Escrito por: Jc | Categoría: Al este | Publicado el: 08-10-2010
Pues eso, ¿quién no ha sentido alguna vez esa sensación de que el dÃa está gafado? Pongamos un ejemplo, llega uno a un monte perdido en el que ve un cartelito indicando la dirección en que se va a la «Ermita del Santo», en lo alto y con vistas. Coño, qué interesante, esto hay que verlo… compruebo el mapa del cartel y a juzgar por la escala, eso está chupado. Pregunto y ná, un poquito de subida, diez minutos andando. Chupao, esto está chupao. Allá me voy caminando. La parienta, que ya se conoce el percal y no pica en las que pico yo, dice que ella ha venido a hablar de su libro no a cansarse asà que se queda a reposar gentilmente. Ella se lo pierde, si total está aquà al lado… empezamos la subida, inclinación normal. De normal pasamos a notable. De notable pasamos a muy notable. Camino de tierra y piedrecitas que patinan. En un repecho me encuentro con tres que bajan y me dicen que «ya no queda nada». No sé si fiarme… un rato después llego por fin a lo que es la Ermita, en total media hora de caminito en pura subida. El que me dijo que eran diez minutos debÃa tener unas botas de siete leguas o no me lo explico. Sólo pienso en lo bien que hizo una quedándose a disfrutar del paisaje. Y bueno, la «Ermita del Santo» es ésta, aquà permaneció San Millán cuarenta años como ermitaño (o sea, sin internet).
De las vistas no hay queja. Pero claro, llega uno tan cansado que entra, saca la cámara, saca foto, se olvida mirar el resultado y luego en casa, revisándolas, me doy cuenta que una miserable columna espontánea, que de otra forma no se la puede calificar, se me ha colado sigilosamente ante la efigie del santo. Vaya suerte, oiga. Pues os vais a tener que conformar con ésto, porque a mi en esa subidita no me volvéis a pillar…
Escrito por: Jc | Categoría: Orense | Publicado el: 07-07-2010
Que Orense es tierra de afiladores y paragüeros es algo sabido por todos, pero que algunos llevan esa devoción hasta la exageración se ve que también. En las columnas de sus fincas nos ponen aguilas, otros balones o leones y llegando a Allariz, hay quien corona una de las columnas con una de las antiguas máquinas que usaban los afiladores, propulsión a pie y movimiento girándola, apoyándola sobre su rueda y llevándosela de paseo como quien lleva una carretilla.
No tenÃa ningún afilador a mano para que viérais el funcionamiento asà que recurriremos al socorrido monumento al afilador y paragüero. En un pueblecito de Orense, claro.
Escrito por: Jc | Categoría: Al este | Publicado el: 09-05-2010
O por lo menos eso ponÃa la inscripción que se puede ver en una columna de la plaza mayor de Salamanca, muy bien conservadita a pesar de sus 172 añitos. Por ésta y por alguna más, hay que reconocer que es una ciudad rica en escritores de paredes.
Escrito por: Jc | Categoría: Al este | Publicado el: 31-03-2010
Parece mentira que haya sido sólo hace dos años cuando paseaba por estos lugares viendo restos romanos por todos lados. Tantas cosas han sucedido desde entonces, tantos kilómetros por aquÃ, allá y acullá, tantas fotos hechas, que me da la impresión como si hubiera sido hace una década. Gran año el 2009 en lo que a fotos se refiere, el 2010 parece que va por el mismo camino.
Ah, sÃ, esto es el museo romano de Mérida con la columna de no me acuerdo qué en primer plano. Hace dos años, de eso sà me acuerdo.
Escrito por: Jc | Categoría: Humor | Publicado el: 17-05-2009
Ciertamente creo que tendrÃamos que hacernos ver esa desmedida afición por las aguilas encima de las columnas de entrada a nuestras casas. No dudo que habrá quien lo considere elegante, pero una rápida ojeada a cualquier urbanización de primera calidad o alto standing nos mostrará la total ausencia de tales elementos, lo cual deberÃa ser un indicador objetivo de las escasas cualidades decorativas de las águilas columneras, leones con balón y similares.
Indicar por último que el tono yeso con verdÃn se dejó de llevar en los años noventa. Pero por favor, olviden el fucsia y el verde fosforito. Cualquier cosa menos eso.