Me acabo de poner delante del ordenador y no tengo nada claro sobre qué quiero hablar. ¿Sobre el mecanismo del botafumeiro sin botafumeiro?
Psé, psá, ¿cambiamos de iglesia y nos vamos a una portuguesa? ¿ValdrÃa la Iglesia de la Lapa en Arcos de Valdevez?
¿O mejor una en medio del bosque como la de la Ribeira de PiquÃn? Que esto de los arbolitos de colores siempre tira lo suyo.
O quizá también una en ruinas, siempre quedan muy cucas y llaman la atención sobre todo si son en paisajes asà de diferentes a los gallegos.
Pero no, no lo acabo de ver claro, ¿cambiamos de tema y volvemos a los hórreos, que los hay hasta con chimenea?
Tampoco, es que no me viene ninguna idea a la cabeza. Nos redirigimos al tema tan socorrido de los rÃos, charcas bonitas de agua cristalina como si fueran piscinas naturales.
O rÃos mas urbanizados, con paseillo y casita tipo castillo al fondo. ¿Tampoco vale? Pues va a ser que no, veo la foto y tampoco me viene ninguna maldad a la cabeza, signo inequÃvoco para pasar a la siguiente.
¿Viaductos? Qué va, ya he hablado de todos los viaductos gallegos por lo menos dos o tres veces.
¿Y sobre el mobiliario urbano que lo mismo vale como farola que como Porta CDs? ¿Tampoco?
¿Ni siquiera poner verde a Vigo nuevamente, para que no se diga que me estoy volviendo blandito?
Pues no, en realidad lo que me apetece hoy es hablar sobre una camiseta muy bonita, elegante y discretita que me compré hace unos años en el Algarve. Algo debe tener que salà de la tienda con ella puesta y a los diez metros me estaban intentando vender droga, no sé de qué me verÃan cara pero sà sé de qué me vieron camiseta.
¿Os he contado qué maravilla es esto de tener un blog? Digas lo que digas, es más, aunque no tengas nada que decir, la gente se lo lee enterito hasta el final. Y si pones muchas fotos pero pocas letras, mucho mas fácil. Qué gran invento esto de internet para la comunicación entre terrÃcolas.