Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Vamos a recuperar una de las afamadas series de este blog, aquella en la que se mostraba cuan marranos son algunos y cómo cualquier hueco es susceptible de ser utilizado como basurero por aquellos que tienen nulo civismo y capacidad neuronal similar a un paramecio. El pasado fin de semana unas circunstancias de lo mas curioso que ahora no vienen al caso pero que en la vida me hubiera imaginado me llevaron a viajar a La Coruña. Dando una vuelta por la zona de la ciudad vieja encontramos la Comandancia de Marina.

Justo al lado del palo de la bandera dos cañones realizan una función decorativa y algo blanco me llama la atención en uno de ellos.

¿Lo véis? Da igual que el hueco sea redondo, cuadrado, grande, pequeño, horizontal, vertical, siempre se ajustará a las necesidades de un guarro como el que ahí dejó una servilleta y sabe dios qué más.

Y la historia sigue, todo hueco es papelera pero con puntería. Caminando por la calle veo esta puerta, Gran Jefe Ojo Avizor nota que aquí hay chicha. ¿Dónde? Ahí arriba, en el centro.

Si señor, la obra de un marrano con buena puntería y equilibrio para haber dejado la botella justo ahí. Seguro que lo intenta hacer adrede y no le sale.

La parienta alucinaba conmigo, ¿pero cómo haces para ver esas cosas? Ná, el sexto sentido. Unos en ocasiones ven muertos, otro en ocasiones vemos basura…

Nada como el ingenio popular para superar las carencias de la vida diaria. ¿Qué no hay papelera en el chiringuito de la miniplaya fluvial de Catoira? Pues nada, se inventa una. McGyver hacía lo mismo y tenía un programa en la televisión, así que a ver porqué nosotros vamos a ser menos.

Que no se vean por aquí mas ejemplos de aquella afamada serie «Todo hueco es papelera» no quiere decir que día tras día no siga recolectando como una hormiguita más y más muestras de lo guarra que es la gente. ¿Qué hay una obra? Cojonudo, ya tendo dónde dejar la botella.

Y esto como lo de los candados, empieza uno y cuando te das cuenta todos los bloques de la obra tienen su botella encima.

Mejor ni preguntárselo. Para quien le interese, la papelera estaba en la parte de atrás del monasterio de Celanova. Tengo que reconocer que me gustan estas cosas, la transformación de lo cotidiano en singular sin destrozos por medio. Habrá quien lo considere una pintada de mal gusto, pero se agradece todo aquello que me hace darle vueltas a las neuronas (aunque sea para pensar maldades).

Recuerdo que tenía una serie llamada «Todo hueco es papelera» de la que hace tiempo no publicaba nada y, francamente, no será por falta de fotos. Como decía ayer, cualquier mañana tras una noche de marcha con sólo llevar el móvil me sobran los ejemplos.

Seguimos esta magnífica serie con un ejemplo sacado en Tuy hace unos días. Ya véis, tubo roto mas botella del mismo calibre igual a sitio perfecto para dejarla bien apoyadita sin que se caiga. No pongo mas por pura pereza, pero rara es la semana que no tengo una o dos fotos mas. Eso deja muy a las claras que entre civismo y comodidad, lo primero siempre saldrá perdiendo.

Por lo que se ve, en Vigo se ha popularizado lo de salir los jueves por la noche. Y no es que me lo hayan dicho, es que los viernes a primera hora de la mañana algo se nota en el ambiente que te indica el movimiento de la noche pasada.

Fotos sacadas todas ellas mientras iba andando al trabajo. Viernes tras viernes se repiten la mismas imágenes. Me estoy pensando si ampliar la afamada serie «todo hueco es papelera» con «toda superficie horizontal es barra de bar».

Con éste par de imágenes podría escribir otro capítulo del afamado serial «Todo hueco es papelera» pero creo que supera los límites de la inventiva ibérica. No tengo ganas de acabarme el pincho, ¿qué hago con él? Como lo mas cercano es un canalón, allí se queda apoyadito. Supongo que lo habrán hecho por dejarlo a la vista, a ver si viene alguien con hambre y puede aprovecharlo. Ole que ole, que finura la nuestra.

Llegó el primero y aprovechó el cristal roto para tirar una botella.
Llegó el segundo y donde cabe una botella caben dos.
Llegó el tercero y no hay dos botellas sin tres.
Llegó una excursión, dijeron según pone arriba el agujero es para cien y sólo hay tres, así que aún caben otras noventa y siete. Además, quedaron para el año siguiente venir en romería y celebrar una fiesta gastronómica.
Quizá si, quizá no, pero es bonito imaginar que esas botellas no están ahí porque hay mucho guarro suelto que hace en casa ajena lo que no haría en la propia.

Nota: esta vez el hueco no estaba en Galicia, sino en Valença, al final de la fortaleza.