Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

No son muy conocidos estos inventos por Galicia, o por lo menos no los he visto en las playas, en cambio en Portugal son más que habituales debido a que prácticamente todas son playas abiertas, sin protección como las rías y suele hacer bastante mas viento. En esos casos hay dos opciones: sufrir las arenitas lijándote la pantorrilla y metiéndose en el bocadillo o poner tu paravientos y disfrutar de la playa como un señor. Francamente, no hay color en la elección.

Si al final se les da por poner los dichosos peajes abusivos sí que sé una solución mejor: no volver a las playas portuguesas y disfrutar exclusivamene de las playas gallegas, para que aprendan.

Del monasterio de San Pedro de Rocas habíamos visto el interior borroso y el interior menos borroso. Con eso de las tumbas excavadas en la roca (el morbo siempre atrae) no había mostrado el exterior, que también es muy llamativo porque está construido aprovechando directamente una tremenda roca, horadando en ella un agujero para permitir el paso y aprovechando la parte superior para poner el campanario. Eso se llama aprovechamiento de los recursos naturales.

La roca no acaba en el exterior, sino que llega hasta el interior y se integra dentro de una pared. Me pregunto si no sería mejor que hubieran construído el monasterio un poquito mas allá, cualquiera que se haya entretenido alguna vez con un martillo y un cincel contra una piedra de éste estilo sabe el trabajo que da hacerle un agujero, cuanto mas para labrarla de esta forma.

Plan para el próximo fin de semana: a papear de lo lindo en A Guarda, y nada de hamburguesas ni marranadas similares, toca langosta y otros platos de cocina marinera. ¿Se os ocurre algún plan mejor? A mi (salvo que me toque la primitiva), francamente no.

¿Que tenemos un mueble viejo? Nada, nada, le hacemos un recorte y ya tenemos no sé si caseta para el perro o cobijo para las gallinas.

¿Y unos cartelitos de obras de la Xunta? También, también, esos para la parte de arriba y mejor impermeabilización no vamos a encontrar.

Si cuando os digo que en el rural gallego no se tira nada no os miento ni una mijita…

Ese típico domingo mustio, que no sabes qué hacer ni se te ocurre nada mejor, cien mil vigueses de los trescientos mil que componen su población se vuelven para sus pueblitos de Orense donde están empadronados para pagar menos impuestos (eso que yo pensaba era un tópico muy extendido hasta que vino un cliente a preguntarnos cómo empadronarse en casa de su abuela de Orense), cien mil vigueses quedan en casa viendo la televisión y otros cien mil se van a la fortaleza de Valença do Minho, intentando, por supuesto, los cien mil aparcar dentro de la fortaleza porque dos cosas que distinguen a un vigués es que siempre va en coche a todos lados y aparca siempre a la puerta, aunque sea estorbando al resto del universo «porque sólo es un momentito». Evidentemente domingo, mucha gente y tiendas genera un paisaje así en todas las calles de Valença.

Ya puestos, la gente de Tuy podría preguntarse porque el casco antiguo de su ciudad es igualito al de Valença y mientras éste está de bote en bote y sus negocios florecen, el otro da mas pena que otra cosa.

Por tal nombre se conoce a aquellos que emigraban a América, volvían con dinero y generalmente revertían parte de lo obtenido en beneficio de los lugares donde nacieron. Tal es el caso de Fernando Blanco de Lema, que emigró a Cuba y aunque no llegó a volver, en su testamento dejó una fortuna de la época para la construcción de dos colegios, lo que se hizo a través de una fundación que lleva su nombre. Aquí se puede ver su biografía e historia en la página de la fundación.

A día de hoy uno de esos colegios es el Instituto de Educación Secundaria de Cee, en la imagen, con una estatua en memoria de Fernando Blanco sobre un pedestal y la jodía sombra del semáforo que no hubo forma de evitar.

He tenido la suerte de conocer a una persona que trabajó aquí hace unos años y la historia del centro es de lo mas interesante. Durante una charla informal me contaron que hasta la guerra civil era un colegio mixto, se le daban clases a niños y niñas y era como una escuela laboral, todos salían sabiendo un oficio. Es más, se decía que en aquellos tiempo todas las chicas del pueblo sabían escribir a máquina o tocar el piano, según sus habilidades.

Me hablaron de aulas grandes, frías, sin calefacción, ventanales altos con cristales rotos que no reponían por lo exiguo del presupuesto. Un laboratorio de física con una reproducción a escala de de la máquina de vapor de Watts que funcionaba y otras máquinas antiguas, obsoletas, pero casi piezas de museo. Un laboratorio de ciencias con una gran colección de fósiles, otra de minerales y piedras, otra de conchas, animales disecados. Un piano en la sala de profesores, un contrabajo, violines con uno etiquetado como «Stradivarius» que aseguraban era verdadero (aunque a mi también me cuesta creerlo). Cuadros de Federico de Madrazo, entre ellos alguno que fue restaurado para llevarlo a El Prado y formar parte de la exposición conmemorativa del bicentenario del pintor. Una capilla en marmol blanco donde reposan las cenizas del propio Fernando Blanco, una colección de casullas y otros instrumentos eclesiales, etc. Un jardín precioso, lleno de especies exóticas, pero muy mal conservado. Aulas hasta en el desván abuhardillado y la torre donde descansa la maquinaria del reloj permanecía cerrada.

Ya véis qué historia. También me dijeron que varias veces se habló de convertirlo en un museo, pero como suele pasar, nada de nada. Una pena.

De siempre me quejo que no se puede sacar un paisaje decente sin que aparezca un cable estorbando. A nivel fotográfico todo es darle un poco al Photoshop y quitarlo, pero cuando llegas al quinto pino perdido y encuentras algo bonito, fastidia ese elemento descuidado por medio y te preguntas si realmente es necesario, si no sería mejor ser algo mas cuidadoso con los paisajes y disimular el cableado algo más. Véase el ejemplo número uno.

Claro que últimamente la cosa va a peor. Cables sigue habiendo, pero con tanta autovía, vía rápida y ahora el AVE, cuando te despistas además de cable tienes un pedazo viaducto pasando por encima tuya, y éste ya es mas complicado de disimular como se aprecia en el ejemplo número dos. Cosas del progreso.

Aquí tenemos una versión «light» del fontanería y patrimonio, no tan bestia, pero a esa fuente con ese escudo en piedra definitivamente siguen sin pegarle esos grifos. Hay que ver lo que nos cuesta ver las cosas como un todo y si invertimos un dinero en hacer una fuente con un escudo de piedra, que ésto no ha costado lo mismo que si la hiciéramos con cuatro ladrillos, no podemos rematar la faena con unos grifos de gama baja baratilla porque un solo elemento afea el conjunto. Los detallitos, los jodíos detallitos que al final son los que cuentan.

Dado que el trabajo y la llegada del verano me han dejado el celebro el celebro chuchurrío y debilitado, he cumplido mi palabra y los fines de semana los dedico a la noble tarea de no hacer nada, no pensar, no usar una neurona mas que para lo estrictamente necesario, disfrutar del sol y de la playa. Por ello, no tengáis grandes expectativas hacia este blog, ni esperéis grandes pensamientos (que nunca los ha habido), frases grandilocuentes (aún menos) o reflexiones profundas mas allá del medio metro bajo el agua, que me voy a dedicar a rascar la barriga sin que lo sospechéis siquiera aprovechando la tremenda cantidad de entradas ya preparadas. He dicho.

Que a todo esto, a mi la playa no me gusta pero me llevo los veinticuatro tomos de la Espasa (mas los ocho suplementos) y me entretengo buscando curiosidades para ir poniendo por aquí cuando llegue la temporada de otoño-invierno.

Para los festeiros, ya sabéis donde va a estar lo mas gordo este fin de semana: en Lugo. El personal disfrazado de romano, de legionarios, celtas, de todo. Fiesta, comilona, risas y un montón de gente. A ver si con un poco de suerte el tiempo revuelto que pronostican para sábado y domingo no interfiere, porque lo que es a viernes, hubo hasta inundaciones.