Conforme uno sale de la comunidad autónoma de Madrid por la A-3 en dirección a Valencia y entra en Cuenca, rápidamente podemos darnos cuenta que el paisaje no se parece mucho a lo que tenemos en Galicia. Mas bien no se parece nada. La tierra ya no es ni marrón ni ocre, sino grisácea. No hay verde, sino un secarral. De no ser por la carretera en primer plano, casi parece un paisaje lunar desértico. El sitio ideal para vivir si te gusta estar solo.