Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

¿A qué es una monada? ¿A qué es una verdadera cucada esta carretilla con decoración de vaca, también conocida como «Vacarretilla»? ¿A qué esto es arte y no esas cosas que sacan en el CGAC?

Y si además rematamos la faena englobándola en un entorno eminentemente enxebre con su minihórreo de patas finas es que vamos, hacemos el conjunto digno de ser expuesto en el Guggenheim de Bilbao, de Nueva York y hasta en el de A Fonsagrada cuando lo construyan.

Si en zonas rurales ves un campo con vacas o bichos similares rodeado por un cercado con postes como éste que ves en las fotos, yo de ti procuraría no tocar al alambre.

Más que nada porque vista la arandela aislante, lo mas probable es que esté conectado a un pastor eléctrico y si apoyas el dedo en el cable te va a mandar una sacudida que no veas. Se puede ver mas de cerca la arandela aislante y el alambre pasando por el medio en la siguiente foto.

Este sistema se viene usando desde hace ya un montón de años, lo recuerdo en la aldea de mis abuelos cuando era pequeño. Para probarlo cortábamos un tallo de alguna planta y con él tocábamos el alambre. Si el tallo estaba seco no pasaba nada, pero con un tallo húmedo empezabas a notar una especie de golpe seco intermitente en los músculos del antebrazo, más fuerte cuanto más corto era el tallo o menor la distancia entre el cable y la mano. Nunca probé a tocarlo directamente, que estas cosas me dan repelús. Por si alguien se lo pregunta, es molesto pero inofensivo. Por el cable pasan impulsos intermitentes de alto voltaje pero una intensidad (lo realmente peligroso) muy pequeña a razón de uno por segundo. Si un animal toca el cable, nota la sacudida e inmediatamente se pira porque los bichos serán ignorantes pero no tontos, como queda demostrado porque ninguno paga hipoteca, no necesita cambiar de coche cada dos años ni se endeuda para comprar una tele de plasma.

Espero que las rubias no se den por aludidas y abandonen en masa este blog al ver las fotos de las vacas, pero bueno, hoy toca disquisición zoológica sobre un hecho curioso que sucede a este y al otro lado de la frontera gallega. La «rubia» es la raza de vaca gallega de toda la vida, la de color canela, también se puede encontrar por Asturias y de hecho, alguna he mostrado ya. Al cruzar la frontera aparecen vacas del mismo color pero con una diferencia fundamental, la exagerada cornamenta.

No sé, igual es la promiscuidad campestre la que fomenta semejante criadero de cuernos, que como véis es algo fuera de lo común. Esta en concreto debe haber rascado todo el techo del establo con semejantes apendices craneales.

Pues muy fácil, se busca una piedra de dimensiones adecuadas y aaaaayyyyy, uuuuyyyy, aaaaahhhh, qué a gustito me he quedado.

Si Galicia no se llamara Galicia bien podría ser lllamada «La tierra del millón de vacas», porque vayas donde vayas, en un monte perdido, en una ladera, en un llano, siempre acaba por aparecer donde menos te lo esperas un rebaño con esa cara sorprendida de «mirad, mirad, uno con una cámara». No me quejo, que estas sí que saben posar y no son tan miedicas como las ovejas. Te ven, te prestan un minuto de atención y en nada ya las tienes pastando otra vez.

Si el caballito de ayer pastaba tranquilamente, la vaquita asturiana de hoy no se le queda atrás. Ella a su faena y aunque pasáramos al lado ni se inmutaba. Me paré a sacarle unas cuántas fotos y feliz a lo suyo, es que me ignoró totalmente. Casi mejor, porque con esos cuernos a ver quien le lleva la contraria. Encontrarme frente a un ser de quinientos kilos con cuernos y mala leche (nunca mejor dicho) no es precisamente el mejor plan para un fin de semana.

Si seré malo como fotógrafo, que ni las vacas me toman en serio, sino mirad el gesto irrespetuoso de una que me paré a retratar camino de Lugo. Atención al modelo de pendientes, muy de moda entre las vacas gallegas.