Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

A veces me pongo a revisar las fotos y dan ganas de ponerse a distribuir salvapantallas por el mundo, porque de cuando en cuando me sale alguna serie estéticamente bien maja. De recorrido por la Rioja, uno de los días con tiempo medio nublado medio lluvioso coincidió que primero salió el sol, iluminó ésta ladera y al ratito teníamos un arco iris en la montañita de enfrente. Menudo hartón a sacar fotos, oiga, bicocas visuales como esas no se ven todos los días.

El fin de semana pasado primer temporal del otoño, para esta noche y mañana está anunciado el siguiente, con lluvia y viento en abundancia sobre todo por la tarde. Me imagino que no será tan bestia como el del domingo, fijaros qué cosas fue dejando por Vigo. Tampoco esperéis muchas fotos porque voy a estar ocupado (rascándome la barriga)…

Pensé que era bruto podando los arbolitos de mi jardín pero, como siempre, a todo hay quien me gane. Así también acabo yo rapidito, no te jode…

Invención portuguesa, el jardín de árboles reciclables que ni necesitan agua, ni cuidados. Sorprendente encontrar esto de camino a Povoa de Varzim, hala, media vuelta, parar a lo bestia, bajar para sacar dos fotos y pitando de nuevo. Estaban instalados en el jardín de un colegio público, aquí somos bastante mas sosos y sacándonos de los murales no hay innovaciones como la que veis.

Ahora que me doy cuenta, con tanta historia sobre botellas, melindres, procesiones, cuevas y demás, hace días que no saco un solo paisaje. Pues nada, eso hay que corregirlo pero ya. Marchando una de río en Pontecaldelas, Pontevedra. Pueblito pequeño, pero con paseo fluvial y vistas tan majas como ésta. Ideal para el relax dominical dando una tranquila caminata, aireándose y despejando la cabeza.

La verdad, hay veces que me quedo sin palabras con lo curioso de algunas tradiciones, como delante de esta pequeña estatua con sus instrucciones correspondientes y pertinente ramito de flores situado en un castaño al lado de Santa Marta de Ribas de Sil, en una de las zonas mas bonitas de la Ribeira Sacra.

Lo mío es curioso. Me sueltas en un monte y soy feliz. Me sueltas en una ciudad y soy feliz. Me sueltas cerca de un río y soy feliz. Me sueltas cerca de un monasterio y soy feliz. Me sueltas en un bosque y soy feliz. Para qué nos vamos a amargar si la vida son cuatro días y dos de ellos llueve…

A veces, con esto de tomarse la vida a coña la mayor parte de las veces, me centro mas en los aspectos jocosos de un sitio dejándome otros mas interesantes para otra ocasión. Hace tiempo me pasó hablando sobre Barra de Miño, que uno se queda con lo primero que ve y se olvida otras hay cosas como que si vas buscando aspectos naturales, los vas a encontrar de sobra al estar a la orilla del Miño y tener vegetación en abundancia.

De esas fotos que merece la pena pinchar en ella con el ratón para verla un poquito mas grande. Fue sacada desde el mismo sitio que la primera del enlace que pongo arriba, sólo girándome noventa grados a la derecha.

Hay algunas fotos que, quien sabe porqué, le acaba uno cogiendo un cariño especial. Esta es una de esas, no sé si por el aire irreal de los árboles en la niebla de la Ribeira Sacra, por la simplicidad de la imagen, por el aire antiguo o sabe dios porqué. El caso es que me gusta y mucho. En ella se usan varias técnicas fotográficas distintas para transformar el original en lo que veis: eliminamos casi todo el color, viramos a un tono ligerísimamente sepia y finalmente se añade algo de viñeteado para centrar la vista en los arbolitos. Nada es lo que ves…

Es curioso cómo cambia una misma foto del blanco y negro al color, y no digamos ya si usamos un contraste muy alto o muy bajo. Por ejemplo, este arbolito. Sabemos que están ahí. Que nos observan. Que nos siguen con la mirada. No nos quitan ojo de encima y sin embargo no distinguimos qué es… resulta hasta inquietante…

Una vez que aparece el color, las cosas cambian. Tanto lío y al final sólo eran unas cuantas palomas. Contarlas puede ser un magnífico entretenimiento para una tarde aburrida de domingo o un lunes sin ganas de actividad mental.

Cuando hablamos de playa todos lo solemos asociar al verano. Sin embargo, a mi lo primero que me viene a la cabeza son las playas de Portugal, el otoño-invierno o el principio de la primavera, mis dos perros corriendo por la arena, los montones de algas traídos por la marea y algún árbol que aparece tras la tormenta. Esos primeros rayos de sol tras el invierno o el dorado de la luz del atardecer…