de hibernación y de paso dejar otras veinte o treinta entradas listas, que sólo tengo preparado hasta el veinte de octubre y cuando la cosa baja de sesenta entradas programadas me pongo nervioso cada vez que veo el calendario.

Hay que ver cómo cambian las cosas dependiendo del punto de mira desde el que se observen. Aunque las mentes privilegiadas de los lectores de este blog ya comprenderán a qué me refiero, vamos a poner un ejemplo por si acaso nos visita alguien con un coeficiente intelectual similar al mío. Nos vamos al balneario de Riocaldo y emprendemos la ruta que continúa río arriba. Una foto al arroyo nos muestra lo precioso, fresco y cristalino de sus aguas.

En cambio, usando un plano mas general el río sigue siendo el mismo pero como que se te quitan de golpe las ganas de bañarte. Es algo muy común en esta vida, si te fijas en algo muy concreto (la parienta) adviertes que es algo incomparable pero si abres el plano y ves lo que la rodea (suegra y suegro) es como para echar a correr o, en su defecto, comprarte una escopeta por si quieren acercarse a casa. Y con ésto no quiero indicar que no los quiera. Los quiero lejos, que no es lo mismo.

Vilanova da Cerveira es conocida primero por su afamada feria de los sábados, segundo por sus ciervos, tercero por su alce y desde hace poco por algo más que creo poca gente conocerá, que al 99% del personal sacándolo de la feria es que ni en los ciervos se habrán fijado cuanto menos para acercarse hasta el parque situado al final del paseo del río. Lo que antes era un campo a monte ahora lo han transformado en un parque dedicado al agua con estos inventos llenos de chorritos de agua que vienen y van, o cañones de agua para remojar a todo el que se ponga delante.

Claro que no todo es agua. También podemos encontrar, como en todo parque, curiosas estatuas tal que este donut gigante de piedra allí plantado.

En la parte exterior del parque del agua hay mas sitios donde pasear, un rocódromo, una cafetería y una tienda de alquiler de algo que, no sé si llamarle bicicletas, triciclos o tumbaciclos, porque es una rueda grande atrás, dos pequeñas delante, vas absolutamente tumbado y los pedales quedan al frente. Extraño parece, tengo ganas de probarlo porque estos cacharros siempre me llamaron la atención.

Llegando al CGAC para aquella maravillosa visita, me sorprendió encontrar a la puerta un bebedero de patos. De piedra, porque en Galicia todo lo que hacemos sean casas, muros u obras de arte tienen que ser de piedra. Coño, me dije, qué buena idea tener un bebedero a la puerta del museo por si se te ocurre salir a culturizarte con tus patos o por si apareciera un pato desvalido necesitado de líquido.

Pero hete aquí que reparo en un pequeño cartelito situado en la pared y que, sielo santo, nos indica que el bebedero no es tal sino una obra de arte, me imagino que gozará de tal condición por haber sido el primer bebedero de patos hecho de granito de dos micas, superficie pulida y agujero trapezoidal para el agua. Simplemente espectacular.

Sin embargo a veces no todo resulta perfecto y como veréis, ningún pato sucumbía ante la atracción de la obra. ¿Porqué? Porque los patos que van al CGAC llevan jersey negro de cuello subido y gafaspasta, y esos si no es Perrier o Evian, no beben. Qué pena, una mala elección del agua y no se llega al gran público, es dura la vida del artista.

Interesante descubrimiento en Arcos de Valdevez: un reloj de agua. Nunca había visto uno y no sé si es original o hay mas, pero éste me llamó bastante la atención. Se trata de una circunferencia abierta por una parte y dividida en doce partes numeradas. Aquí tenéis una vista general.

Cada parte tiene ocho agujeros, los cuatro superiores tienen focos y de los cuatro inferiores sale o puede salir un chorro de agua. A la una no echa agua ninguno. A la una y cuarto echa el primer agujero. A la una y media los dos primeros, y así sucesivamente. Como podéis apreciar, al funcionar por cuartos de hora no vale como cronómetro pero siendo su principal misión la decorativa, es algo de escasa relevancia.

Incluso, para mejor presentación, tiene una frase de un tal Marc Augé que no conocía pero ha resultado el inventor de los no-lugares, ese recurso tan utilizado en el harte.

Bastante cerca del manantial de Cabreiroá está el manantial de agua de Sousas, también con su fábrica envasadora y su casetita donde probar el agua, aunque se puede comprobar que bastante mas sencillota que la de Cabreiroá y con un horario que pa qué: dos horitas madrugadoras los días de semana. Sábado, domingo y festivos, a comprarla al súper.

La envasadora de agua de Cabreiroá no tiene nada, una fábrica llena de depósitos gigantes y muchas tuberías. A su lado tienen esta casita dentro de la cual está una fuente de agua que sale directamente del manantial para poder probar lo buena que está y lo bien que le sienta a todo el mundo. Si es cierto que cumple todo lo que prometen unos letreros en las paredes es probable que Michael Jackson la hubiera comprado en su intento de llegar a los ciento cincuenta años (mejor no hacemos comentarios). Tras experiencias anteriores con agua que sabía a rayos, he de decir que me abstuve de probarla.

Esto es lo que podéis ver en el interior de la casita. Un recipiente transparente, en su interior el agua burbujea de cuando en cuando y esa tubería que baja va hasta un grifo en un lateral a disposición del público para beber cuanto se quiera.

No es espectacular, no es impresionante, no es grandioso, simplemente son pequeñas cositas que va uno viendo y se entretiene el día. Entre pasar un domingo contemplando chorraditas de estas o en casa pegado al fúrgol, me quedo con lo primero (si con el fúrgol dan cervezas, me quedo con lo segundo).

Pasando cerca de Verín es una pena no aprovechar y en cinco minutos acercarse a Cabreiroá donde podemos ver la envasadora de agua mineral o darnos una vuelta por el balneario del mismo nombre, actualmente creo que cerrado. Preciosos jardines y sitio muy fotogénico. Merece la pena aunque sólo sea por sentarse en la hierba y ver la vida pasar durante un rato.

Hay veces que si uno se fija encuentra cosas totalmente inverosímiles como esta instalación de las tuberías del agua. ¿Será para que el encargado de leer el contador no se tenga que agachar? ¿Para que el agua entre en la vivienda hacia abajo a mas presión? Por favor, si alguien es instalador o sabe porqué se puede hacer de una forma tan retorcida que nos lo aclare y se lo agradeceremos eternamente.