Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

La semana pasada hablábamos de la decoración gore. Si desde ese mismo punto nos acercamos hasta situarnos justo debajo de una calavera, buscamos poner otra en el fondo de la imagen y le añadimos una profundidad de campo mínima, esto es lo que se obtiene. Impresiona, ¿no? Supongo que tanto como impresiona el pedazo implante que le han puesto al cráneo éste. Si se lo ha puesto un dentista fijo que de mil euros no baja, dividido en dos euros del piedro y novecientos noventa y ocho por saber dónde y cómo ponerlo…

Lugo, Ribeira de Piquín, pueblo de Os Baos, visitando una iglesia nos encontramos con esto en una pared. Me queda la curiosidad por saber qué pintaban cinco calaveras metidas en una pared encalada con gotelé, a quien pertenecerían y si a estas alturas de la vida aún las siguen buscando.

Es él… es… el diablo sobre ruedas. Me espera a un lado de la carretera, me espía, me sigue allá donde voy, nunca conseguiré despistarlo…

Coñas aparte, hay que reconocer otra de las cosas buenas que tiene la fotografía digital: la cantidad de variaciones que puedes obtener de la misma foto. Primero la ves en color, luego acabas pasándola a blanco y negro y acabas metiéndole grano gordo. Por experimentos que no sea.

¿Cuánta gente ha pasado por delante del monasterio de Samos y no se ha enterado que dentro hay esto (y mucho mas)? Señores y señoras, participen, entren, miren, empápense de cultura, dejen la dura tarea de ser lerdos para las generaciones venideras, que además están genéticamente mucho mas preparadas para ello.

Lo sé, soy raro, pero me gusta sacar fotos en los cementerios (y si es de noche, mejor). Habrá a quien le parezca extraño, pero suelen salir imágenes que no dejan indiferente al espectador, con mayor carga emocional que el paisaje de un arbolito al lado del río:

Que sea raro no quiere decir que sea irrespetuoso, ni con quien allí descansa ni con quien está de visita. Aunque uno haya sido educado enfrente de un colegio de pago considero que el respeto a las personas y a las propiedades ajenas es algo básico para la convivencia así que trato de no estorbar, no molestar, no incomodar. Que bien nos iría si más de uno olvidara su egoísmo e hiciera lo mismo.

Y lo titulo así, a secas, sin decir el nombre porque hay que ver la cantidad de pueblos de Lugo similares a éste. Pueblos pequeños, muchas veces casi deshabitados, con esta construcción tan típica: tejados de pizarra, madera vieja y como no, que no falte el campo de repollos. Si nos acercáramos podríamos ver el campo con su cierre hecho de un somier viejo, el coche abandonado bajo el hórreo, los tiestos de claveles hechos de ollas viejas… ese factor común de los pueblos gallegos.

Parodiando a Augusto Monterroso, «Cuando despertó, el viaducto todavía estaba allí» para chafar la vista desde el Cebreiro. Anda que no le podían haber puesto unos arbolitos delante para disimularlo.

Para los ojos no acostumbrados a los trucos que se usan en fotografía, comentar que a esta se le ha añadido un ligero viñeteado, un oscurecimiento de las esquinas para hacer que la gente se fije mas en el centro. Truquillos…

Cuando pasa uno por el Cebreiro llama la atención un monumento lleno de placas dedicadas a Elías Valiña Sampedro, persona no muy conocida para el público en general (entre los que me incluyo):

¿Quién era y qué hizo para merecer tanto reconocimiento? Aquí, la solución a sus dudas:
http://www.diocesisdelugo.org/ocebreiro/elias.html

Otra de las manías que tengo es la de huir del gran angular, evitar sacar panorámicas generales, evitar ver lo mismo que ve todo el mundo y centrarse mas en los detalles, en partes del todo para tratar de sacar algo mas interesante como esta torre del embalse de Belesar. Unas veces se consigue, otras no.

Foto hecha hace un par de años, se ve cómo el embalse de Portomarín estaba bajo mínimos, pero mínimos históricos. Fijaros en las marcas del agua en los pilares del puente y se aprecia si está bajo el nivel o no.