Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Ya sabemos que aquí somos poco dados a tirar las cosas y mucho a reaprovecharlas, lo que resulta raro es verlo hasta el extremo de usar en el Caurel unos carteles con el candidato a alcalde de Porriño (mas o menos doscientos kilómetros de distancia) para tapar la leña. Y es que para tal menester es tan bueno el cartel del candidato lejano como el del alcalde propio, aunque en éste ejemplo entre la pose poco afortunada del retratado y el aspecto que le dan los múltiples pliegues, arrugas y dobleces, casi da algo de susto.

Cuando voy a sacar fotos a zonas perdidas de monte suelo llevar mi neverita en el coche cargada con comida y bebida variada, generalmente sandwiches, latas, galletas, yogures y fruta. Como no sé si la hora de comer me va a dar cerca de algún sitio habitado, lo que hago es andar a mi aire y al notar hambre me paro en cualquier sitio con buenas vistas a comer de picnic tan ricamente disfrutando de la naturaleza. No necesito perder dos horas en comer de restaurante cuando las puedo aprovechar mejor con lo que de veras me gusta, ver cosas y fotografiarlas.

En la última visita al Caurel así lo hice. A eso de las dos y media de la tarde paramos en una especie de mirador con un muro al lado, nos sentamos, sacamos material y a comer se ha dicho. Poco me podía imaginar quienes tendría de compañeras al otro lado de ese muro. Por esa zona tienen colmenas en medio del monte, pero rodeadas por un muro de piedra según me contaron para evitar que los osos se las zampen. Anda que si las vecinas se llegan a enterar del despliegue de comida que había al otro lado del muro y aparecen en tropel no nos íbamos a reir ni ná…

Sigo convencido que una foto cuanto mas simple mejor. Mas o menos como se puede ver en esta imagen del Caurel con las montañas típicas gallegas cubiertas de la vegetación típica de monte bajo que todo lo cubre de verde, el cielo azul llenando la foto prácticamente con sólo dos colores, una diagonal, unas sombras y para de contar. ¿Quién necesita más?

Parece que fue ayer cuando de visita al Caurel giré donde no debería haber girado o no giré donde debería haber girado, no en vano insisto en que viajar con GPS es de cobardes y mi maravilloso mapa Michelin alcanza este año la categoría de Gran Reserva, y sin embargo revisando las fotos veo que han pasado seis mesecitos desde entonces. Aquella vez el desvío en la ruta prevista nos llevó a un pueblo llamado Oencia en la provincia de León donde pudimos apreciar cómo cuidan los bosques de castaños, cómo mantienen bien limpio el suelo bajo los árboles:

Y cómo estaban de cargaditos para que cada dos por tres oyéramos caer una castaña al suelo. Bastaba acercarse un poco para ver todo lo que había por recoger. En el pueblo, gente con sacos llenos de castañas para vender, nunca en mi vida había visto tantas juntas.

Hace unos días me acerqué de nuevo al Caurel. En vez de escoger la ruta típica de Quiroga-Folgoso-Seoane, y recordando las interminables obras de la última visita, optamos por innovar y explorar la ruta Quiroga-Fisteus-Seara.  He de reconocer que nos salió redondo porque se ve mucha mas naturaleza que por el otro camino. Arboledas, montes, barrancos, recordaba haber oído algo de las canteras que hay en el Caurel y la polémica al estar instaladas en pleno parque natural, pero hasta esta visita no me había fijado en ninguna. Se notan. Vaya si se notan. Juzgarlo vosotros mismos.

El paseo no acabó ahí. Debimos equivocarnos en un cruce (llevar GPS es de cobardes) y aparecimos en Oencia, entre sus tremendos bosques de castaños en plena época de recolección. Una sensación de lo mas curioso salir del coche, sentarse y ver como caen castañas, caen castañas, caen castañas…

Este es un ejemplo de las típicas carreteras que cruzan el Caurel: asfaltadas (aunque la última vez que pasé por allí las obras lo habían transformado todo en un mar de caminos llenos de polvo), estrechitas y, aunque aquí no se aprecia, hierba medio alta por los laterales hasta el punto de ver un algo asomando mientras iba en coche, paro, espero y cruza la carretera tan campante una perdiz delante mismo de mis narices. Como la cámara iba en el maletero (craso error) no quedó  huella de tal acontecimiento mas que en mi memoria de modo que quien quiera ver una perdiz en el Caurel, que recurra al socorrido Images de Gooogle.

Otra imagen curiosa la que se podía ver este mes de noviembre en El Caurel, a pocos kilómetros de Quiroga. Debido a la escasez de lluvias, en vez de los colores típicos del otoño se veían los del final de verano. Hierbas secas, amarillas, poquitos tonos rojizos y pardos. Y de fondo, la típica montaña gallega: bajita, vieja, redondeada, cubierta de matorral y cruzada por cortafuegos y pistas forestales. Antes me hacían mas ilusión estas montañas, pero tras muchas visitas a los Picos de Europa y Pirineos, cada vez me parecen mas unas montañitas de juguete.