Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Ya sé que el título es extraño, pero tiene su explicación. Quizá el café mas conocido de la plaza mayor de Salamanca sea el Novelty, que lleva mas de cien años en el mismo sitio. Uno de los habituales ilustres de tal establecimiento era Gonzalo Torrente Ballester al que como muestra de homenaje y admiración la han dedicado una estatua situada en la primera mesa a la derecha según se entra con su cartelito conmemorativo.

Una de las noches que visitamos este café nos encontramos con una despedida de soltero en que el pobre aspirante a marido iba vestido de gamba, con su traje de gamba, su color de gamba y sus patitas peludas de gamba según se aprecia en la primera foto. La trompa que llevaba encima no era de gamba, esa mas bien parecía de cubatas. Visto lo visto y la concurrencia de circunstancias curiosas que tal noche en aquel café se dió, qué mejor que retratarlas todas juntas para solaz y esparcimiento de mi querido público. Mmmm… ahora que lo pienso… ¿Torrente Ballester no escribió «Los gozos y las gambas»? ¿O era «Las gambas y las sombras»?

Fijaros qué pasada de callejones. Creo que es una ciudad en la que se disfruta hasta la última piedra, tanto por lo distinto que resulta respecto a Galicia como por la cantidad de monumentos que te encuentras cada vez que doblas una esquina. Puertas, arcos, puentes, calles, iglesias, de todo.

Por curiosidad, y para completar el «especial lambones», ese cartel que se ve al fondo es una tienda donde venden el típico mazapán de Toledo. Hay monumentos, hay vistas, hay comida, hay vino, hay postres, el que no lo haya visitado aún es porque no quiere.

Tras la de Felipe, hoy vamos a ver otra de las pequeñas imágenes que adornan las columnas exteriores de la catedral de Salamanca, en ésta concretamente se ve a mamá buhita (o papa buhito) con sus dos buhitos (o buhitas) debajo de las alas (o alitas) en un claro simbolismo de amor filial según el cual nada puede pasarle a mis retoños mientras se hallen bajo el cobijo de mis alas.

Quizá son solo tres pájaros que se han bebido el resto de una lata de RedBull y así le quedaron los ojos, pero bueno, prefiero explicación mas poética frente a la cruda realidad.

Algo que me priva cada vez que voy a Salamanca es entretenerme viendo las pequeñas estatuas que decoran la catedral y otros monumentos. No sólo la famosa rana, sino la tremenda cantidad de muñecos que se pueden ver: santos, buhos, perros, monos, el astronauta, etc. Como tengo un buen lote de fotos, me gustan y aquí mando yo, iros preparando parar verlos uno por uno. El primero en salir será Felipe, que fue desnudito a coger bellotas y se le vieron las pelotas.

No es para rezar, sino para comer. Grandísimo descubrimiento en la visita a Toledo, un sitio magnífico para tapear o comer. Se trata de un palacio toledano del siglo XVI reconvertido actualmente en restaurante, para ir al comedor bajas unas escaleras y entras en una especie de cuevas o bodegas con la pared de ladrillo haciendo arcos, como es un poco complicado describirlo podéis ver alguna foto mas en su página web. En su momento nos aprovechamos de un menú degustación que a 28 euros por persona incluía cuatro platos variados de comidas típicas de la zona, vino, postres y cafés. Salimos llenos a reventar y haciendo eses por la plaza Zocodover adelante, para qué negarlo.

Hace tiempo leí la explicación de un fotógrafo profesional sobre que hay fotos movidas y fotos «con movimiento». No había caído yo en el tema, pero es cierto que no es lo mismo una foto sacada a una velocidad mas baja de lo debido sin querer o una foto sacada a una velocidad mas baja de lo debido porque quieres que algún elemento salga movido y exprese movimiento, como este niño a punto de pegarse un chapuzón en el muelle de Tapia de Casariego.

P.D. Esta me salió de chiripa, hay que reconocerlo.

No soy yo muy dado a las construcciones diseñadas por Santiago Calatrava, generalmente me parecen muy aparatosas, excesivamente recargadas y tendentes a primar la espectacularidad frente a la usabilidad. No entiendo yo ese concepto según el cual hay que llenarlo todo de estructuras paralelas gigantes de hormigón. Y no soy el único que piensa de tal forma, en Nueva York lo están poniendo a caer de un burro a cuenta del proyecto para un intercambiador en la famosa zona cero. Sin embargo cuando deja de lado la megalomanía y tiende a diseños mas livianos, no hace cosas feas. En Mérida diseñó el puente Lusitania sobre el Guadiana y se ve fino, elegante, nada exagerado.

Llegados a Toledo se acerca uno al Puente de Alcántara y en principio parece un puente de piedra como todos los puentes de piedra, situado sobre un río como todos los puentes que cruzan el río. Nada nos hace suponer que nos encontremos ante un puente construido sobre el año 100, efectivamente, mil novecientos años lleva el puente ahí con su Arco de Trajano en el medio aunque, eso si, fue reconstruido parcialmente varias veces. Desde esta vista también se puede apreciar arriba a la izquierda el alcázar de Toledo, el del famoso asedio durante la Guerra Civil.

Año y pico hace ya de mi paso por Cáceres en semana santa, ésta es la Plaza Mayor y éste es el despliegue que tenían montado supongo que para las procesiones. Mi idea primigenia era sacar tres fotos consecutivas y unirlas para formar una panorámica, pero no sé qué pasaría con el ángulo de visión utilizado que el programa de panorámicas se niega reiteradamente a sacar una imagen con las tres juntas. Que asco de informática oiga, qué le costaría al programita hacerme caso y eso que se lo pido de buenas maneras. Pero no, cuando se ponen cabezones, nada que hacer.

Contar como anécdota que el cielo aparecía nuboso aunque manteniéndose. Un par de horas mas tarde perdió la compostura y cayó agua con ganas, tuvimos que resguardarnos en los soportales de la primera foto y aprovechando que allí hay varios restaurantes, comer in situ (dicho en latín siempre queda mas fino y mas pedante que decir «en el sitio»). Posteriormente optamos por hacer bueno el refrán «allá donde fueres come lo que pudieres» y atacamos una tienda de delicatessen, que cualquiera entiende como «comida fina» salvo los que vimos la película Delicatessen y sabemos qué o a quién se comía el carnicero.

Si el caballito de ayer pastaba tranquilamente, la vaquita asturiana de hoy no se le queda atrás. Ella a su faena y aunque pasáramos al lado ni se inmutaba. Me paré a sacarle unas cuántas fotos y feliz a lo suyo, es que me ignoró totalmente. Casi mejor, porque con esos cuernos a ver quien le lleva la contraria. Encontrarme frente a un ser de quinientos kilos con cuernos y mala leche (nunca mejor dicho) no es precisamente el mejor plan para un fin de semana.