Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Ese es el nombre de un pueblo entre Logroño y Navarra, al pasar por la autovía nos fijamos en el puente y paramos a echar una ojeada. Lo mas destacable es precisamente eso, el puente. El resto del pueblo es como muchos otros, casas antiguas, la iglesia, la plaza mayor, si queréis conocer su historia, a la Wikipedia directamente que a mi me pilla muy vago.

Eso si, el puente es bien majo, el reflejo en el río no se le queda atrás, el día también merecía la pena para sacar fotos, la hora era perfecta y así salen los resultados.

Entre las cosas que no te puedes perder si vas a Laguardia está el reloj de la Plaza Mayor. A ciertas horas se abre la puerta central y de donde esperas ver aparecer un cuco, como en los relojes clásicos, salen tres bailarines regionales que se pegan un bailecito para disfrute del público.

Y nada de diez segundos, aún se echan un rato allí bailando. Disponible el invento este desde hace doce añitos, he de reconocer que lo vimos por casualidad. Estábamos de visita a las bodegas (a lo que íbamos principalmente, para qué negarlo), habíamos salido de la del Fabulista y leyendo el folleto que nos dieron en la oficina de Turismo caigo en que faltan cinco minutos para lo del reloj. Pues nada, allá vamos a disfrutarlo.

De paso que fui a retratar el toro de Osborne situado a la salida de Xinzo aproveché para darme una vuelta por el centro y psé, psá, he de decir que no consiguió conquistarme como pueblo. Si tuviera que destacar algún detalle me quedaría con esto, con la plaza, mucha gente disfrutando del domingo por la mañana, terrazas, tranquilidad y sitio para que jueguen los niños.

Rebuscando información hay más que ver en los alrededores, así que cuando toque otra vuelta por la zona volveremos al centro a confirmar o desmentir esa primera impresión.

El Bar Plaza lo tenemos en una esquina de la plaza mayor de Ribadavia. De aspecto exterior es el típico bar con pinta de mesón, náda espectacular:

Fijándonos en la carta, tampoco hay platos espectaculares, llamativos, modernos o diferentes.

Sin embargo, las veces que he comido allí he salido encantado. De la última visita recuerdo un filete de ternera que estaba de película, el dueño mucho nos insistía si queríamos pimientos de Arnoia (pimientos verdes grandotes asados) y ya por cansancio acabé diciéndole que vale, que los trajera. Madre mía, se me caían las lágrimas de buenos que estaban. Resumiendo: comida casera, rica y bastante barata.

Pues para ser lo bonita que es la ciudad en sí junto con lo espectacular de las murallas, he de reconocer que la plaza mayor me decepcionó un poco. Aquí la tenéis. Eso que se ve justo enfrente es el edificio del ayuntamiento, hay unos soportales por todos lados bajo los cuales se pueden encontrar tiendas y bares. En conjunto me pareció pequeña, y bastante sosa. No sé si es que llegaba aún con el subidón de recorrer las murallas por arriba y disfrutar con las vistas, pero fue llegar aquí y quedarme un poco… no sé, indiferente.

Otro punto de interés de Ribadavia es la plaza mayor. Allí está el ayuntamiento, la oficina de turismo y una serie de cafés con terraza en los que parar un rato para dedicarse a la vida contemplativa. También tenemos el Restaurante Plaza, donde alguna vez he comido bastante bien por cuatro duros. Carne, anguilas, pimientos de Arnoia, todo para chuparse los dedos.

Entrando ya en el barrio judío aparece el pazo del marqués de Baamonde, actualmente reconvertido y bien aprovechadito en oratorio judío, despacho de un abogado y sede de la ONG «Templarios del mundo».

Por si no me creéis, aquí se pueden ver todos los carteles. Pinchad en la foto y echad una ojeada al de la izquierda. Aquí no se andan con bromas, el que quiera escándalo que se vaya preparando. Antes te tiraban el contenido de un orinal, ahora te tiran una citación judicial.

Otro lugar ideal para la típica excursión dominguera es Celanova, al sur de Orense. Llegas pronto, tiene unas cuantas cosas que ver en la ciudad y otras pocas en los alrededores. Lo mas importante del pueblo es el monasterio de San Salvador y la Plaza Mayor justo frente a él donde te sientas en cualquier terraza a tomar un café después de comer y te olvidas del mundo. El monasterio es la parte izquierda del edificio, la parte derecha es el ayuntamiento y por esa puerta grande a la derecha está la policía local y el claustro del monasterio. Entramos y lo primero que apareció fue un coche de la policía aparcado dentro. Lo segundo fue un claustro bastante abandonado, tristón, con latas y bolsas de plástico tiradas donde debería haber un jardín. A veces creo que no acabamos de entender el concepto «poner en valor», eso de mejorar todo para que todo mejore.

Por si os interesa, tienen una web bastante apañada donde obtener más información.

En las columnas de la Plaza Mayor de Salamanca tienen lo que parecen ser las efigies de todo aquel que mandó en algún momento en España. Entre ellas se encuentra la de Franco, también conocido como el tío Paco. Tres veces, tres, he ido a Salamanca y las tres he visto la efigie de forma distinta. La primera deja bien a las claras que hay a quien no le gusta nada éste personaje.

La segunda vez, poco tiempo después de la anterior, estaba tapada. Salvo porque ya me conocía el cuento era difícil saber de quién se trataba.

En la última visita ya estaba limpia. Aún así se hacía complicado reconocerlo porque no sé a vosotros, pero a mi no se me parece en nada a las fotos de la misma persona que he visto en los libros de historia, ni por la cara, ni por la pedazo melena que no sé de dónde se sacaron.

Esta es, como se indica, la plaza Mayor de Tordesillas. Anda que si con ese título llego a poner la Plaza Mayor de Segovia era como para darme de pedradas. Simple, sencilla, pequeña, nada que ver con otras plazas mayores de ciudades castellanas como Salamanca o Zamora. En la época en que la visité estaban de celebraciones por los 500 años de la llegada a ciudad donde fue recluida ni mas ni menos que Juana la Loca, hija de los Reyes Católicos y mujer que no se sabe si recibía tal apelativo principalmente por no lavarse, por no cambiarse de ropa o porque iba acompañada del féretro de su marido. Marido que por cierto murió por beber un vaso de agua helada tras jugar un partido de pelota, para que luego digan que el deporte es sano.

Para volver de Salamanca a Vigo tienes la opción clásica de hacerlo por Zamora, Benavente y Orense o innovar, como se me ocurrió una vez, ir al oeste hasta Ciudad Rodrigo para entrar en Portugal y pasar por Viseu, Aveiro y Oporto antes de llegar. Así fue como conocí Ciudad Rodrigo, una pequeña población castellana casi fronteriza en la que tienen castillo, plaza mayor, puente, río, Parador, alguna iglesia… y creo que poco mas. Para pasarse una mañanita entretenida recorriendo sus calles y sacando unas cuantas fotos.