Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Patatas, patatas y mas patatas, todo en Xinzo parece girar alrededor de la patata. Kilómetros y kilómetros cuadrados cubiertos de plantas de patata. Subidos a un monte, allá donde abarca la vista se ven patatales y mas patatales. Bajamos al suelo y allá donde ponemos los pies ¿qué hay? Grandes campos labrados una y otra vez, con surcos, riego y plantas de patata distribuidas linealmente a intervalos regulares. Algo monotemático pero bueno, es lo que hay, no nos vamos a poner en plan exigente pidiendo cocoteros y una playa caribeña doscientos kilómetros tierra adentro.

Nueve meses atrás comenté que escribir un blog es una vida a rachas, nueve meses después sigo pensando lo mismo. Cada «arrebato creativo» dura unos días y las entradas salen como churros, actualmente hay cien programadas para salir y podría vivir de rentas de aquí a fin de año. Pero como siempre, tras la tempestad neuronal viene la calma chicha y las ideas se esconden en el fondo del cerebro. Habrá que esperar a que vuelvan a florecer solitas. Qué mejor para ilustrar esta entrada que la foto de una planta que vimos en Madeira, preciosa por su forma, sus colores y su agradable olor. Si te gustan las plantas te puedo asegurar que allí lo vas a pasar de miedo porque las hay en abundancia por todos lados.

Dicho lo cual, y apoyado en que hasta mediados del mes de octubre es una época de bastante trabajo, nos volvemos a la cadencia de una foto diaria en vez de las dos habituales. Aunque me conozco y probablemente un día de estos me entren las ganas de nuevo, no me pueda resistir y sigan apareciendo fotos a deshora, qué le vamos a hacer.

Efectivamente, leéis bien, fue no-visita. Hace relativamente poco me enteré de la existencia de un castillo en Pambre al lado de Palas de Rey. Allá nos fuimos hace un par de fines de semana y tras dar unas cuántas vueltas por caminos y carreiros, acabó apareciendo un precioso castillo en muy buen estado de conservación, de los pocos que he visto enteros en Galicia.

Llegados a la puerta del castillo la encontramos cerrada a cal y canto con este cartelito ante el cual duda uno si hacerle caso pero por si acaso mejor no arriesgar. Y francamente, creo que fue una decisión bien acertada.

Buscando más información en internet parece ser propiedad particular del conde de Borraxeiros, Manuel Taboada Fernández, que a pesar de los sucesivos requerimientos se niega a abrirlo para ser visitado cuatro días al mes como indica la ley. En fin, paciencia. Si acabará pudiéndose visitar el Pazo de Meirás, me imagino que visitar este será cuestión de tiempo.

No me conozco todas las ciudades de España, pero sí he de reconocer que para ir de tapeo no encontré nada como Salamanca. Quizá León o alguna del país vasco, pero cada visita a Salamanca es una nueva alegría. Sales de vinos a eso de las nueve de la noche, en un bar de la Plaza Mayor con cada caña te ponen una de éstas.

Toda la barra llena de tapas para escoger. Tras la primera caña viene la segunda y con ella la segunda tapa. Siguiente parada en Casa Paca, con un vino y una caña nos traen todo esto.

100% material rotundo y contundente. Yo, que soy de poco cenar, prácticamente me quedo llenito. Y ojo, que en lo alto la mismísima Doña Paca vigila que no te levantes hasta que hayas dejado el plato limpito…

Mas playas de la costa coruñesa, esta vez la playa situada al pie del pueblo de O Pindo y del monte con el mismo nombre, ese monte que la luz del atardecer pinta de rosa debido al color de la roca. Arena blanca, agua cristalina, un largo paseo marítimo, el perfil de Finisterre a lo lejos y mucha tranquilidad. Le sobraría el viento fresco y el agua congelada para rozar la perfección. A desmano de todo, éste sería un pueblo ideal para quien quiera vacaciones de desaparecer del mundo.

La pésima calidad de las fotos de ayer con el móvil no ha sido mas que una falsa alarma, cada vez tengo mas claro que debí tocar el miniobjetivo que tiene con los dedazos pringados de crema para el sol porque hoy lo limpié bien y ha recuperado la calidad anterior, escasa pero suficiente. Como os imagináis por el título, segundo día de playa de la temporada.

Si, lo sé, entiendo que parezca raro que alguien salga diciendo que su primer día de playa (yendo en plan playero, con bañador, sombrilla, toalla y esas cosas) de este año fue el 26 de septiembre en pleno otoño ya, pero uno tiene sus manías y a estas alturas de la vida no sé yo si cambiaré. La playa, el calor y yo somos un trio imperfecto que sólo nos podemos juntar de dos en dos. Si hay calor y playa, no estoy yo. Y si estamos la playa y yo es porque ya no hace calor. Como no pegaba el sol como en jornadas precedentes y corría brisilla, acabamos en la playa. Aquí se ve el magnífico día y la tremenda jodienda porque algo le ha pasado a mi maravilloso móvil de veinte euros que saca las fotos con una calidad infame y borrosas cuando antes se limitaba a sacarlas infames. Esperemos que sólo sea una transferencia temporal del potingue con protección solar 50 y anti rayos gamma que me aplico a rodillo cuando me expongo al sol, también conocido como pintura plástica blanca de exteriores.

Una pena la desgracia de la cámara del móvil porque mientras paseaba, que soy de los de hacer kilómetros más que de torrarme sobre la toalla, aún pude ver unas cuántas cosas curiosas. Lo primero, que también debió venir Pitagorín si nos atenemos a la de tablas de multiplicar que había escritas en la arena.

Lo segundo, que los forofos del linux no están metidos en una habitación oscura con seis ordenadores intentando reprogramar el próximo despegue del transbordador espacial sino que también van a la playa y se dedican al proselitismo a base de dejar mensajes (casi) subliminales en la arena.

Y por último, comprobar cómo con la tontería esa que les dio de no recoger las algas, estaba una esquina de la playa hecha un verdadero basurero. Por no decir nada de la peste que daba tanta alga en descomposición, un asquito de olor así como a butano. De veras que es increíble.

Visto en la carta de una bocatería. Finura la justa en los que la diseñaron y ya puede estar bueno, que a ver quien es el guapo que lo pide.

Pintada hecha con plantilla y spray que encontré en una calle de Zamora, reflexión que a su vez me lleva a pensar sobre cómo vamos olvidando el verdadero sentido de las cosas. Hay que ver el entusiasmo que se pone en muchos sitios por la semana santa, por las procesiones y todo eso cuando realmente en el fondo lo único que importa es el dinero que deja el turista y ganar una pasta en cuatro días.

Es lo que tiene eso del pensar, que un día te pones a darle vueltas a un tema y llegas a conclusiones sorprendentes. Por ejemplo, otra de las cosas que me han hecho reflexionar mucho es el sentido del matrimonio, pensar en qué unió a la gente que conozco. He llegado a preguntarle discretamente a alguno porqué se casaba y he recibido respuestas de lo mas pintoresco:

• porque es lo que se lleva
• para evitar líos con la familia de él/ella
• por si nos pasa algo, evitar problemas con la herencia
• porque luego hay menos líos con los hijos
• para poder hacer la declaración de la renta conjunta y pagar menos
• pues ahora que lo pienso…

Y seguro que si os paráis a pensar conocéis mas de un caso de estos. ¿Respuestas que hagan referencia a la verdadera función del matrimonio? Cero.

Seguimos con esa costumbre de enseñar sitios donde comer bien por cuatro duros. En Vilanova de Arosa justo al lado del puerto está el asador «A nova cova» donde las dos veces que fui comí de miedo bastante barato. Durante la semana tienen un menú bastante arregladito para quien quiera comer dos platos, bebida, postre y café por unos diez euros. Y si no, a la carta hay raciones, pescados o especialidad en carnes con un churrasco bastante abundante y rico.