Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Mientras el gobierno municipal de Vigo se afana en «humanizar» calles, ese eufemismo que significa eliminar casi todas las plazas de aparcamiento y poner aceras super-anchas de piedra en calles poco frecuentadas, los hay que en vez de «humanizar» se empeñan en «animalizar», es decir, dejar huella por todos lados de lo animales (marranos, concretamente) que son. Con la lengua los ponía yo a limpiarla, a ver cuántas ganas les quedaba de repetir pintada.

No porque tengas o no tengas dinero, sino porque teniendo una casa de estas dimensiones no te queda otro remedio. No es la famosa casa de metro y medio que hay en Monforte de Lemos y algún día veremos aquí, pero puede valer. Vista en Pontecaldelas, Pontevedra.

Actualización: como veréis en los comentarios, gracias a la aclaración de Eco de Ponte Caldelas rectificamos y no es en Pontecaldelas, sino en Carballino. Uno da tantas vueltas por Galicia adelante que llegado a un punto se ve que se pierde la orientación.

Hay que ver con qué soltura y apaño la gente adapta los hechos más novedosos a las tradiciones más antiguas. ¿Qué hay que hacer el Belén en plena época de «Plan E» del Gobierno? Se mete cartelito similar por medio del belén y le damos un toque de modernidad a la tradición. Y quedaba simpático de veras ver el «Plan del pueblo de Belén para el Estímulo de la Economía y el Empleo». Espero que por lo menos allí haya servido para algo.

Como no podía ser de otra manera, durante la última visita a A Merca (Orense) me perdí. Aparecí cerca del campo de fútbol y mientras buscaba un sitio donde dar la vuelta percibí que algo se movía allá a lo lejos. Por la forma me parecían perdices así que me acerqué cuidadosamente intentando que no escaparan mientras les sacaba alguna foto y efectivamente, para mi que eran perdices que se iban caminando tranquilamente antes de escabullirse entre la maleza. Lástima tener montado en la cámara el 18-105 en vez del 70-200 porque las habría sacado mas cerca, pero con ésto y con haberlas visto ya me conformo.

Si estuviera instituido el premio al belén mas cutre de toda la navidad, este año se lo llevaría por goleada el que vi en Ponte de Lima. Unos caballetes, un tablón negro, tres figuras hechas con restos de bolsas a los que se les dio la textura de la gallina caponata, mantos de plástico, caretas, guantes de látex medio rotos y para de contar. Se salvaría si hubiera sido hecho por un colegio de parvulitos, pero creo que ni eso. Alucinadito me quedé…

Foto procedente de la última visita a Portomarín, hace ya unos meses. Me habían comentado que el nivel estaba mucho mas alto y allá me fui imaginándome que el agua llegaría por lo menos casi a lo alto del puente nuevo. Si, las ganas. El «nivel mas alto» venia siendo como mucho un metro mas que la tanda de fotos anteriores pero igual de ridículo. Me pregunto cuando navegarán los del Club Náutico de Portomarín…

Y sí, esa sombra tan fina y elegante es la mía. Desventajas de que las mejores fotos salgan cuando el sol está a tu espalda.

Yo sigo con la historia de tirar una botella al mar y a ver donde acaba, pero parece que los americanos también les da por algo parecido, tiraron un minisubmarino sin tripulación llamado «Scarlet Knight» al mar y en 221 días había cruzado el océano atlántico. Como prueba de la hazaña han puesto esta placa en el paseo de Bayona. A ver si cuando aparezca alguna de mis botellas alguien hace algo similar.

Fijaros qué derechito se vino Colón y cuantas eses hizo el robotito, parece los recorridos que hago yo cuando me voy de excursión por ahí.

Y digo yo, quien me mandaría intentar cruzar Ortigueira justo el fin de semana en que allí se celebraba el famoso festival celta, ese mismo día que sacaron la banda de gaitas de paseo por la calle y los cuatro pelagatos que vengan en coche que se esperen un ratito que no pasa nada. Los cuatro pelagatos pasaron a ser ocho, dieciseis, treinta y dos coches haciendo cola, sesenta y cuatro, ciento veintiocho, doscientos cincuenta y seis y así sucesivamente, esperando una hora allí parados a que despejaran para poder continuar nuestro camino.

Por cierto, fijaros en el edificio que está ahí enfrente, una nueva demostración de cómo la falta de terreno no es impedimento para construir donde sea.

Ya sabéis, hay más albornoces adentro…

A mediados de Playa América, entre unos cañaverales, desemboca el río Muiños. Hay un pequeño puente que permite cruzar ese riachuelo al lado de una escuela de vela y bajo ese puente, además de los patos, suelen verse unos bichitos de lo mas pintoresco. De uno en uno o de dos en dos las ves discurrir entretenidas buscando comida o dándose un garbeo mientras las observo con curiosidad porque a mi, por muy asquerosillos que sean, todo bicho (salvo mi suegra) me llama la atención.