Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Para todos aquellos que os acercáis a ver el famoso hórreo de Carnota y os pica la curiosidad de saber en qué año se hizo, nada más fácil, asunto arreglado sólo con ver las inscripciones situadas sobre las tres puertas. En la primera figura la autoría de la construcción, dice algo así como «Hizolo el D Gregorio Quintela».

La segunda puerta indica el año, ni más ni menos que 1786. Así a bote pronto diría que tiene sus buenos 224 años, dios tenga en su gloria a la calculadora del windows por los favores prestados, que a mi las restas con números mayores de diez siempre se me atragantaron.

Y por último, una tercera inscripción indica que en 1783 estuvieron de reformas para añadirle el último trozo. Nada como fijarse en las cosas para quedar por aquí de gafotas empollón resabiado.

Es del Carnota, como no. Recién llegados estábamos solos y en vez de ir a sacarle las fotos pertinentes, empezamos por la iglesia. Cuando volvimos para retratarlo ésto es lo que nos encontramos.

Un autobús recién llegado, una excursión completita y todo el mundo alrededor del hórreo para alegrar la imagen. Vale que me gusta meter figuras humanas en las fotos para dimensionar los objetos, pero esto ya era demasiado. Por suerte todo es cuestión de saber esperar, estas excursiones de treinta pueblos en seis horas es lo bueno que tienen, nunca estorban demasiado tiempo porque enseguida los llaman para continuar.

Hale, a contar cuántos pares de patas tiene, como hace todo el mundo.

Ya vimos parcialmente en el capítulo «Pisando tumbas«, ahora aquí la tenéis enterita. Según vas bordeando la costa por la C-550 en dirección a Finisterre de pronto aparece a mano derecha un cartel que pone «Hórreo de Carnota», si no vas atento es muy fácil pasarselo. A veinte metros del hórreo está la iglesia que tiene el mismo aspecto de tantas y tantas construcciones de esa zona. Ese color de la piedra, esas formas, ese musgo y esos líquenes por todos lados. En su patio delantero está el cementerio fotografiado en la entrada que os indico arriba. Decir que el interés de la iglesia es prácticamente entre escaso y nulo así que, de no estar el hórreo al lado, el número de visitas que iba a recibir se podrían contar con los dedos de una oreja.

Por muy «gore» que suene, es lo que pasa cuando montan un cementerio en parte de la explanada que tiene delante una iglesia como sucede en Carnota, a escasos cien metros del famoso hórreo que veremos próximamente. En dos filas y apelotonaditas, las lápidas cubren todo el suelo de un lado al otro haciendo que los que somos algo aprensivos para estas cosas andemos a saltitos tratando de pisar lo menos posible, una cosa es sacarles fotos y otra muy distinta que te vengan a la cabeza recuerdos de películas en que de pronto sale una mano y agarra al incauto pisador por la pierna. Dudo que me fuera a pasar lo mismo, pero bueno, quien evita la ocasión evita el peligro.

No es que allí enterraran a los pobres o a los que no tenían sitio en el cementerio que está justo al lado, porque hasta el cura párroco descansa aquí. A lo mejor hasta era considerado un honor estar enterrado en esa ubicación, quien sabe. O el párroco era un adicto al trabajo y reservó un sitio en el tendido de cerca por si había que echar una mano.