Retomamos por un dÃa aquella vieja costumbre de las pancartas de boda. Enhorabuena porque, según sus amigos, hoy Meli empieza a cargar con Javi. Eso si, esperemos que ella no se haya arrepentido y él tampoco haya llegado tarde…
Esta es, como se indica, la plaza Mayor de Tordesillas. Anda que si con ese tÃtulo llego a poner la Plaza Mayor de Segovia era como para darme de pedradas. Simple, sencilla, pequeña, nada que ver con otras plazas mayores de ciudades castellanas como Salamanca o Zamora. En la época en que la visité estaban de celebraciones por los 500 años de la llegada a ciudad donde fue recluida ni mas ni menos que Juana la Loca, hija de los Reyes Católicos y mujer que no se sabe si recibÃa tal apelativo principalmente por no lavarse, por no cambiarse de ropa o porque iba acompañada del féretro de su marido. Marido que por cierto murió por beber un vaso de agua helada tras jugar un partido de pelota, para que luego digan que el deporte es sano.
Yo sigo a la busca de pancartas chorras de boda, sin embargo parece ser que la moda se ha desplazado ligeramente de la pancarta al cartel, cada dÃa veo menos pancartas y mas carteles generalmente composiciones hechas con ordenador. Aquà os dejo unos cuantos para que veáis a qué me refiero.
Incluso aquà tenemos un «cartel 2.0» en que se pasa del simple indicador a un ejercicio de interactividad con el lector, que debe enviar un SMS al pobre Choucho haciéndole saber una razón por la cual es mejor que conserve su solterÃa.
Con esto de la crisis ya he visto varias veces carteles o pancartas poniendo a caer de un burro a algún empresario de esos cuyo principal mérito es ser capaces de hundir una empresa en tiempo récord por muy saneada que la encuentren. Estos, sin ir mas lejos, los vi el sábado pasado.
Historias asà las vivo prácticamente a diario en el trabajo. No os podéis imaginar la cantidad de inútiles con empresa que nos rodean. Mientras las cosas van bien no se molestan en provisionar un euro, todo se va en sueldos, viajes, coches a cada cual mas caro, ni hacen un miserable curso para entender qué son esos números que se sacan de la contabilidad, ni la mas mÃnima previsión de futuro e incluso los hay que van de sobrados, con ideas peregrinas como que los impuestos se calculan como quieren ellos y no como dice la Agencia Tributaria. Cuando las cosas se tuercen se dan cuenta lo que significa una empresa sin reservas, lo que realmente cuesta un Porsche Cayenne o, al empezar a llegar los requerimientos, que al final Hacienda si quiere se acaba enterando de sus chanchullos.
Pero lo mas triste es que quienes acaban pagando el pato de un jefe incompetente son y serán siempre los mismos: los trabajadores.
Aún a riesgo de que Penélope me ponga verde, tras una primera incursión en el mundo de las pancartas, prosigo mi lucha contra las amebas con spray. Porque vamos, digo yo, ¿donde está la gracia de ver una y otra vez las mismas tonterÃas escritas en una sábana? Un consejo a los casaderos, si tenéis amigos capaces de hacer pancartas como estas, mucho ojito porque igual son de esos que quieren innovar aplicando una motosierra en el proceso de cortarle la corbata al novio, luego pasa lo que pasa y tenemos al novio cantando «Voy a perder la cabeza por tu amor» en primera persona.
Gracias dios por haber permitido que un alma caritativa tuviera la ocurrencia de unir una cámara a un teléfono móvil, gracias a eso puedo ir juntando material para poner verde a medio mundo.
Llegada cierta época, calles y postes, pueblos y ciudades, se pueblan de pancartas del tipo «X e Y se casan» u otras frases mas cafres que dejan el intelecto del autor al nivel de las amebas. Para todos ellos, indicarles tres cosas:
Hala, si no lo decÃa, reventaba.
NOTA POSTERIOR: tengo que entonar el «mea culpa». A cuenta del comentario de Penélope me he dado cuenta que quizá las pancartas ilustrativas son muy «light» y no muestran lo que yo querÃa expresar. Mas bien me referÃa a esto (y otras cosas peores):
Pancarta fina, educada y elegante donde las haya…
