Mencioné hace tiempo las Casas del Tratado donde se firmó el curioso Tratado de Tordesillas entre España y Portugal. Esas casas (el edificio de la derecha) hoy en dÃa son un museo sobre el el descubrimiento de América, Colón y el tratado. Aunque el aspecto exterior no debe haber cambiado mucho desde aquellas épocas, por dentro está bastante mas modernillo como veréis próximamente.
Ya habÃa dedicado una entrada a esa curiosa costumbre existente en Galicia como es plantar la casa en los lugares mas aislados posibles, pero en el último paseo por el Caurel vi un pueblito que se lleva la palma: cuatro casas situadas en Quinto Pino de Arriba, en plena ladera de una montaña. Que no digo yo que el lugar no sea bucólico y magnÃfico para vivir, todo exterior, luminoso y con aire fresco a raudales, pero me imagino también la gracia que les hará cuando se olviden algo en el supermercado o quieran ir a comprar el periódico.
Lugo es una ciudad de contrastes, ha crecido mucho, hay mucho edificio nuevo pero creo que lo mas significativo (exceptuando las fiestas del San Froilán) sigue siendo la muralla y sus casas viejas del interior, pintadas con colores vivos. Junto a ellas sobreviven a la espera de su turno aquellas a las que aún no les ha tocado creando una serie de contrastes entre lo nuevo, lo antiguo y lo renovado. Sumándole a eso una tarde soleada y un cielo azul con nubes, se hacÃa imposible dar mas de diez pasos sin sacar una foto.
Siempre me llamaron la atención las casas de colores que hay en el interior de la muralla de Lugo, entre las que predominan los azules, amarillos y verdes pálidos. Cosas como esta tendrÃan que estar subvencionadas por el ayuntamiento porque contribuye a darle una cierta vidilla y alegrÃa a la zona, que de otra forma serÃa bastante mas triste. Entre ver un barrio gris o un barrio de colores, el 99% de los encuestados seguro que se decide por el de colores. El otro 1% son los fabricantes de la pintura gris y sus distribuidores.
Si mañana me entero que la Barbie viene de vacaciones a Galicia de incógnito, el primer sitio donde me irÃa a buscar es a la playa de Miño donde hay un par de casitas que ni hechas adrede para ella. Dos igualitas y en rosita discreto para no llamar la atención…
Nota: si me leen los dueños de las casas, efectivamente, entre rosa y verde pistacho yo también me quedo con el color rosa.
Un poquito a desmano de Galicia nos pilla Villajoyosa, en Alicante, allà donde fabrican los Chocolates Valor. Quizá esto es lo mas llamativo del pueblo, aprovechando la pared de una torrentera nos encontramos con estas curiosas casitas de colorines demostrando que a la hora de construir, lo importante no es saber sino la voluntad que se le ponga al tema. Si una casita empieza a una altura y la siguiente a otra, eso es arte. Si cada casita sobresale a su libre albedrÃo, eso es innovación. Y es que en España, cuando nos ponemos, nos ponemos de verdad.
Una de las cosas que mas me sorprenden mientras viajamos por Galicia adelante es que puedes encontrar una casa en los lugares mas inverosÃmiles. En lo alto de un monte, en el fondo del valle, perdida en el quinto pino o como en la foto, escondida entre la vegetación al ladito de los Peares pero ya en Orense. Al ver esto lo primero que me viene a la cabeza es el dueño diciendo «Planto mi casa aquÃ, y que se j*da el del butano cada vez que tenga que venir».
Pues anda que como se te acabe la sal, no te cuento donde vas a tener que ir a comprarla…
Unos kilómetros al sur de Aveiro está Costa Nova, un pueblito de los que merece la pena visitar, tanto por la playa (está situado en un «brazo» de arena que compone la bahÃa de Aveiro), como por los restaurantes o por lo curioso de sus casas, todas por este estilo y pintadas a rayas de colores: rojos, amarillos, azules, verdes.
Lo cierto es que la primera vez que lo visité no me lo acababa de creer, no parecÃa Portugal. Llegar a un pueblito y encontrarte un montón de casas preciosas a rayas y tan cuidadas sorprende lo suyo.
En la esquina inferior izquierda de la provincia de Pontevedra y justo donde desemboca el Miño tenemos A Guarda, pueblo pesquero y capital de la langosta. La primera lÃnea delante del mar son antiguas casas de pescadores que han sido reformadas, pero todas altas y estrechas como se puede apreciar en la fotografÃa:
La foto no será una obra de arte como las que él hace, pero me gustarÃa dedicársela a Pedro Solveira. Un domingo lo conocimos en la exposición que hizo en la Casa de la Cultura y tras unas cuantas horas de charla, cena y sobremesa, acabé con la sensación de haber conocido a una artista como los que describen los libros, que han tenido una vida plena de experiencias recorriendo el mundo entero y sin embargo sigue siendo una persona de lo mas normal y asequible, encantado de hablar de todo, sin problemas para descubrir los secretos de sus cuadros. Un encuentro inesperado de lo mas enriquecedor.
