Continuamos recorrido por Luarca, un pueblo que seguramente muchos ya conocéis y del que destacarÃa tres cosas. Lo primero, el puerto. Fijaros qué bonito, qué colorido, qué abrigaditos los barcos y qué bien colocados. Todo el paseo marÃtimo está lleno de chiringuitos donde comer o beber. Ese edificio grandote amarillo del puerto (al fondo a la derecha) tiene una terracita donde bajó una botella de sidra que nos supo a gloria. A su izquierda hay un edificio azulado donde está el museo del calamar gigante y en el ático el restaurante «Miramar», que merece un capÃtulo aparte.
No sabÃamos dónde comer asà que mientras recorrÃamos el paseo marÃtimo Ãbamos viendo el aspecto de unos y otros. Al llegar al final nos encontramos con el Miramar, en un ático, terraza al aire libre en dÃa de muy buena temperatura, fijaros qué vistas mas impresionantes de la salida del puerto y de la zona de playas, pinchar en la foto y la podréis ver bastante mas grande. Ya no hubo duda, a comer aquà se ha dicho. Jamón de primero, arroz con bogavante de segundo, postre y café. De esos papeos que te quedan grabados en la memoria por el lugar, por lo atento de los camareros sin ser pegajosos y por la calidad de la comida.
Otro de los puntos básicos de Luarca, aunque parezca de broma, es el cementerio por su situación en lo alto de un monte con vistas a la bahÃa. Es bonito, mucha tumba en el suelo, mucho panteón como este redondo y ya digo, vistas de fábula.
Justo al lado está la iglesia, también en lo alto, y al fondo el faro. Se aprecia que el dÃa era ideal para hacer turismo.
Todo el mundo que haya ido a Luarca habrá visto todos los lugares que he mostrado anteriormente. Lo que no sé si habrán visto es esto, justo en la otra entrada del pueblo. El barco de Chanquete decorado con muñecos «Mazinger-Z style» hechos de tubos metálicos. Impactante, ¿verdad?
Pues menos mal que ya no lo usan para ir de pesca, porque siendo sardina veo llegar esto y me escapo lo mas lejos posible.