Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Dicen que hoy domingo viene otro temporal de viento y mar gruesa… a lo mejor tendría que irme planteando abandonar esa pereza que me entra últimamente para hincharme a sacar fotos como ésta…

…no sé, ya veré, a ver si junto ganas y hago algo… ay, pero se está tan calentito en casa…

Una serie de carteles y placas en los portales del paseo marítimo de Santander me llamaron mucho la atención en una de mis visitas: días de viento sur, entrada por otra calle. Mira tú qué curioso.

Ahí quedó el tema hasta un día que se me dio por investigar el tema y caray, cómo se pone la bahía de Santander con el viento sur, rápido entendí de sobra el asunto. Menudas fotos y menudo cabreo el del mar.

Que dicen que viene, que ya está aquí, que asoma el primer temporal de nieve y frío siberiano… Pena que sea en lunes, si llega a aparecer el fin de semana ya sé donde hubiera estado con mi cámara en busca de fotos como ésta.

Pues eso, cuidadito con los patinazos y a disfrutarlo.

Recuerdo que otros años la llegada del otoño no se veía, se intuía. Esos días cada vez mas cortos, esas hojas en el suelo, ese viento que se levantaba de repente o las nieblas mañaneras. Cada vez ibamos notando más y más signos que nos anunciaban la nueva estación. En cambio esta vez ha sido una llegada brusca, de hoy para mañana, pasamos del sol y calorcito hasta el lunes al temporal de hoy martes. Señores, se hace saber que a partir de hoy ha llegado el otoño así que vayan apañándose para verle la parte positiva, disfrutar mucho y no agobiarse que nos quedan meses por delante.

Para mas, el próximo domingo 25 de octubre cambia el horario y tendremos una hora menos de sol al salir de trabajar. Lo dicho, no se me depriman mucho.

Llegados a la parte superior, dos cosas me llamaron poderosamente la atención. Una la sensación de altura, no es lo mismo estar rodeado por la solidez de un rascacielos que en una pequeña plataforma redonda de metro y medio de diámetro. Por supuestísimo, foto hacia abajo y si tienes vértigo ni intentes llegar aquí porque te puede dar un patatús. Para apreciar correctamente las dimensiones, en la parte lateral de la iglesia (por abajo) hay una persona.

La ventolera era notable y pensé que me temblaban las piernas. ¿Las piernas? No, lo que tiembla es toda la plataforma. El viento movía muchísimo el cilindro que compone el monumento a un lado y a otro, una sensación de vaivén en las alturas que no había vivido antes y a mi mente le costaba asimilar. Lo que pudo ser estar aquí un día de temporal, porque si el viento hizo esto con los pinos…

…mejor ni pensar cómo lo hubiera pasado de haber estado en este mirador con un proyecto de huracán en el exterior.

Y sin embargo hace ya mes y medio que estuve allí pasando frío y viviendo el temporal de nieve, desde entonces he visitado varias veces la playa, hemos tenido un calor inapropiado para esta época, hubo que tirar un coche, comprar otro, palmó el disco duro del ordenador y tocó poner a andar todo de nuevo, un esguince de pie, objetivo nuevo (de 2ª mano a muy buen precio) para la cámara pequeña, estoy de puente y casi todo el mundo pensando en la semana santa. La leche, cómo corren los días.

Así estaba el Alto del Rodicio hace una semana, ya he mostrado varias fotos sobre el temporal y sabéis de sobra que hubo de todo: nieve, viento, frío, etc.

En cambio, aquí estábamos el sábado pasado, en mi chiringuito playero favorito donde se come por cuatro duros en plan ensaladas, sandwiches y bocatas. Exactamente siete días después, hasta se puede ver gente en manga corta disfrutando del solete.

El tiempo está raro, no hace falta que me lo digan, pero que dure el buen tiempo que el fin de semana de fotos playeras no tuvo precio. Por cierto, habréis podido apreciar cómo en los días anteriores el conocido lema «una foto al día» me lo he saltado y fueron habituales días de dos fotos, todo porque se me está acumulando mucho material y hay que darle salida…

Si, nevó este fin de semana pasado, pero salvo en Pedrafita y el Cebrero no vi caer copos en ningún otro lado. La nieve apareció en Esgos, unos kilómetros mas allá de Orense, y era sólo unos puntos blancos sobre el verde de los campos. En cambio, en pleno mes de mayo de 2006 así estábamos en Fontefría (a escasos setecientos metros de altitud)…

Esta vez no hubo forma siquiera de llegar al Alto del Couso, y por supuesto ni acercarse al Alto del Rodicio. Unos kilómetros mas allá de Esgos estábamos así:

Toda la carretera para mi, un gustazo. A ver si la nieve se anima y repite este invierno otra vez.

Este sábado pasado tuvimos otro aviso de temporal con (se suponía) rachas de viento hasta cien kilómetros por hora. Como está mandado, aviso de temporal es cámara, coche, viaje y fotos para desespero de Protección Civil. Me fui directo a las Rías Altas donde (se suponía) los efectos del temporal se notan mas y elegí una ruta llena de cabos: Cabo San Adrián, Punta Nariga, Punta Roncudo y Punta Insua, entre Malpica, Corme y Laxe. Podéis ver a que zona me refiero en Google Maps. Resultado: el temporal, un fiasco. Cuatro soplidos mal contados y algo de lluvia a las ocho de la noche. ¿La jornada fotográfica? Espectacular, como toda esa zona. Iros preparando para una buena serie de paisajes de las Rías Altas. Empezamos con una panorámica de las Islas Sisargas sacada desde el mirador de Faro Sisargas, viendo ese cielo comprenderéis que de temporal, nada de nada. Se puede marcar con el ratón en la foto y verla mucho mas grande.

El otro día me preguntó una amiga porqué me da por salir y arriesgarme cada vez que hay tormenta. Muy simple, cada vez que estoy en un muelle, mirador o acantilado aguantando la ventolera, disfrutando de las olas mientras la espuma del mar me empapa la cara o al frío en cualquier montaña, disfruto cada instante y me siento mas vivo que nunca. Claro, podría quedarme en casa sentado delante de la televisión, pero no es del todo igual.

Para finalizar, otro de los puntos donde se disfrutó este último temporal: el rompeolas de Bayona. Normalmente aquí el mar suele estar bastante planito pero en esta ocasión estaba cabreado, y bien cabreado según pudimos apreciar yo y las otras veinte o treinta personas que estábamos dedicados a contemplar, disfrutar, sentir el salitre en la cara y el ruido de las olas al romper. Olas de tamaño respetable que venían, venían, venían y venían porque el mar nunca se cansa. Cómo lo disfruté. Parece mentira, con mal tiempo tendemos a quedarnos en casa y sin embargo se lo puede pasar uno como un enano. Siempre y cuando te gusten las emociones fuertes, claro…