Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

¿Nunca os ha pasado que preparáis algo con toda la ilusión del mundo, os lo chafan a última hora y os quedáis así como desinflados, sin ganas de nada? Pues a mi me acaba de pasar eso mismo. Estaba preparando una entrada sobre el arte, el harte, el jarte y la madre que los parió a todos, tenía ya listas, prestas y dispuestas las fotos de unas bonitas obras de arte que contribuirían a mi tarea reflexionativa. Esta es la primera…

…y ésta es la segunda… sí, sí, la pared con una frase es una obra de arte, que no os enteráis.

En esto que me entero de la historia de «Zorba, el grillo» y adiós a todas mis ideas, a mis palabras, a mis ilusiones y a mis reflexiones, todo de segunda división si lo comparamos con la historia de los grillos. Mala suerte la mía, mala sombra me sigue.

Se empieza colocando mal un ladrillo, luego otro, otro, otro, el de arriba, el del lado, y al final se hacen verdaderas virguerías para taparlo y que sólo reaparezca si tiran el edificio de al lado para construir de nuevo. A base de hablar con gente de empresas tendríais que ver qué cantidad de veces pasa ésto, no sólo con ladrillos, sino con clientes, con negocios, con instalaciones, con diseños… se hace una chapuza con un dinero, se equivoca uno con un diseño, con la compra de un material, luego todo son parches un encima de otro para intentar disimularlo y lo que al final debería ser un trabajo perfecto acaba siendo como esta pared. Todo esto se minimizaría con un par de conceptos que me encantan llamados «Planificación y control» y que me traen por el camino de la amargura. Acostumbrado uno al esquema planificar-hacer-revisar-corregir, cuanto más contacto tengo con el sistema de trabajo tan común por aquí «tú vete haciendo que luego ya veremos cómo se hace» más se me resienten las neuronas.

Y digo bien, me lo explique el que lo entienda porque bonito será un rato, pero no me entero de casi nada de lo que quiere decir. Esta inscripción se puede ver en una de las paredes de la iglesia de San Andrés en Elciego, plena Rioja alavesa, y tal cómo está escrito lo primero que viene a la cabeza es precisamente lo malo que resulta el Rioja en abundancia antes de pintar un letrero.

Ya verás tú lo que tarda en aparecer un picajoso poniéndome verde por el comentario de arriba…

Esto estaba así en un patio interior de Lugo, a día de hoy no sé si era una forma de sostener la pared, si las tenían allí secando al sol o si es una obra de arte que mi escaso intelecto en cuestiones de cantidad y calidad no alcanza a apreciar. En realidad pasé por allí delante a la hora de comer y estaba mas preocupado por tentáculos de pulpo que por manos de humanos, todo sea dicho.