Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Ya está aquí el invierno de verdad, ya llega como todos los años el primer temporal de frío polar y, como el año pasado, otra vez me pilla vago para ir a papar frío gratis. Así que como dudo que vayan a verse fotos de nieve por aquí, habrá que contentarse con las barrabasadas habituales como pueda ser esta de unos pastelitos políticamente incorrectos fotografiados en un supermercado. ¿Pero a quien se le pudo pasar por la cabeza llamarle «gitanitos» a esos pastelillos oscuritos? ¿A qué departamento de marketing se le escaparía que el nombre correcto sería «Pastelillos de etnia gitana»? Si es que hay cada irresponsable en las empresas que manda carajo.

En lo que todo el mundo está de acuerdo es en que el verano pasado ha sido un verano de sol y calor como hace tiempo no se recordaba, pero hablar del verano es hablar del pasado porque justamente ¡¡¡ESTAMOS ENTRANDO EN EL OTOÑO!!! Esa maravillosa época donde los días se acortan, los cielos se vuelven grises, empiezan las lluvias, a la gente le entra la depre y no es raro encontrar paisajes en los que verde, lo que es verde, un poco más y sólo queda el Porsche de la foto.

He oído que este año al tener un verano tan bueno creen que el invierno irá por el estilo, con temperaturas suaves. Pues siento llevar la contraria, pero a mi me da el pálpito que nos vamos a encontrar con una temporada de bastante frío y nieve. No tiene fundamento científico, sólo una vocecita en mi cabeza que repite «viene frío, mucho frío». O sea, esto.

Conste en acta, y la parienta puede dar fe de ello, que a principio de verano tenía la impresión que venía mucho calor y acerté. ¿Será suave? ¿Será duro? Con tal de que no sea uno de esos que se pasa tres meses lloviendo y acabamos todos con cara de sardina y musgo en los sobacos ya me conformo.

Parece mentira, si antes hablamos, antes viene una pequeña ola de aire frío y nieva otra vez en zonas altas de montaña. Suerte que ha sido en martes y para el fin de semana, que es cuando tendría libre, ya no quedará ni una mota, porque realmente mis ganas de ir a verla eran de cero a menos cero. Insisto, ya tengo la mente en modo veraniego y quiero sol, no frío. La parienta encantada de la vida, porque ella y el frío no hacen migas en absoluto. Si le das a escoger entre una tranquila jornada de playa, sol y relax frente a otra de nieve, temperatura bajo cero, ventisca y conducción funambulística sobre nieve casi diría que lo mas probable es que se quede con lo primero.

La foto, evidentemente, no es de estos días sino del invierno de 2006, que cayó más nieve y lucía bastante más.

Que dicen que viene, que ya está aquí, que asoma el primer temporal de nieve y frío siberiano… Pena que sea en lunes, si llega a aparecer el fin de semana ya sé donde hubiera estado con mi cámara en busca de fotos como ésta.

Pues eso, cuidadito con los patinazos y a disfrutarlo.

Ojito con la previsión para la semana que viene: desde el domingo habrá lluvia, frío e incluso nieve en cotas altas. Cuando empezaba a cuajar la ilusión de la primavera, con esos días a veinte graditos, ese primer sol del año del que mas agradecemos el calor, las visitas a los chiringuitos playeros… reset mental y de nuevo vuelta al invierno del que os recuerdo aún no hemos salido. A ver si volvemos a ver Castro Caldelas así.

Tal y como comentaba el otro día, nieva abundantemente en Manzaneda. Otros años ni me lo hubiera pensado y allí estaría en primera fila, pero últimamente ando de un vago para estas cosas que ni me planteo juntar cadenas, manta, ropa de nieve, botas, guantes, pantalones especiales y las otras cincuenta cosas que me solía llevar a la nieve. No fue así el 17 de octubre de 1994, en que seguí el procedimiento habitual de nieve = empaquetar + salir pitando para vivir la aventura. Convencido que poner cadenas era de cobardes, sin cadenas me fui y con cadenas volví, habiéndolas tenido que comprar en un taller de Castro Caldelas. Mas que nada porque lo dice el refrán «si ves un todoterreno patinar, pon tus cadenas a remojar». Acabé en lo alto de Manzaneda, esquiando a ocho bajo cero entre una ventisca salvaje con viento fuerte, visibilidad nula y el hielo cuajando en el pelo. Suena bestia, pero lo disfruté como un enano. Lo avisé, soy bruto…

Al hilo de lo comentado ayer, precisamente estos días hay nieve en Manzaneda hasta aburrirse. Cosa curiosa que haya empezado a nevar tan pronto. Dicen que año de nieves, año de bienes, como para creérnoslo con la crisis por todos lados…

Manzaneda es una estación de esquí muy curiosa. En los últimos años no nieva, excepto un día al año que cae una nevada tremenda y adiós muy buenas el resto del invierno. El cuatro de diciembre de dos mil tres, por ejemplo, amanecía tras una de esas copiosas nevadas. Allá me fui todo feliz cámara en ristre y equipo de esquiar en el maletero por si fueran posibles ambas cosas. Sólo pude cumplir una, porque la estación no abría al público hasta dos días después. Una pena, nieve había para dar, tomar y regalar. Sólo faltaba Heidi para ser calcadito a los Alpes:

No sé si habría línea, lo que no había eran ganas de entrar en la cabina para llamar a nadie.

A las doce del mediodía el termómetro marcaba dos grados sobre cero. Sin embargo, al hacer viento la sensación térmica es de muchísimo mas frío. Recuerdo visitas a San Isidro o Sierra Nevada y esquiar ¡en camiseta! En Manzaneda con esa niebla que no deja pasar el sol y el viento fresco, no hay narices de quitarse ni el plumífero que va sobre el forro polar que va sobre el jersey de cuello alto que va sobre la camiseta holgada que va sobre la camiseta ajustada. Si, si, cuatro capas de ropa.

Un barómetro (el reloj del medio), cuanto mas a la derecha es señal de mejor tiempo. Viendo la posición de la aguja, imaginaros el resto…