Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Una de las cosas que no se le puede negar a los portugueses es el gusto por el diseño, de un tiempo acá veo cada vez mas atrevimiento en la arquitectura, superándonos por goleada en lo que son casas lineales, minimalistas, cuadradas y con tremendas cristaleras (esas que salen en las revistas de moda o diseño moderno). Lo que no sabía era que esas capacidades alcanzaban hasta a los estadios, como éste de Aveiro. ¿Estará hecho con piezas de Lego? ¿A que nunca vimos uno así en España?

Semana Santa, vacaciones, ¿dónde podemos ir que se esté tranquilo y no haya mucha gente? A la zona de Extremadura. Fue llegar a Mérida, aquello era como una romería y todo porque hace dos mil años a los romanos les dio por poner un teatro al aire libre por la zona. Bueno, a ver si en Cáceres… ni de broma, repletito hasta la bandera. Entonces se le ocurre a uno la genial idea «Seguro que en Trujillo, como es pequeñito, hay mucha menos gente»:

Casi casi… 365 días para visitarlo y tengo que aparecer por allí el día de la fiesta mayor…

Esta foto no debería ir aquí. En realidad quería poner una muy bonita de ciervos a la orilla de un lago, ese cuadro tan vendido en las mejores mueblerías, pero ni encontré ciervos, ni lago, de modo que toca conformarse con caballos y mar, concretamente la playa de la Lanzada. Obsérvese también al fondo (San Vicente del Mar) el fino ecologismo de algunos constructores: antes de que llenen el monte de eucaliptos, que estropean el suelo, mejor lo lleno de chaletes que son mas naturales.

Cien días, cien, se cumplen desde el día que puse la primera foto. Para mi ya es un éxito, realmente no pensé que esto fuera a durar tanto tiempo, ni que tuviera la cantidad de fotos que tengo ya editadas y listas para publicar. Este sería un día magnífico para celebrarlo, hacer fiesta y dar saltos de alegría. Pero como salí de trabajar a las tantas y mañana tenemos auditoría de calidad de la empresa, pongo foto de unos hórreos en un pueblo perdido de Orense cuyo nombre ya ni recuerdo y aquí se acaba la celebración.

Bonito blanco y negro, bonitas texturas, motivo típico, imagen costumbrista, pero apañadita.

Aprovechando la luz suave del atardecer, mi trípode y yo sacamos esta panorámica del Embalse de Belesar, atosigado por las mil moscas que compartían conmigo la esquina donde se tenían las mejores vistas. Supongo que en esa esquina mil guarros habrían echado una meadita antes, de ahí que las moscas se resistían a abandonar su paraíso sólo porque apareciera un humano acompañado de un cacharro metálico de tres pies.

Hay días que la luz no acompaña para nada, la hora no es la correcta o la ausencia de nubes desmerece la imagen. En cambio otros días, como éste, parece que todo sale redondo: el motivo, la luz dorada, la altura del sol, ese cielo, todo. Todo menos las moscas, claro.

La panorámica se compone de nueve imágenes consecutivas en vertical unidas con el programa Autostitch (ese que aún no me da comisión pero podría dármela perfectamente a juzgar por la propaganda gratuita que les hago).

Hoy en día el Photoshop se ha hecho la herramienta indiscutible de la fotografía digital. No tanto cuando haces fotos con una compacta, pero sí con las réflex. Generalmente se trata de darle algo mas de vida a la imagen para llamar la atención del espectador. Los procesados o retoques pueden ser leves, menos leves o de cuando en cuando se te va la mano y sobreprocesas un poquito. Da el cante, pero se intenta que no sea desagradable para la vista del espectador como en esta imagen del faro de Corrubedo:

Capítulo aparte son los devotos del «a mas colores, fotos mas mejores» con sus fotos hipermegacoloridas que hay que ver con las gafas de sol puestas o los que descubren los filtros básicos del Photoshop y empiezan a llenarlo todo de fotos tipo oleo, plastificadas o en modo vidriera. A todos ellos, por favor, si dios no os ha llamado por el camino de la fotografía es innecesario que nos sigáis torturando.

Hace un par de años volví a Tenerife, lo primero que me encontré al entrar en mi habitación del hotel fue el último grito en telefonía:

¡Coño! ¡El teléfono de mi abuela! El retataratatarabuelo del iPhone. Vale que ahora todo el mundo tiene su móvil y un teléfono en el hotel es poco menos que un adorno, pero renovarlos una vez cada treinta años tampoco es tanto pedir. A lo mejor hasta soporta Skype o voz sobre IP, tendría que consultarlo…

Lo reconozco, aunque en Semana Santa tenía pensado otro plan, acabé viendo procesiones, siguiéndolas y sacando cienes y cienes de fotos. Porque lo que no vamos a negar es hay un rato largo de elementos fotogénicos, mas aún si se combinan con un objetivo ultra-angular que añada distorsión, o si se le da un toquecillo de hdr, etc. Traducido al castellano: está maja la foto, ¿verdad?

Doce de octubre de 2003. Fin de semana en Euskadi y alrededores recorriendo Vitoria, Biarritz y San Sebastián. Domingo a mediodía, cielo perfecto, sol, treinta grados, paseo por La Concha, por el casco viejo, vino, tapa, vino, tapa, vino, tapa, vino, tapa, hay que ver cómo se mueve esta ciudad… qué lástima que en Euskadi pase lo que pasa. Si no, podría ser un magnífico lugar para vivir.

Si es que ha sido ver la foto ésta y me he quedado sin palabras. Ya no sé qué decir, si hablar de lo feo que es (realmente no es feo, es «riquiño»), o de lo raro que resulta, o que si ésto es el símbolo de Vigo será mejor censarse en Redondela. Señoras y señores, damas y caballeros, monstruos y monstruas, con ustedes, el único, el inimitable (por suerte)… SIRENO.

¿Qué no les gusta? No se preocupen, seguro que cuando Leonardo Da Vinci acabó La Gioconda tampoco le convencía. Y el primer español que vio el cuadro le dijo «mire, yo de esto no entiendo, pero lo hubiera pintado de esta otra manera»… el arte es así, caldo de cultivo para incomprendidos. Si no me cree, esta es la demostración.