Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Aunque no soy yo el de la foto, he de reconocer que con lo que me gusta patear las ciudades mas de una vez me he sentido con ganas de hacer lo mismo: olvidar la dignidad, quitar zapatos, calcetines (es que el señorito es de piel delicada y la menor esquinita del zapato le hace un roto en los pies), espatarrarme en un banco y ahí me las den todas. No lo hago porque siempre hay cerca algún bar donde ponen cañas fresquitas y entre lo uno y lo otro, el mal vicio siempre acaba triunfando.

Aunque bueno, espatarrarme sí, pero sin llegar a ciertos extremos…

Curiosa imagen la de hoy en Vigo. Un cable con unas zapatillas colgando, algo que no es la primera vez que veo, y al lado los pies desnudos del sireno, daba la impresión que acababa de quitarse las zapatillas para darse un chapuzón. Está visto que voy a tener que llevar la cámara buena todo el día encima, porque para sacar estas cosas con el móvil y obtener una calidad decente hay que hacer mil y una florituras.

Hace poco vi una película de Tim Burton llamada «Big fish«, me pareció una verdadera obra de arte. En ella, una niña tira al aire los zapatos de los recién llegados a un pueblo y los deja colgando de un cable. Hace unos meses, antes de ver la película, vi unos zapatos colgando en Vigo y pensé que era una gamberrada o los restos de una despedida de soltero. Hace unos días, lo mismo, esta vez ya lo relacioné con la película. Buscando en internet, resulta que hasta tiene nombre esta actividad: shoefiti e incluso su propia web.

Como colofón, comentar que otra de las curiosidades de la feria es la asombrosa cantidad de ropa y complementos de marca (de alguna marca) que puede uno comprar. Desde camisetas con lagartijos, jugadores de polo, letras (D&G, CH) o logotipos para todos los gustos: Chanel, Chapel, Charel, Channel, Chonel, Chanela y mucho mas, todo ello realizado en plástico de primera calidad con garantía del fabricante válida incluso para los feos y aquellos que llevan los complementos sin estilo.

En estos puestos podemos comprar desde un bolso con aplicaciones informales que si no nos acaba de convencer se puede usar también como servilletero…

…a un bolso con el hermano hippy del oso que trabaja para Tous…

…hasta uno muy, pero que muy parecido al último modelo de D&G que sale en las revistas de moda. Curiosidades de la vida, al pasarse todo el día diseñando bolsos se ve que les acabaron saliendo casi iguales a los propios diseñadores de D&G y a los diseñadores de la feria, qué coincidencia.

Elegante a la par que discreto y, sobre todo, muy ponible con cualquier cosita a juego. Nos paramos a verlo por curiosidad y la dueña del puesto se acercó para ofrecérnoslo por cuarenta y cinco euros. A los dos minutos, y sin haberle dicho nada, ya iba por los treinta y cinco. De haber esperado un cuarto de hora, a ese ritmo nos hubiera pagado porque se lo llevásemos.

Pero no acaba aquí la variedad de elementos a la venta. ¿Collares? Venga, vamos a la collarería donde los venden al peso:

¿Quincallería? La que quieras y mas: cuchillos, tarteras, cacerolas, sartenes, cuberterías, estropajos, tijeras, piedras de afilar, cafeteras, llaves inglesas, gatos hidráulicos (verídico), etc, etc.

La única diferencia entre los puestos de la feria y un batiburrillo es que, en comparación, el batiburrillo hasta parece ordenado.

Los puestos mas llamativos son los de ropa interior. En ellos se pueden comprar los gayumbos de toda la vida o algo mas colorido, hay que ver lo bien que le sienta el relleno al maniquí y lo que debe lucir uno con semejantes calzoncillos:

Por no hablar de elementos mas «picantes». ¿Un salto de cama sugerente? Eso está hecho:

Aunque la palma se la lleva, y por goleada, un elemento sin igual: el tanga-elefante. Cualquier palabra sobra ante la vista de semejante invento…

Otra de las posibles compras es el calzado. Lo podemos comprar o bien al peso mientras nos vienen a la cabeza retazos de la teoría del caos:

O lo podemos comprar mas finamente, tal que así:

Palabrita del niño jesús que la foto ha sido realizada en la feria de Vilanova da Cerveira, no aproveché ninguna de una escaparate en la calle Serrano, ni esperaba esta gente visita de la señora de Beckham este sábado. Serán zapatos de plástico chino, pero ¿a qué dan el pego?

Otra de las compras mas comunes es la cerámica, que bien puede ser de jardín:

O para poner en el recibidor de su casa…

Advertencia: si le invitan a tomar un café en casa de alguien y tienen una figura como esta en la entrada, huya, no se lo piense dos veces. Ya no por el escaso gusto demostrado por su anfitrion, sino porque de pequeño vi un episodio de «Historias para no dormir» en que dos abuelas con aficiones taxidermistas y una estatua similar en el recibidor, invitaban a la gente a tomar te y acababan disecándolos. Avisados quedáis.

Otro de los artículos típicos suele ser la ropa de cama y las toallas, en Vilanova es recomendable visitar el stand de Filipo, ya no sólo vendedor, sino estudioso de los tejidos, calidades y posibilidades. Si a una sábana bajera le salen bolitas, sólo con pasarle las manos por encima Filipo puede hacerle un análisis al algodón que deja en pelotas las autopsias de los CSI:

Filipo es el que está de espaldas, con pelo largo y coleta dentro del camión. En otros puestos también se pueden comprar toallas de playa, aunque, como lo diría yo… pa gustos pintaron colores…

Recientemente, y no lo digo porque sea una fijación mía, estaba a la venta la de los ciervos a la orilla del agua, ese clásico. Lástima que el día de las fotos no la vi, probablemente hicieron con la toalla lo que se hace con las camisetas de los grandes jugadores, retirarlas de la venta y colgarlas en el salón de casa para hacerlas traspasar la frontera entre sueño y mito.

Hoy, y durante una semana, vamos a ejercer de publirreporteros y mostrar lo que es una feria (también conocida como mercadillo) en Portugal. Hace años, nuestros padres o incluso abuelos allá se iban los fines de semana para comprar café y otros enseres mucho mas baratos en el país vecino, enseres que volvían a España bajo los asientos, escondidos en el refajo de la abuela o en los lugares mas inverosímiles para no pagar derechos de aduana. Posteriormente, con la CEE y la libre circulación de personas, los precios se igualaron y se perdió el arte del disimulo «No señor guardia, nada que declarar, sólo vine a pasear un domingo con la familia»… y el coche con la suspensión trasera casi tocando el suelo a causa del sobrepeso.

Se suele hacer feria un día de la semana en cada pueblo. Que yo sepa los miércoles toca en Valença do Minho y los sábados en Vilanova da Cerveira. Una feria consiste en un descampado, aparcamiento o campo de fútbol donde se pone un mar de tiendas improvisadas con lonas tal que así:

Bajo las jaimas se puede comprar de todo o casi todo. Lo mas normal es encontrar puestos con ropa de todos los colores. Quien no recuerda la agradable sensación de escalofrío que recorre el espinazo cuando hemos metido una de estas camisetas en medio de una colada de ropa blanca…

Pero si además un día su marido tiene antojo de verla bailando la danza del vientre, no hay problema, en la feria siempre hay solución elegante y fina para todo:

Mañana (y pasado, y pasado, y pasado, y pasado, y pasado, y pasado) más.