Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Una de las cosas que he aprendido a base de viajar a Portugal es que nuestros vecinos del sur son de lo mas mañoso a la hora de las manualidades. Lo mismo decoran una estación con un tremendo mural de azulejos pintados en tonos azules como añaden alegría a la ventana de una casa con unos azulejitos entrañables (con una imagen algo empalagosa, eso si, diabéticos abstenerse de verla por exceso de dulce).

Y no digamos nada de los cuadritos de conchas con marco de maroma náutica, todo una prueba para su creador cuya paciencia se ve recompensada por la grandiosidad de la obra final. Quien sabe si dentro de unos años algo así estará al lado de Sorolla en el museo Thyssen. Si ahora hay cada cosa que mete miedo, cuando por fin reine el sentido común todo aquello bonito y primoroso alcanzará el lugar que le corresponde.

Nota: entrada e ideas patrocinadas por el uso y abuso de Super Bock, la cerveza de Portugal.

Al hilo de lo que decía ayer sobre el CGAC, aclarar que no tenemos la exclusiva en obras de arte para quitar el hipo. Por ahí afuera también hacen cada cosa que pa qué…

Así que ya sabéis, nada de reprimir al niño cuando cuando quiera pintar en la pared con sus rotuladores. A lo mejor dentro de unos años os retira de trabajar.

Tras la entrada de ayer no os vayáis a pensar que soy un empollón cultureta gafaspasta, a mi los cuadros que que realmente me gustan no los encontraréis en los museos, mas bien en la calle. Ya relaté una de esas apariciones y otra se produjo curiosamente a escasos metros de la exposición descrita en la entrada anterior, caminaba tranquilamente cuando un rayo de luz me cegó a través del escaparate.

Dios… qué obra de arte, qué finura, el rayo de sol a través de los árboles iluminando la amazona que cabalga desnuda sobre un caballo blanco al borde del lago con una cascada, qué motivo mas alegórico. Si llega a meter un ciervo bebiendo al lado de una barca en la orilla del río ya sería perfecto.

Eso es lo primero que pensé al ver este cuadro en una exposición en Viana do Castelo, que hoy en día se hace un cuadro de cualquier cosa. Sin embargo he de reconocer que me gustaba, de tamaño grande, muy realista y distinto, destacaba en medio de una exposición con bastantes obras curiosas entre otras dignas de quitarme el sueño durante una semana.

Por cierto, aquí ya ni fotos con el móvil ni gaitas. Saqué la compacta y a retratar el evento se ha dicho para disfrute de los lectores.

Lo mismo que unas veces pataleo cuando veo alguna porquería de exposición o tomadura de pelo en plan «hartístico», otras veces encuentro obras que me dejan sorprendido. Parece una fotografía en blanco y negro, ¿verdad? Pues es un cuadro hecho a lápiz de una exposición llamada «El arte de la semejanza». Increíble esa textura de la piel de la cara, con sus tonos, sus brillos, el cuerpo bajo el agua, parece mentira que se pueda hacer ésto sólo pintando rayas con un lápiz, algo tan simple y tan complicado a la vez.

Seis mil euritos de nada vale éste, está visto que me pilla mayor para entender ciertas cosas. Os recomendaría que hiciérais este test para saber hasta qué nivel sois «hartistas».

Retomamos el tema de anteayer y os prometo que ésto no sólo estaba en una exposición sino que además pedían 1.500 euros por el cuadro, que por no tener, ni marco tenía. Si te funciona el sistema, con un pardillo que encuentres cada mes vives de maravilla. Y si te aparecen dos el mismo mes, fiesta jolgorrio para celebrarlo.

Bueno, mas bien ayer, por dos cosas. Una es que reaparecieron mis diapositivas perdidas en el fragor de tanta mudanza, mil ochocientas imágenes con historias de mi vida entre 1999 y 2004 como viajes a estaciones de esquí, varias visitas al norte de España, un paso por Amsterdam o la construcción de mi casa desde los cimientos casi hasta la última piedra, de las cuales habrá un 20% aprovechable para el blog así que si me pongo ya tengo material asegurado para otro año. La otra buena noticia es que paseando por Vigo, en plena calle Rosalía de Castro (que viene a ser el centro, centro) alguien decidió alegrarnos la vida decorando una columna con ese clásico entre los clásicos, esa obra maestra de la pintura mundial: ciervos bebiendo en el lago. Habiendo visto éste y el otro clásico ya puedo palmar tranquilo porque mis ojos nunca se volverán a sorprender con tanta belleza.