Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Siguiendo con la afamada serie «Ya tengo nombre para mi empresa«, en Mérida pude ver un claro caso de «A dios pongo por testigo que buscaré un nombre original para mi negocio»… y si se parece a otro digo que ha sido casualidad…

Hace años una vecina procedente de este pueblo nos hablaba de él como si fuera la octava maravilla del universo. Recientemente fuimos a Burgos y a la vuelta paradita para conocerlo. Ligera decepción, el típico pueblo castellano con dos iglesias, un río y poco interés. La foto es de lo poco aprovechable que se pudo sacar, y eso que me gusta este tipo de pueblos pero no tanta casa en ruinas, tanta casa abandonada y tan poco que ver. Lo mas destacable para mi fue (además del queso curado que nos zampamos) los colores y la luz de Castilla, fuerte, blanca, tonos ocres y colores mustios del sol, tal y cómo se ve en la foto (el queso no se ve porque ya nos lo habíamos comido).

Otra de las curiosidades durante el pasado viaje a Mérida fue que hasta entonces pensaba que los monumentos romanos estarían apartados de la ciudad. Pues no, están en pleno centro, o casi. Va uno caminando por callejuelas, dobla una esquina y oh, sorpresa (no lo digo por las dos simpáticas señoras que contribuyen a dar dinamismo a la foto): palacete romano en medio de las casitas, o arco de Trajano bajo el cual siguen pasando coches, sino museo, puente o anfiteatro. Al que no conozca Mérida es un lugar mas que recomendable para visitar un fin de semana.

Que sin palabras me quedo a veces, como por ejemplo el fin de semana pasado en Burgos…

Habiendo timbres con soniquetes varios, a corriente, a pilas, inalámbricos, con colores y seguro que hasta con sabores, a veces encontramos otros mucho mas sencillos pero igualmente efectivos como este modelo que presentamos ahora, avistado en El Puente de Domingo Flórez.

El funcionamiento es simple: tirando por el cordel hacia abajo, el pajarito golpea el trozo de madera, hace ruido y los inquilinos saben que hay alguien a la puerta. Tirar del cordel tantas veces como sea necesario hasta que se den por enterados. Económico, ecológico, no perjudica la capa de ozono y sigue funcionando cuando se va la luz.

Otro agradecimiento para los responsables del Museo de Arte Romano de Mérida, donde tampoco ponen problemas para sacar fotos en el interior siempre y cuando sean sin flash, así puede uno disfrutar con todo lo expuesto, con la cámara y llevarse unos cuantos recuerdos como este. Experimentando, experimentando, a la foto se le añadió un «suavizado» que habrá quien no le guste porque elimina muchas texturas y detalle, a mi me pareció que quedaba bien y como soy Al Capone (al capone las fotos aquí), suavizado se queda.

Trujillo es una de esas ciudades que si de cerca ya es bonita, desde la lejanía también destaca. La foto está sacada desde la nacional que va hacia Cáceres. Se ve la parte monumental de la ciudad en lo alto, el cielo, las nubes… si, ya sé que el azul es el de los pitufos y está un poco exagerado, pero bueno, quedaba tan postalero que así lo dejé. Prometo enmendarme un año de estos.

Si alguna vez váis a Javea, una vez llegados al puerto se puede subir por unas callecitas hasta llegar a una iglesia este Cristo a la puerta. Y digo yo que aún con presupuesto escaso, se puede uno currar algo mas el tema porque les ha quedado como si lo hubieran crucificado en un tirachinas gigante y el Cristo parece estar haciendo la señal de la victoria con la mano de la derecha. A lo mejor soy yo el raro, pero vamos, que esto no pasa de chapuza como un piano.

Semana Santa, vacaciones, ¿dónde podemos ir que se esté tranquilo y no haya mucha gente? A la zona de Extremadura. Fue llegar a Mérida, aquello era como una romería y todo porque hace dos mil años a los romanos les dio por poner un teatro al aire libre por la zona. Bueno, a ver si en Cáceres… ni de broma, repletito hasta la bandera. Entonces se le ocurre a uno la genial idea «Seguro que en Trujillo, como es pequeñito, hay mucha menos gente»:

Casi casi… 365 días para visitarlo y tengo que aparecer por allí el día de la fiesta mayor…

Doce de octubre de 2003. Fin de semana en Euskadi y alrededores recorriendo Vitoria, Biarritz y San Sebastián. Domingo a mediodía, cielo perfecto, sol, treinta grados, paseo por La Concha, por el casco viejo, vino, tapa, vino, tapa, vino, tapa, vino, tapa, hay que ver cómo se mueve esta ciudad… qué lástima que en Euskadi pase lo que pasa. Si no, podría ser un magnífico lugar para vivir.