Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Cuando empieza la temporada de caza y te alejas de las ciudades para entrar en las carreteras apartadas nunca falta esta aparición, la omnipresente señal con la que hizo prácticas de tiro algún cazador. Bien sea con un pepinazo como éste o con una lluvia de perdigones, podemos apreciar como algunos hacen suyo aquel pensamiento de una ministra según la cual «el dinero público no es de nadie» así que la señal tampoco y se le puede pegar un tiro tranquilamente que ya se repondrá con dinero de nadie. Por cierto, menos mal que el del coche rojo no estaba en ese momento porque a poco mas le pegan un tiro en toda la cocorota.

El día que te notes triste recuerda esta imagen, si hasta una señal de tráfico puede estar alegre a ver porqué tú no. Vale, la señal no tiene hipoteca, no puede quedarse en el paro, no tiene una suegra despreciable, pero si nos paramos en detallitos nunca nos quedaremos con la esencia del asunto que es la expresada en mi primera frase.

Una de las cosas con las que hay que tener bastante cuidado a la hora de circular por la Galicia rural es la probabilidad más que probable, valga la rebuznancia, de encontrarse súbitamente con algún bicho en plena calzada. Y mientras que por algunas carreteras los bichos son mosquitos, aquí pueden ser vacas o caballos, como bien advierte esta señal en el Alto da Gañidoira. Unos metros mas adelante un par de equinos pastaban tranquilamente en el arcén. Con cuidadito, que ya he visto el aterrizaje de una vaca de media tonelada sobre un parabrisas ajeno y no resulta muy recomendable ni para el vehículo, ni para la vaca, ni para los ocupantes.

Nota posterior a la escritura de la entrada: si antes lo digo… ayer, seis heridos en el Corredor do Morrazo por un cascotazo con un grupo de caballos…

Digo yo que los hay que cuando se les mete una cosa en la cabeza, da igual que sea pared, garaje o señal, venga a pintar y pintar más lo mismo…

Empezando por las señales de tráfico…

Sólo falta el guardia municipal en la esquina multando a todos los que giran hacia donde no se puede, que lo dice clarito la señal y las señales están para respetarlas.

Lo que yo diga… que la gente, vaya donde vaya, sólo piensa en lo mismo. Sea o no sea el sexto…

Es cierto que cuando visito algún pueblo voy con mil ojos a la busca de hechos curiosos, relevantes o risibles que fotografiar, pero también he de reconocer que a veces ni que el destino los pusiera en mi camino. Me voy a ver la capilla de Carud, aparco en un carga y descarga aprovechando que el horario lo permitía y esto es lo que se aparece delante de mis narices. ¿Garga? ¿Y porqué no desgarga?

Cuando uno va por el monte recorriendo una ruta señalizada, lo mas normal es que vaya encontrando indicadores como éste por donde discurre la ruta. Si llegas a un cruce y no sabes por donde seguir, echas una ojeada alrededor y verás cómo en algún árbol, piedra o poste encuentras un indicador pintado.

Para más, también hay indicadores de «por aquí no», como éste. Así es facilísimo ir recorriendo el camino sin la menor equivocación.

Pues bien, cuando hice la ruta de los Molinos del Folón y del Picón conseguí lo difícilmente conseguible: aún así me perdí. No sé cómo ni cuándo giré donde no debía, pero de pronto me vi en una especie de caminito cada vez mas estrecho, lleno de maleza a los lados y sin la menor indicación ni orientación. Cuando muera estoy por donar mi cerebro a la ciencia para que estudien el sistema de orientación mas nulo de los últimos siglos, un verdadero antiGPS con patas.

Digo yo que con lo facilito que es copiar las cosas, fijarse y hacerlas iguales, ya hay que tener escasa voluntad para poner dos puntos de mira en vez de dos señales de prohibido estacionar. Aunque a lo mejor es eso lo que querían indicar, si aparcas aquí estarás en nuestro punto de mira.

Es mas, ya puestos realmente esa no es la señal de prohibido aparcar, sino la de prohibido parar y estacionar con lo que o bien está mal el cartel, o mal la señal (además de girada).

Cerca de la rotonda de La Ramallosa, al lado de Bayona, encontré no hace mucho una señal con un cartel en forma de flecha medio caído. Me acerqué por pura curiosidad y la flecha indicaba, como no, en dirección hacia Las Antípodas. Donde iban a estar sino ahí, hacia abajo, siga recto a unos doce mil kilómetros de nada…