Escrito por: Jc | Categoría: Humor | Publicado el: 29-11-2010
Para continuar con la saga «Mente sucia«, hoy os muestro un llamador de puerta que se puede ver en el Pazo de Oca. Estoy total y absolutamente convencido que mientras lo hacÃa, el autor estaba pensando poco en llamadores y mucho en otras cosas. Se aceptan opiniones sobre si puedo tener razón en lo que digo o simplemente soy un degenerado calenturiento con blog.

Escrito por: Jc | Categoría: Humor | Publicado el: 08-09-2010
Tener un llamador en la puerta para que el visitante haga saber su llegada ha sido una constante desde tiempos inmemoriales. Pero tener un llamador en la puerta en zona de marcha nocturna quizá no sea tan buena idea, sabiendo como sabemos las ganas de gracia de aquellos que tienen obnubiladas las facultades mentales, bien por cuestiones de total ausencia neuronal, bien por ingesta en exceso de lÃquidos espirituosos, lo que puede incitar a montar de madrugada un concierto de llamador y orquesta para desespero del morador de la casa. En estos casos tenemos tres opciones: esperar al concertista tras la puerta, y a ser posible acompañado por una escopeta para reforzar las razones propias a la vez que propiciar el entendimiento persuasivo, desmontar el llamador por las noches o como tercera opción la que aquà mostramos, recubrir el llamador de un material amortiguador o absorbente para minimizar el sonido hasta el umbral de lo imperceptible. Aunque correcto en la teorÃa, la práctica nos dice que nunca faltará quien pase por aquà acompañado de un martillo para suplir las carencias del llamador. Por eso si se diera este mismo caso en vuestra casa, en aras de una mayor celeridad en la solución os indicaré que la opción con mayor probabilidad de éxito es la primera, la de la escopeta, o en su defecto un garrote grande como aquellos tan de moda en los bares de la meseta castellana que ponÃan «Libro de reclamaciones» tallado en el bastón.

Escrito por: Jc | Categoría: Humor | Publicado el: 16-05-2010
Otra prueba fehaciente de que aquà no se tira nada podemos ver llegando a Leiro. ¿Qué me sobran dos bielas? Pues nada, ya tenemos dos llamadores para la puerta, que somos asà de apañaditos y recicladores.
