Verbum, la casa de las palabras

Escrito por: Jc | Categoría: Pontevedra | Publicado el: 09-12-2010

De primero, a ver cómo describo ésto asépticamente, sin acritud, que luego me dicen que me meto con Vigo. La zona de Samil en Vigo es una zona de playas, donde la gente va a la playa y poco más. En invierno no hay ni un alma y en verano aquello está repleto, con los típicos problemas de aparcamiento de cualquier playa masificada. En 2001, siendo alcalde de Vigo Carlos Príncipe, tuvo un ataque de clarividencia (o un golpe en la cabeza) y se le ocurrió hacer un «Museo de las palabras» precisamente allí, en uno de los aparcamientos de la playa. Cualquier persona normal se lo hubiera tomado a coña, pero claro, si lo dice el alcalde se pone la maquinaria municipal en marcha, se lo encargan a Cesar Portela (si, el del simpar cementerio de Finisterre) y en 2003 inauguraba. Aquí lo tenéis. En el diseño no es que se mataran mucho, un cuadrado y hala, pitando. Losetas por fuera, que menos mal, no se caen como en Villagarcía. Por dentro tampoco es especialmente espectacular.


Museo Verbum

El resultado, lo que cualquiera hubiera vaticinado. Aquello no lo visitaba ni el gato porque además de poco interesante, queda a desmano de todo. Fui a ver una exposición sobre sistemas de comunicación: un casco con dos tubos en las orejas para que sepas que escuchas en estéreo, unas pintadas para que sepas que también son sistemas de comunicación, unas señales de tráfico para que sepas que también las señales son sistemas de comunicación. Interés: absolutamente nulo. Ganas de volver: cero. Fueron cambiando los directores con idénticos resultados porque insisto, está total y absolutamente a desmano de todo. Si ya un museo como el Marco, en pleno centro de la ciudad, tiene un índice de visitantes calificable como de risa (y menos mal que es gratis), imagínate un «Museo de las palabras» en una esquina perdida de Vigo, una ciudad en la que creo que la cultura de este tipo importa francamente poco (uno como es rarito va a museos y exposiciones varias. Salvo excepciones, la asistencia media son cuatro pelagatos). Este fracaso, que en una empresa privada daría con el responsable de patitas en la calle, al ser público imaginaros el resultado: paga Juan Pueblo los gastos millonarios en mantenimiento porque ya que está hecho no lo vamos a tirar.

De unos años aquí han ampliado con conciertos de jazz, documentales, certámenes de video y demás. Sigue sin despegar, sigue sin ser un referente de nada pero bueno, paciencia, siete años no son nada a ver dentro de otros tantos cambia el cuento. Ultimamente parece que están muy felices con 23.000 visitas en un semestre, si de ahí quitamos los niños de los colegios que van de visita para que les dé el aire un día, mejor no empezar a hacer cuentas o podemos acabar llorando.


Cartel de exposición

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